Llegar a puestos de eminencia en alguna Organización no es algo que ocurre por suerte, por cosas del destino o porque los dioses confabularon a favor de cierto mortal…, nada más lejos de la verdad. Se llega a esos cargos por constancia, trabajo duro, excelencia en lo que se hace y capacidad de superación. Ahora bien, es posible que existan excepciones (siempre las hay) y que algunos pillos lleguen a puestos de liderazgo por cuñas, nepotismo y prácticas mañosas, pero son pocas. Mi artículo no va por ahí, mi escrito está dirigido a aquellas personas que avanzaron a directores, supervisores, obispos, superintendentes, CEOS, o cabezas denominacionales por la gracia de Dios y por las nobles características mencionadas arriba. Aclarado esto les invito a seguir la lectura, quizá algo bueno obtenga de los siguientes párrafos.
ENTENDIDOS EN LOS TIEMPOS
En 1ª Crónicas 12:32 leemos un versículo que no ha sido muy bien interpretado y que, su justa interpretación ––lo cual pretendo–– ayudará en sobremanera a las personas que ejercen liderazgos de alto nivel en sus organizaciones. Leamos pues el “mentado” asunto:
De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.
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Mucho se ha especulado respecto a estos “entendidos en los tiempos”. Algunos han sugerido que se trataba de videntes (una especie de adivinos parecidos a los profetas), otros sugieren que se trataba de profetas de Dios (una escuela profética), varios han dicho que en realidad eran gente sabia, con mucha experiencia a los cuales recurrían los demás para aprender de ellos (ésta es la interpretación más verídica, pero aún está incompleta), luego están los que basándose en Ester 1:13 afirman que éstos eran expertos en la ley de Moisés (me gusta este postulado, pero no es correcto), y los ufoteólogos han afirmado que estos doscientos eran alienígenas ancestrales que dirigían el destino de la nación hebrea por medio de poderes espaciales (esto último no merece comentario).
EL CONTEXTO. El versículo se encuentra en el libro de Crónicas (en el original eran uno solo, no existían primera y segunda de crónicas); un libro de registros, acontecimientos históricos, anécdotas y detalles del Reino que debían inventariarse para memoria del pueblo. El capítulo 12 relata el episodio cuando los hombres valientes de Israel (soldados y mercenarios) fueron a presentar sus respetos al nuevo rey ––David–– y de esta manera ponerse a sus órdenes reconociéndolo así como su monarca absoluto. Desde el verso 23 al 41 se registran las procedencias tribales de esos hombres, una fracción de ellos, “los entendidos en los tiempos” provenían de la tribu de Isacar (verso 32).
UNA TRADUCCIÓN ENTENDIBLE. Nuestra querida Reina Valera versión 1960 (la cual sigue siendo la más leída en América Latina) traduce el versículo como “doscientos principales, entendidos en los tiempos”; y aunque esas palabras “suenan bonito” la verdad es que se presta para mucho, o sea, no especifica a qué mismo se refiere, por eso tanta especulación en torno a estos hombres llegando a convertirlos en seres casi míticos…, ¡tal cosa nunca fue así!
Haciendo mis investigaciones (leí comentaristas bíblicos serios, consulté a profesores reconocidos de Antiguo Testamento en el Continente, y leyendo una variedad enorme de artículos que interpretaban este versículo) pude llegar a la siguiente conclusión: Los doscientos entendidos eran una especie de “estrategas militares”, gente capacitada en el arte de la guerra. No eran guerreros de campo, sino los que pensaban los planes para que las guerras fueran favorables a ellos (es decir, al pueblo). Los planes de estos estrategas eran “seguidos por todos sus hermanos” (verso 32, última parte).
Para mi sorpresa encontré una versión bíblica que valida mis investigaciones, la cual debo decir fue leída después de haber concluido lo que arriba plasmé. El verso en la versión Palabra de Dios para Todos (PDT) reza así: “De la tribu de Isacar: doscientos jefes, sin contar los soldados bajo sus órdenes. Estos jefes sabían hacer muy buenos planes de guerra”.
APLICACIÓN PARA DIRECTORES, SUPERVISORES, OBISPOS, SUPERINTENDENTES, CEOS, LÍDERES MAYORES
Habiendo dejado claro que estos doscientos entendidos eran en realidad estrategas de guerra, quisiera brindar a mis autoridades (de las distintas ramas cristianas y denominaciones donde he sido invitado a trabajar, así como iglesias independientes) algunos consejos prácticos para sus gestiones, dichos consejos los tomo de un pasaje poderoso que muchos ignoran si bien está claramente expuesto en las Escrituras: “Los planes se afirman con un buen consejo; la guerra se hace con una buena estrategia“ (Proverbios 20:18 versión DHH).
Por tanto, si quieres triunfar en tu liderazgo ––no para gloria tuya sino para Él––, si deseas que tu legado perdure por muchos años llegando a traspasar generaciones, si tu anhelo es hacer un buen trabajo para tu Dios y para la Organización que te honró como su líder, recibe esto: RODÉATE DE ENTENDIDOS.
Entendidos en Hacer Planes: Rodéate de gente que piensa antes de actuar, personas que analizan, planifican, ejecutan. Hombres y mujeres que no actúen por impulsos sino por cálculos espirituales y matemáticos, una combinación perfecta. Personas que tengan la capacidad de ‘leer’ tus planes y mejorarlos.
Entendidos en las Relaciones Humanas: Rodéate de gente experta en relacionarse con los demás; no uraños, amargados, respondones, altaneros y conflictivos; sino gente amable, sonriente, capaz de caerles bien a todo el mundo pero a la vez capaz de ser firmes en sus postulados. Gente hábil en manejar lo que se conoce como “don de gentes”. Este tipo de personas siempre dejan puertas abiertas de bendición porque son seres que conectan.
Entendidos en ser Fieles a ti: Rodéate de gente fiel, es decir, que no te critique a tus espaldas, que no hable mal de ti cuando no estás, que no te sonría en las reuniones y luego en los pasillos te maldiga; gente que te defienda, que te impulse a ser mejor, gente que te mejore, cuyas conversaciones te animen, pero también que te confronten cuando haces las cosas mal. Gente leal que te felicite en público, pero que en lo privado te corrija con amor…, esta gente es “una especie de amigos-mentores”.
Entendidos en ser Fieles a la Organización: Rodéate de gente que no hable mal de la Organización que los contrató, gente que sean impulsores no frenos, gente que “empuje el carro, no que se suba arriba”. Este tipo de gente, los fieles a la Organización, suelen estar en los rincones del Reino, por lo general no son visibles porque no buscan puestos, a esos precisamente honra manteniéndolos cerca tuyo.
Entendidos en la Habilidad de la Proactividad: Rodéate de gente no solo trabajadora (de esas hay muchas), sino de personas que “hagan que las cosas sucedan”, gente proactiva, gente que son parte de la solución, no del problema. Este tipo de personas son escasas pero existen, búscalas y conviértelas en tus aliadas, te evitarás el desgaste de siempre estar empujando, los seres proactivos tienen alas y querrán que vueles con ellos. Los proactivos no solo sueñan, hacen que ese sueño se vuelva realidad.
Entendidos en la Oración: Rodéate de gente que ore por ti, de verdad, no solo de aquellos que dicen “estamos orando” pero que tú sabes no es así. Busca gente “guerrera de oración” para que sean tu equipo espiritual, no los pongas en cargos directivos, pero sí úsalos como guardaespaldas espirituales. No descuides este punto, quienes trabajamos en organizaciones cristianas sabemos que “nuestra lucha no es solo contra sangre y carne”.
Entendidos en lo que Tú no sabes: Rodéate de gente especialista, expertos, hábiles en hacer cosas que tú no sabes hacer. No te desgastes queriendo hacerlo todo, usa los talentos que tienes en tu reino, llámalos a trabajar contigo, de seguro tu gestión será mejor, tu legado brillará y el Señor caminará contigo. Pero ojo, aunque sean expertos procura que los otros seis ítems mencionados arriba también sean parte de ellos, ¿para qué tener gente hábil pero infiel?
CONCLUSIÓN
¿Cuál ha sido mi intención con este artículo? Mejorarte, ayudarte, direccionarte, equiparte. Mi anhelo es que realices un mejor trabajo del que ya estás haciendo, ¿por qué? porque así el Reino es bendecido y de paso yo porque soy parte de ese reino divino. Por tanto, si tú mejoras yo también, es un efecto dominó que pocos entenderán pero sí “los entendidos en los tiempos”.
Antes de terminar, ¿qué otro tipo de atributos, características, habilidades deberían tener la gente que trabaje contigo en tu círculo íntimo de liderazgo? Agradeceré respuestas y/ó comentarios a este artículo.
Fuente: Gabriel Gil. Pastor, Coach-mentor, Escritor. Maestro de Habilidades para la vida.