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Renovación en la Esquina. Lecciones desde 2 Reyes 8-28-29

2 REYES 8-28-29 Y fue a la guerra con Joram hijo de Acab a Ramot de Galaad, contra Hazael rey de Siria; y los sirios hirieron a Joram. 29 Y el rey Joram se volvió a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le hicieron frente a Ramot, cuando peleó contra Hazael rey de Siria. Y descendió Ocozías hijo de Joram rey de Judá, a visitar a Joram hijo de Acab en Jezreel, porque estaba enfermo.

En las peleas de boxeo podemos ver que los dos peleadores están durante tres minutos intercambiando golpes, se golpean en la cara, en la cabeza, en el cuerpo, para tratar de vencer a su oponente, pero al terminar los tres minutos, suena la campana, y ambos peleadores van a SUS ESQUINAS.

Ahí se sientan y sus entrenador y sus auxiliares comienzan a trabajar para casi literalmente “REVIVIRLOS” para que puedan seguir peleando, para que resistan, para que no caigan , para que no se rindan, y puedan ganar la pelea.

En el texto que leímos para comenzar vemos como el rey Joram estaba en una batalla en contra del rey de Asiria, y fue herido en la batalla, y podemos ver que el rey hizo algo muy inteligente, VOLVIÓ A SU CASA PARA CURARSE DE SUS HERIDAS pues no podemos pelear las batallas de la vida y salir victoriosos si no nos tomamos el tiempo para recuperarnos de las heridas que hemos recibido.

Es por eso que hoy el Señor nos hace un llamado a todos aquellos que estamos enfrentando día a día las duras batallas de la vida, que estamos luchando, que nos estamos esforzando, que estamos tratando de vencer los problemas y dificultades que vienen a nuestra vida: ¡TIENES QUE VENIR A TU ESQUINA!

Al hablar de venir a nuestra esquina nos referimos a nuestra comunión con Dios, a congregarnos en la iglesia, a nuestro tiempo devocional a solas con el Señor, a la lectura de su palabra, a nuestra oración diaria.

¿POR QUÉ NECESITAMOS VENIR A NUESTRA ESQUINA?

I) PARA QUE NUESTRAS HERIDAS SEAN SANADAS
(Isaías 1:5-7) Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.

Una de las estrategias más usadas en el boxeo para vencer al oponente es golpear donde ya hay una herida, pegar mas golpes donde ya brotó la sangre, eso hace que la herida se vuelva más grave, que la hemorragia sea más fuerte, y que al final el contrincante ya no pueda seguir peleando.

De la misma manera el enemigo usa esa estrategia en contra nuestra, cuando no sanamos las heridas de nuestro corazón, cuando nuestro corazón está dolido, resentido o lleno de rencor, él usará las acciones de las personas, sus palabras, sus actitudes para hacer más grande nuestra herida, para causarles más dolor, enojo y amargura.

Es por eso que necesitamos que nuestro Señor sane las heridas de nuestro corazón para que el enemigo ya no tenga oportunidad para lastimarnos más, ni para causarnos más dolor (Salmos 147:3) Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.

II) PARA QUE LA INFLAMACIÓN DISMINUYA
(PROVERBIOS 3:29-30) No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti. 30 No tengas pleito con nadie sin razón, Si no te han hecho agravio.

Cuando los boxeadores llegan a sus equinas para ser atendidos una de las acciones principales que tienen que hacer es tratar de desinflamar sus ojos, pues cuando hay mucha inflamación el boxeador no puede ver claramente.

Pero al hablar de inflamación ¿a que nos referimos? ¡A LA SOBERBIA DE NUESTRO CORAZÓN.!

Tenemos que reconocer que muchas veces tenemos pleitos y conflictos con nuestros prójimos sin ninguna razón, sin ninguna causa, sino solamente por nuestra soberbia, por nuestro orgullo.

LA INFLAMACIÓN DE LA SOBERBIA EN NUESTRO CORAZÓN NO NOS DEJA VER las malas actitudes que tenemos y que muchos de los conflictos que tenemos son simplemente porque “Queremos tener la razón” CUANDO EN REALIDAD NO LA TENEMOS.

Es necesario venir delante del Señor para que él pueda quitar la inflamación de la soberbia en nuestro corazón, tenemos que permitir que el Señor nos haga ver NUESTRAS PROPIAS MALAS ACTITUDES (Mateo 7:4) ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?

III) PARA DESCANSAR Y RENOVAR NUESTRAS FUERZAS
(Mateo 11:28) Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

Durante la pelea los boxeadores tiran golpes y reciben golpes, eso hace que sus fuerzas vayan disminuyendo, y cuando no tienen fuerza no solamente no pueden atacar sino que no tienen fuerzas para poder defenderse y el contrincante aprovecha para lanzar más golpes hasta derribarlo.

Cuando nos sentimos cansados, débiles, sin fuerza ni ánimo para seguir luchando no pensemos que el enemigo nos dará tiempo para recuperarnos, es en ese momento que satanás aprovecha para tentarnos y tratar de hacernos caer (Mateo 4:2-3) Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Es por eso que cuando sentimos que ya no tenemos fuerzas, cuando sentimos que el desánimo está llegando a nuestro corazón es cuando más necesitamos venir al Señor para ser renovados, para ser fortalecidos por medio del poder de su fuerza (Efesios 6:10) Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

IV) PARA RECIBIR INDICACIONES Y LA ESTRATEGIA PARA ENFRENTAR LA BATALLA
(Efesios 6:12) Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Antes de cada pelea los entrenadores y auxiliares del boxeador han estudiado al rival, conocen como ataca, qué mano usa para golpear, si es zurdo o derecho, como se deficiente, etc. y en base a eso diseñan su estrategia para la pelea.

Nosotros sabemos que nuestro enemigo es espiritual, por lo tanto necesitamos una estrategia espiritual para enfrentarlo, necesitamos ser guiados por alguien que no solamente conoce a nuestro enemigo sino que también lo ha derrotado: NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Tenemos que leer y escuchar su palabra, tenemos que orar y dejarnos guiar por él para no caer en las maquinaciones del enemigo, y no darle ventaja alguna en nuestra vida.(2 Corintios 2:11) para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.

En la vida, al igual que en una pelea de boxeo, enfrentamos golpes y desafíos constantes. Para seguir adelante y salir victoriosos, debemos buscar nuestro «rincón» espiritual: nuestra comunión con Dios, la oración, la lectura de Su Palabra y la congregación en la iglesia. Este tiempo de recuperación y renovación nos permite sanar nuestras heridas, reducir la inflamación del orgullo, descansar y renovar nuestras fuerzas, y recibir la estrategia de Dios para enfrentar nuestras batallas. Sigamos el ejemplo del rey Joram y tomemos tiempo para fortalecernos en el Señor, confiando en Su guía y poder para vencer.

 

Fuente:
PASTOR OSCAR FLORES. | EL SALVADOR

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