“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está muy avanzada, y el día se acerca. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.” Romanos 13:11-12
La campana del cielo ya suena. El reloj del alma marca la hora cero. El tiempo de la indiferencia ha expirado. Los minutos de tibieza se agotaron. El cielo está a punto de abrirse y el Rey se levantará de Su trono para cumplir lo que anunció desde el principio.
No hablamos de un futuro lejano. Hablamos de este instante. ¡Es ahora! La voz del Espíritu sacude a Su iglesia: “Despierta, tú que duermes. Sacúdete el polvo. Endereza tu camino. El alba eterna ya se asoma.”
La noche, esa oscuridad que cubre al mundo está por desvanecerse. El pecado, la mentira y la ceguera espiritual pronto serán confrontados por la luz irresistible de Cristo. El amanecer no espera a nadie; vendrá con fuerza, y quien no esté preparado quedará expuesto.
Vístete de luz.
Toma las armas del día: la verdad que hiere a la mentira, la justicia que derriba la corrupción, el amor que desarma al odio, la paz que vence la desesperación. No basta con cantar; es tiempo de vivir lo que decimos creer.
La hora cero es aquí y ahora. Cada latido es un recordatorio de que el Rey viene, y Su luz ya avanza para cubrir la tierra.
