¿Por qué se nos hace complicado hablar de nuestra historia? ¿Por qué se nos hace complicado dejarle saber a la gente el porqué de nuestras marcas? Por dos razones principales. Pensamos que nuestra historia no tiene sentido o valor, sino que son las historias de unos pocos las que realmente pueden tener un impacto en esta sociedad. ¿Por qué contar tu historia a alguien? ¿Qué impacto puede tener? No todo el mundo se va a interesar, te van a juzgar; pero el poder de tu historia, de tus marcas, puede cambiar la vida de una persona. Tu historia, lo que Dios está haciendo contigo, puede transformar tu vida y la de aquellos a tu alrededor. Cuando tú cuentas tu historia, hay algo diferente en ella que puede impactar la vida de otro. Aún entre los nuestros, encontramos historias que nos tocan.
No es hasta que tú te sientas con alguien y escuchas su historia que tú puedes entonces entender el impacto que tiene el tú ir a la casa de Dios, y el impacto que podemos tener todos en la vida de los demás.
Todos tenemos una historia digna de contar. Pero el problema es que pasamos toda nuestra vida haciendo interpretaciones de las cosas, de la gente, e interpretamos mal aún los eventos de nuestra vida. Cuando interpretas erróneamente los eventos de tu vida, comienzas a hacer marcas en tu corazón y en tu interior, justificando tus decisiones.
Cuando vas a la escuela, te enseñan a leer, y te dan un examen para saber que aprendiste a leer. Ya más adelante, te dan un examen de comprensión –no de interpretación. Porque de nada te sirve leer, si no comprendes. Tú no puedes obtener una calificación por interpretar porque la interpretación es muy subjetiva; pero sí todo el mundo tiene que alcanzar el comprender algo. Lees para comprender, para luego hacer tus interpretaciones. Pero tú no puedes interpretar correctamente las cosas, si no comprende realmente lo que estás leyendo. Cuando tú quieres comprender una historia, un libro, tienes que comprender quién es el autor, cuándo lo escribió, cuál es el protagonista principal, que es lo que quiso decir, a quién fue escrito. No puedes leer el libro de Mateo y pensar que fue escrito para el mismo público al que escribió Marcos o Lucas. Cada uno fue escrito para un grupo diferente, fueron diferentes autores y experiencias. Hay libros en la Biblia que, aunque llevan el nombre de quien pensamos que lo escribió, quisás fue alguien que lo escribió a nombre de esa persona; y tú tienes que entender quién fue para comprender lo que hay detrás. Porque si no comprendes al autor, no comprendes el contexto en que lo escribió; si no comprendes todas esas cosas, tu interpretación puede ser una errónea. Puedes interpretar la carta de una forma incorrecta.
Cada uno puede leer una misma carta con diferente tono. Con los mismos ingredientes, se puede llegar a diferentes resultados. Todo depende del autor y de quién interpreta lo que el autor escribió. Toma el tiempo de sentarte a comprender a la gente, y a comprenderte a ti mismo. Desarrolla la capacidad de observar, comprender, para luego entonces interpretar; y si tu interpretación pasada no era correcta, reescribe aquello que estaba incorrecto.