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Recuperemos el reportaje misionero

El reportaje misionero como género del periodismo evangélico es algo que se ha dado silvestre y que no se cultiva de manera académica ni formal. Sin embargo, tenemos suficiente base bíblica para inducir a quien está desarrollando una labor en la obra del Señor a recoger por escrito lo que está haciendo para compartirlo con un público que puede ser edificado con estas informaciones.

Para introducir este tema comenzaré citando las líneas generales de redacción más breve e impactantes que jamás haya leído:

“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1:1-4).

El misionero es un periodista. El apóstol Pablo fue un sobresaliente reportero.  El testimonio de lo que hace un misionero constituye una noticia de enorme interés. Por eso, mientras más se esmera en trabajar sus reportes, más completo y de mayor impacto será su ministerio. Así como lo hizo Lucas, le recomiendo a los misioneros que trabajen para contar y compartir lo que Dios está haciendo a través de ellos.

El evangelista Lucas habla de “poner en orden”; es decir, buscar algún orden para las ideas que queremos expresar. Redactar con estilo periodístico, dice una definición, es expresar por escrito los pensamientos o conocimientos ordenados con anterioridad. Quiere decir que la operación previa y determinante de la redacción como escritura es la de ordenar aquello que se quiere expresar.

En una publicación que aparece en internet titulada “Nuevo concepto de Redacción Periodística” el profesor Enrique de Aguinaga (2014) define la noticia como la acción de dar a conocer hechos, acontecimientos o situaciones de interés general, a un público masivo, con el menor número de palabras posible. De ahí que la objetividad y la concisión sean pues, las dos características esenciales de la noticia.

Este autor dice que en una noticia no hay que dar opiniones (juicios de valor), sino presentar los hechos tal como sucedieron (juicios de existencia). Para nuestro caso, no tiene que ser necesariamente así. Como cristianos nosotros vivimos una realidad más allá de lo que objetivamente se puede pensar.

Nosotros desde el campo misionero vamos a redactar desde la experiencia, desde nuestras vivencias espirituales, desde nuestra percepción, como dice Lucas para “poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas”. Sin dudas, esto incluye experiencias y realidades que, sin faltar a la verdad ni ignorar las técnicas recomendadas, están más allá de los criterios periodísticos convencionales.

El periodismo secular no entiende términos que para nosotros son normales, y que utilizamos con frecuencia, como: “Transformados por el poder de la palabra”, “revelado por el Espíritu Santo”, “sanado por el Señor” o “consolado por la oración. Adjetivos como “glorioso”, “culto “poderoso”, ambiente “espiritual”, que son muy propios de nosotros los creyentes y no se manejan bien ni se interpretan en la práctica periodística secular. Pero nosotros lo podemos y lo debemos usar con libertad siempre que encajen y  sean expresados con el  sentido apropiado.

Pero más que noticia, nuestros misioneros (plantadores de iglesias y demás) trabajan con un género de información que se llama el reportaje. Se trata de una forma de redacción algo más compleja que supone, como lo hizo Lucas, un poco de investigación, de diligencia, de deseo de dar a conocer lo que usted está viendo y hasta cómo usted lo está viendo. Son cosas que están pasando en su campo de misión que usted quiere que los demás se enteren, así como quería Lucas que su amigo Teófilo se enterara y conociera estas verdades que ya él conocía.

Usualmente el reportaje se utiliza para ampliar y complementar una noticia, explicar un problema o situación, narrar un suceso, matizar y darle un poco más de contenido y sabor a lo que ha sucedido. El reportaje puede basarse en un diálogo que el periodista mantuvo con alguna persona para obtener información o su punto de vista (opiniones y juicios) acerca de un hecho o situación importante.  Por eso la entrevista es una buena fuente para documentar un reportaje. La entrevista puede tener como finalidad conocer a una persona para hacer de ella un relato escrito físico y/o psicológico.

La entrevista es considerada un recurso de la investigación, una herramienta para enriquecer y darle vida a lo que uno quiere contar. Sin dudas que Lucas utilizó la entrevista entre sus métodos.

Dos aspectos fundamentales para lograr buenos resultados con la entrevista: Primero saber de una forma precisa y concreta lo que se desea; esto es, tener muy claro el objetivo de la entrevista. Por eso debemos prepararla de antemano, lo que implica averiguar datos de la persona que va a ser entrevistada y procurar que las preguntas sean pocas, breves y concretas.

Los seis puntos clave de la información escrita:

Tradicionalmente se ha dicho que una noticia o un reportaje debe contestar estas seis preguntas: Qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué.

Qué: Se refiere a lo que está sucediendo en un lugar y tiempo. Qué acontecimientos, acciones e ideas  constituyen el tema de su reportaje.

Quiénes: Con quienes está pasando esto, cuáles son los protagonistas, cuáles son los actores principales de esta función.

Dónde: Es el espacio, el lugar dónde han ocurrido los hechos, mientras más específico mejor. El país, la provincia, el municipio, el paraje. Si la idea la podemos asociar con algo típico y conocido mejor.

Orienta mucho al lector cuando hablamos de al sur, al norte, en zonas llanas, montañosas, urbanas. Cuando decimos a tantos kilómetros de la ciudad principal, estas son informaciones que orientan al lector y le dan vida a nuestra redacción.

Por qué: Explica las razones por las que se ha producido el acontecimiento. Que es lo hay allí, cómo la gente responde al evangelio. El evangelio no se da ni se predica en el vacío, y esto es importante, tenemos referencia de las ciudades donde el Apóstol Pablo predicaba porque él daba algún detalle de la ciudad, de la localidad donde estaba desarrollando su misión.

Cómo: Describe las circunstancias concretas en las que se han producido los hechos. Cómo estamos trabajando con la gente y cómo la gente está respondiendo. Cuales recursos de los que tenemos estamos aplicando y que resultados estamos obteniendo con los mismos.

Cuándo: Tener una idea de cuándo acontecieron los hechos que se relatan es importante. El mes o los meses en que se producen o produjeron los hechos.

Para estas recomendaciones, yo le añadiría el adverbio de cantidad “cuántos”. Dar detalles de los números de participantes es importante. La Biblia nos habla de cinco panes y dos peces, de cinco mil personas, de doce, de diez. Es decir, el detalle que nos informa “cuánto” es importante. Cuántas Biblias, cuántos graduados, cuantos convertidos, cuántos participantes, son datos de interés.

El periodista en la fase de recopilación de la información deberá obtener los datos que permitan responder con claridad a cada uno de estos interrogantes. No hay que complicarse mucho, es cuestión de irle tomandole el pulso al ejercicio de redactar y las habilidades se van desarrollando.

Es conveniente leer como escritores. Nos fijamos como escriben los escritores profesionales y tratamos de tomar de ellos algunas formas, algunas tendencias y estilos. Estoy seguro que muy pocos de ustedes habían leído este pasaje de Lucas asumiendo que se trata de una gran enseñanza para a quienes nos gusta escribir. Vamos a leer con ese ánimo de aprender formas de decir las cosas y expresarnos por escrito.

El doctor David Livingstone  fue un médico y explorador ingles que vivió  sus últimos  30 años  en África.  Recorrió aproximadamente 50.000 kilómetros, sobrevivió a leones y enfermedades, luchó contra la esclavitud imperante de la época y descubrió varias regiones desconocidas para los europeos a mediados del siglo XIX.

Todo ello contribuyó a construir la biografía de un hombre que según se dice tiene su corazón enterrado en África. Conocer esto ha sido posible porque Livingstone no solo fue un gran hombre de acción, también recopiló por escrito todo lo iba haciendo.

Fuente:
Pastor Tomas Gómez Bueno

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