Hermanas valientes, hoy nos encontramos para celebrar la fortaleza que cada una lleva dentro. Hablamos de una mujer fortalecida, no por el mundo, sino por la fe en nuestro Señor. Proverbios 12:4a nos enseña que la mujer virtuosa es una joya preciosa. En nuestra vida diaria, vemos cómo la fuerza de Dios nos sostiene.
Nos levanta en cada prueba y nos da poder para enfrentarnos cada día. Esta fuerza no es pasajera. Es eterna y viene de creer en las promesas de Dios. Cada uno de ustedes es un ejemplo de esa fortaleza.
Con cada acto de bondad y cada palabra de aliento, demuestran su valor. Sigamos adelante, fortalecidas en la fe, siendo luz en la oscuridad. Que nuestra reunión hoy nos llene de esperanza y coraje. Que cada historia compartida aquí nos inspire a seguir creciendo en fortaleza.
LA MUJER FORTALECIDA EN LA PALABRA
La mujer fortalecida se nutre de la Palabra de Dios. El Proverbio 31:25 dice que se viste de fuerza y dignidad. Ella no teme al futuro porque su corazón está firme en el Señor. Cada día, al leer la Biblia, encuentra nuevas fuerzas. Como árboles plantados junto a ríos de agua, sus raíces van profundas en la verdad de Dios.
Esta mujer sabe que cada promesa en la Escritura es un tesoro. Lo guarda en su corazón y lo vive en su día a día. En cada decisión, en cada paso que da, se refleja su fe. Ella enseña a sus hijos, apoya a su esposo y ama a sus vecinos.
Todo lo hace con una fuerza que solo viene de Dios. Que cada una de nosotras busque esa fortaleza en su Palabra. Que la leamos, la entendamos y la pongamos en práctica. Así, creceremos en valor y sabiduría cada día.
LA MUJER FORTALECIDA FRENTE A LOS DESAFÍOS
La mujer fortalecida enfrenta desafíos con valentía. No se rinde ante los problemas. Sabe que “Podemos todo en Cristo que nos fortalece” (Filipenses 4:13). Cuando hay dificultades, busca ayuda en la oración. Pide sabiduría y paciencia a Dios. Y Dios, que es fiel, siempre responde.
Con cada prueba, esta mujer se hace más fuerte. Aprende y sigue adelante. Enseña a otros a confiar en Dios también. Su fe no es solo para ella. Es un regalo que comparto con todos. Así, su vida se convierte en un testimonio vivo. Sus acciones hablan de un Dios que da fuerza y esperanza. Que cada una de nosotras sea esa mujer que, a pesar de todo, se mantiene firme.
LA MUJER FORTALECIDA Y SU IMPACTO
La mujer fortalecida cambia el mundo a su alrededor. No solo vive para sí misma. Ayuda a otros y comparte la bondad de Dios. “Da y se te dará” (Lucas 6:38), nos enseña Jesús. Esta mujer da amor, tiempo y ayuda. Ve necesidades y actúa.
Su fortaleza viene de un corazón lleno de amor de Dios. Cada día es una oportunidad para hacer el bien. Y así, su fe se ve en sus obras. Ella no espera recompensas. Su alegría es servir y ver a otros crecer. Que nuestra vida sea así, llena de acciones que muestren nuestra fe. Que seamos “mujeres fortalecidas” que dejan huellas de amor y fe por donde van.
CAMINEMOS JUNTAS, HERMANAS, COMO MUJERES FORTALECIDAS POR LA GRACIA DE DIOS. QUE NUESTRA VIDA SEA UN REFLEJO DE SU AMOR Y FORTALEZA. SIGAMOS CRECIENDO EN LA FE, COMPARTIENDO ESPERANZA Y SIENDO EJEMPLO PARA OTROS.
Que la palabra de Dios sea nuestra guía y la oración nuestro sostén. Y que cada día, al mirar atrás, vemos un camino lleno de amor, servicio y una fe que actúa. Que así sea siempre.