SALMOS 126:2 Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con estos.
Verdaderamente Dios puede hacer GRANDES COSAS por nuestra vida, por nuestra familia, por nuestro matrimonio, por nuestros hijos, por nuestros ministerios, y esas grandes obras extraordinarias se llaman MILAGROS.
¿QUIENES SON ESAS PERSONAS A LAS CUALES EL SEÑOR HACE GRANDES COSAS EN SUS VIDAS? ¿QUIENES SON LOS QUE RECIBEN LOS MILAGROS DEL SEÑOR?
I) LOS QUE TIENEN UNA FE INQUEBRANTABLE (MATEO 15:21-28) Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Verdaderamente esa mujer que tenía una fe que maravilló al Señor tenía una fe INQUEBRANTABLE, a pesar de todo ella no se rindió, ella no se apartó, ella no se enojó por no recibir la respuesta que esperaba, ella estaba segura que Jesús podía hacer un milagro en la vida de su hija y con su fe y por su fe y su determinación recibió el milagro que tanto necesitaba.
II) LOS QUE BUSCAN LA MANERA DE ESTAR CERCA DEL SEÑOR (MARCOS 2:1-5) Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. 2 E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. 3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. 4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.Estos hombres tenían una fe que Jesús pudo ver, ¿Pero como vio su fe? ¡EN SUS ACCIONES! Ellos buscaron la manera de llevar a ese hombre paralítico delante del Señor, no pusieron como excusa que la casa estaba demasiado llena para regresar sin el milagro que necesitaban, ellos buscaron la manera de estar cerca del Señor, ellos se esforzaron, rompieron el techo, ellos comprendieron que romper el techo para poner a ese hombre paralítico para que Jesús hiciera un milagro de sanidad en su vida NO SERIA UN GASTO, SINO UNA INVERSIÓN. Lastimosamente muchos cristianos necesitan milagros del Señor, pero no hacen el más mínimo esfuerzo por buscar al Señor. Buscan cualquier excusa para no congregarse.
III) LOS QUE CONFÍAN TOTALMENTE EN LAS PROMESAS DEL SEÑOR (JUAN 4:46-51) Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Este hombre que llegó delante de Jesús para convencerlo que fuese a su casa para sanar a su hijo tuvo que regresar a su hogar sin Jesús, pero se llevó algo algo maravilloso del Señor: UNA PROMESA DE JESÚS, UNA PALABRA DE PODER DEL SEÑOR, este hombre tuvo que recorrer todo el camino de regreso a su casa aferrado a la palabra del Señor, y cuando llegó a su casa, se dio cuenta que la palabra que nuestro Señor Jesucristo le dió se había cumplido, el milagro estaba realizado, su hijo había sido sanado. De la misma manera nosotros debemos aferrarnos a las promesas del Señor, caminar confiados en su palabra, pues sus promesas nos sostienen, sus promesas no dejan que nos hundamos en la tristeza o en la desesperanza. Y al final nos daremos cuenta que EL SEÑOR SIEMPRE CUMPLE LO QUE PROMETE.