Cuando tú entiendes el poder de salvación, cuando te das cuenta que todo lo extra que haces es extra pero es ese el poder el que te transforma, tu perspectiva del hombre y tu perspectiva de Dios cambian para siempre. Cuando tú sabes que tú has sido redimido por la sangre de Cristo, de lo que Dios te libró, de lo que Él te sacó, de lo que te salvó; cuando tú entiendes eso, tu perspectiva del hombre cambia para siempre. Te das cuenta que hay esperanza para el hombre, para este mundo. Muchos piensan que este mundo se va a perder, que va de mal en peor, porque no creen en el poder del Evangelio; porque si tú tuvieras convicción del poder del Evangelio, sabrías que todo al que tú le prediques, si lo oye con el corazón, su vida va a cambiar. Estaríamos predicando más, antes que estar haciendo montones de otras cosas.
Cree más en el poder del Evangelio que en el poder de cualquier otro pensamiento o estrategia.
Si alguien es confrontado con el poder de la palabra y es discipulado, de seguro deja de depender del gobierno, ayudará a otro, pagará sus impuestos, tratará bien a su familia, a sus hijos, cambiará su ambiente, ser hará una persona de bien porque ese es el poder transformador de la palabra de Dios. Cuando tú entiendes esto, ves este mundo como una gran oportunidad, lo ves con grandes posibilidades, ves la responsabilidad que tienes como creyente de ir y predicar el Evangelio para que el mundo sea transformado.
No pierdas de vista tu verdadero trabajo: predicar el Evangelio.
Jesús les dio de comer a los pobres, multiplicó los panes y los peces, no sin que antes le escucharan predicar por horas. No les dio comida para atraerlos. Los milagros no eran lo más que sorprendía a la gente; desde su niñez, les sorprendía lo que él predicaba, lo que hablaba. Lo que hizo la diferencia fue que antes de hacer milagros y predicar al mundo, buscó discípulos, los llamó a que se unieran con él a la gran comisión. El llamado fue: GO! Vayan conmigo, sigan conmigo; los voy a convertir en pescadores de hombres. Vas a tener que aprender de ciertos temas como avances tecnológicos, Social Media, acerca de pensamientos de los que hay que estar pendientes por nuestros niños y jóvenes; pero nunca dudes del poder transformador de una persona convertirse realmente. El que diga que no es suficiente, invalida el poder de lo que hizo Cristo en la cruz del Calvario. El que necesite de un programa, que asista al programa, pero su verdadera transformación vendrá el día que conozca a Jesús.
La salvación no es algo meramente personal. Tu salvación es una responsabilidad. Tu salvación te dice que tienes que ir afuera, que desde ahí comienza tu vida en Cristo para caminar y hacer lo que Dios te ha pedido que hagas. Cuando una persona entiende lo que es ser salvo, eso es lo que desea hacer con otros.
Cuando tú entiendes el poder del Evangelio, y conoces tu responsabilidad, comienzas a ver un concepto muy importante para la Gran Comisión:
- El valor del ser humano. La humanidad tiene valor. El ser humano vale. Aun la iglesia, ve a esta humanidad como un caso perdido; muchos de los mensajes que se predican es para que unos pocos se conviertan, y no le vemos el valor al hombre, a la humanidad, a la naturaleza humana. Siempre ha habido una pregunta existencial: ¿qué es Dios y qué es el hombre? El salmista se hizo esa pregunta.
“4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? 5 Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. 6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: 7 Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, 8 Las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar.” Salmos 8:4-8
El mismo salmista se contesta. Para entender la gran comisión, el valor del hombre, el salmista está volviendo a Génesis, a la creación, al comienzo de todas las cosas. Tú no puedes entender la Gran Comisión, si no entiendes el comienzo del hombre, si no entiendes Génesis. La Gran Comisión no es un plan nuevo de Dios; el plan de Dios siempre ha sido el mismo: que su mejor creación, lo más grande, domine sobre esta tierra, tenga autoridad y dominio sobre esta tierra. El plan de Dios sigue siendo el mismo; cuando Él puso a Adán en esta tierra, lo puso en un lugar para que Adán y Eva llenaran toda la tierra, y todavía sigue el mismo plan. El plan no es sacarnos de aquí a lo loco y que todo esto se pierda. Sigue el mismo plan desde el principio: el plan de que el hombre se levante con autoridad y dominio.
El salmista se cuestionó qué es el hombre que Dios le dio autoridad sobre todo esto, que Dios hizo tanto. Según el texto original, donde dice que Dios hizo al hombre poco menor que los ángeles, realmente lo que dice es poco menor que Elohim, poco menor que Dios mismo. Pero aun los teólogos no podían entender que el salmista dijera que Dios hizo al hombre un poco menor que Él. El hombre no es Dios ni lo será nunca, pero los ángeles no son mayores que nosotros, no tienen autoridad de absolutamente nada, lo único que pueden hacer es cantar y decir “Santo, Santo, Santo” por obligación; la Biblia nos muestra que son siervos nuestros. Tú estás por encima de los ángeles. Muchos se asombran cuando ven ángeles, pero son ellos los que se asombran cuando te ven a ti; ellos no entienden lo que es el gozo de la salvación porque nunca han estado perdidos; no entienden por qué Dios se alegra cuando alguien se encuentra con Él porque ellos no tienen esa experiencia, no saben lo que es eso. Por esa misma razón, jamás un ángel le sonará tan bonito a Dios como tu adoración; tú le adoras desde tu libre albedrío porque entiendes quién es Él.
El salmista realizó que el hombre es lo más grande después de Dios.
A través de los tiempos, los más grandes filósofos han tratado de definir lo que es el hombre. Uno en particular definía al hombre como un conjunto de moléculas. Pero los filósofos no tienen manera de explicar lo que es el hombre. No hay manera, pero es lo más grande que Dios hizo.
Cuando Dios dijo: sean los peces, sean los animales, sean las aves; cuando habló a existencia la creación, hizo miles de cada especie; pero cuando fue a hacer al hombre, hizo uno. De lo barato se hacen réplicas. Dios ordenó llenar las aguas con peces, los cielos con aves, la tierra de animales, y en cuestión de un instante salieron todas las especies. Pero entonces dijo: hagamos al hombre; e hizo un Adán y una Eva. Eso te demuestra lo especial del ser humano.
“4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, 5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, 6 sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. 7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:4-7
En Génesis 1, Dios dice “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” Pero el hombre no aparece sino hasta Génesis 2 porque a los animales Dios los trajo a existencia por la palabra, pero a ti te formó con sus manos. Tienes que ver esto para entender lo especial del humano. En Génesis 2, Dios forma al hombre. Mira si la humanidad es especial, importante para Dios, que tuvimos un proceso de 3 pasos:
- Intención. Dios, en Génesis 1, muestra su intención de crearnos.
- Formación.
- Soplo de aliento de vida.
Dios no tan solo mostró su intención y te formó, sino que no te dejó ahí como cualquier cosa: Él sopló de su aliento de vida en ti. Él se puso dentro de ti.
El problema que tenemos hoy es que no vemos valor en lo que es ser hombre, en lo que es la humanidad. Por eso es que muchos no predican el Evangelio. Para ti es más fácil darle de comer a alguien que predicarle el Evangelio porque al darle de comer satisfaces tu ego, pero si vieras valor en esa persona, si vieras que puede salir de su necesidad y vieras que si conociera al Señor saldría de esa necesidad, más que darle de comer, tú le predicarías el Evangelio y le mostrarías el valor que tiene para Dios.