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Quédate quieto, espera en el Señor

Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor. Lamentaciones 3:26

Muchas veces definimos la palabra «esperar» como retrasar la acción, o quedarse en el lugar en el que estamos actualmente, pero en hebreo, la palabra que traducimos como «esperar» en este versículo de Lamentaciones 3:26  es «qavah» (קוה, pronunciado «kaw-vaw»), que tiene varios significados, uno de los cuales es «reunirse con Dios». Durante siglos, los rabinos han enseñado que «reunirse con Dios» significa elegir seguirle, entregarle nuestros planes, esperar que actúe en nuestro favor y asociarse con él. Esperar a Dios no significa sentarse sin hacer nada; en realidad, significa pasar el tiempo asociándose activamente con Dios justo donde estás.

No sé con quién estoy hablando, pero hay alguien que siente que está en una de las batallas más grandes de su vida. Sientes que has estado en una batalla tras otra. Dios te dice: “¡Quédate quieto! ¡Espera! ¡Estás parado frente a tu avance!” El enemigo ha estado luchando contigo en un intento por distraerte. Dios es tu escudo (Salmo 5:12) y protección. Él te ha rodeado con su favor. Él peleará por ti (Éxodo 14:14). ¡Él te ha cubierto! ¡Posiciónate para recibir tu avance! Dios quiere que apartes tus ojos de la situación y pongas tus ojos en El. Mientras te enfocas en Él y su obra terminada por ti en la Cruz, Su paz permanecerá en ti mientras entras en tu promesa.

Dios te dice: “Las pruebas han sido más severas y a pesar de tus mejores esfuerzos por seguir adelante, estás paralizado en tu vida. Te he traído a este punto para que sepas que estoy aquí para ti y listo para dirigirte al camino que deseo que tomes. Tuve que esperar hasta que hubieras agotado tus propios esfuerzos y fuerza para que escuches lo que tenía que decir. Te digo de verdad que toda la desesperación y el dolor que has pasado es por una razón. Ahora toma mi mano y caminemos juntos para que pueda llevarte al lugar donde has anhelado estar. Te daré paz en tu corazón y sanaré todas tus heridas. El mundo ha sido especialmente cruel contigo, pero te restauraré y te devolveré los años que la langosta ha comido. Has pasado por dificultades, dolor y vergüenza. Has querido rendirte, pero me has clamado por un propósito y una visión para tu vida. A partir de hoy tu vida no será la misma”

Salmos 55:4-7 Mi corazón late en el pecho con fuerza; me asalta el terror de la muerte. El miedo y el temblor me abruman, y no puedo dejar de temblar. Si tan solo tuviera alas como una paloma, ¡me iría volando y descansaría! Volaría muy lejos, a la tranquilidad del desierto.  Qué rápido me escaparía lejos de esta furiosa tormenta de odio.

Salmos 55:16-17 y 22 Pero clamaré a Dios, y el Señor me rescatará. Mañana, tarde y noche clamo en medio de mi angustia, y el Señor oye mi voz. 22 Entrégale tus cargas al Señor, y él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan.

Con amor y oraciones,

Fuente:
Magie de Cano

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