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¿Que te contamina?

Mateo 18:8-9 “Por tanto, si tu mano o tu pié te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar a la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.”

Jesús, en esta enseñaza que nos deja, no nos habla de una mutilación física sino espiritual. Aunque es muy fuerte y exagerada la comparación, pero necesaria para que comprendamos que debemos cuidar nuestra salvación con temor y con temblor si queremos entrar y disfrutar de la vida eterna en el reino de Dios.

Dios nos habla de despojarnos de todo lo malo que habita en nuestros miembros, los malos hábitos, las malas compañías, los malos pensamientos, las malas actitudes y las malas obras que traíamos del mundo cuando estábamos bajo la influencia del maligno.

Hoy, que hemos dejado de pertenecer al reino de las tinieblas, debemos andar en luz y vivir en novedad de vida, no viviendo en la carne y sus deleites sino crucificando cada día el pecado que nos asedia.

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que le obedezcáis en sus concupiscencias, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado, como instrumento de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumento de justicia” Romanos 6: 12-13.

El hombre se excusa muchas veces de ser débil en la carne, de no poder abandonar el pecado, de ser tentado y no poder resistir o que el enemigo es quien le induce a cometerlos. Con esta hermosa excusa el enemigo se hace grandes banquetes, y se burla de los débiles creyentes que no viven en el espíritu.

No solamente es el diablo quién se ríe de ellos, sino todos los de afuera al no dar testimonio de una nueva vida en Cristo. Dejan mucho que desear en su mala conducta y las malas acciones solamente por no ser valiente y echarlos fuera de sus miembros. El hombre es el único protagonista de estas malas obras seducidos por sus propias concupiscencias que aun les atrae.

El verdadero amor a Dios en el corazón del hombre le permite deshacerse de todo lo que le desagrada a Él. Por amor no tendrán dolor alguno y podrán cortar de raíz el pecado arraigado en sus miembros y lo único que anhelarán es ser agradable a Dios.

Comparemos esta palabra con una enfermedad mortal en nuestro cuerpo como el cáncer o la gangrena, que si no se reconoce la enfermedad nos lleva a una muerte segura. Un miembro de nuestro cuerpo infectado, si no lo sanamos desde el comienzo, la enfermedad avanzará y nos llevará a la muerte. La solución para no morir es amputar, cortar todo lo enfermo e infectado y echarlo fuera del cuerpo sano para que se preserve la vida.

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando halla resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” Santiago 1:12.

Cuando hablamos de deshacernos del pecado, es deshacernos de todo los que nos daña y contamina, lo que nos aparta de la comunión y santidad de Dios. Cristo venció al pecado y a la muerte en Su sacrificio, nos entregó la victoria consumada por Él en la cruz del Calvario para que no vivamos más para el pecado, sino que nuestros miembros sirvan a la justicia.

Es muy importante que cada hijo de Dios escudriñe su vida en las enseñanzas y consejos que el Señor nos ha dejado en su palabra, y con la valiosa ayuda del Espíritu Santo sepa apartarse de todo mal, saber reconocer el pecado y no apañarlo en nosotros mismos, ser sinceros cuando Dios nos muestra lo que está afectando nuestra comunión con Él, y tener la valentía de confesarlo, apartándonos a tiempo, para que no sea el pecado quien nos aparte del amor y la gracia de nuestro amado Señor.

Las malas compañías, los malos hábito, y los malos pensamiento son algunas de las cosas que nos lleva a contaminar nuestros miembros:

Las malas compañías: Muchas veces sabemos que una relación, una amistad o cualquier circulo social es de mala y negativa influencia para nuestra vida cotidiana o nuestra relación con Dios, pero pretendemos no darnos cuenta de ello para seguir con esa amistad o apañar esa relación, aún sabiendo que nos induce al pecado y nos saca de la comunión con Dios.

No es que sea fácil cortar con una relación que traemos del mundo, que por años hemos mantenido y que nos daña; muchas veces puede ser doloroso pero no imposible cortar con ella cuando amamos verdaderamente a Dios, mejor es entrar en el reino de Dios perdiendo una amistad, que mantener una amistad que nos conduce al fuego eterno.

Hoy tenemos una nueva posición en Cristo, no somos hijos de las tinieblas ni nuestros miembros sirven más al pecado, sino que somos hijos amados de Dios y nos ha dado una herencia incorruptible la cual nos conduce en el camino de la salvación y vida eterna.

Somos justificados por la sangre de Cristo en Su sacrificio, y santificados por su Santísimo Espíritu. Tenemos la autoridad que Él nos ha dado para romper y destruir a nuestro miembros, cortando cualquier relación que nos daña y pone en peligro nuestra integridad física y espiritual. Si no lo hacemos, una inofensiva y aparente amistad nos puede llevar a la enemistad con Dios, poniendo en peligro nuestra salvación y vida eterna.

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado” Salmo 1:1.

Los malos hábitos: Conocemos la palabra de Dios, conocemos lo bueno y lo malo, pero son tan fuertes las malas costumbres que nos hicimos, que nos esclavizamos nosotras mismas de ellas.

Solo al conocer la verdad de Cristo y al recibir el Espíritu Santo en nuestra vida, pudimos reconocer la maldad de nuestro corazón. Todo nos parecía bueno, aun lo malo, para nosotros no lo era; nuestra mente, enceguecida por el pecado no nos permitía ver la realidad de lo que a Dios no le agradaba.

Los malos hábitos pueden ser los vicios, la idolatría, la lectura del zodiaco, la adivinación, el chisme, la murmuración y cuantos mas teníamos por dioses en nuestras vidas.

Hoy es nuestra obligación echarlo fuera de nuestros miembros y no hacer de los malos hábitos un deleite, la comida diaria para nuestros miembros que nos contamina todo el cuerpo, que nos lleva a seguir pecando perdiendo el temor de Dios que nos dio vida después de estar muertos en pecado, que nos sacó de las tinieblas y de las garras de Satanás.

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en el; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” 1 Juan 3:9.

Los malos pensamientos: Del corazón del hombre es el fruto sus pensamientos, y de los malos pensamientos salen las malas acciones. El corazón es el manantial de vida del cual proceden los pensamientos del hombre.

De ellos proceden los fraudes, las maquinaciones, la envidia, los perjuicios, los falsos testimonios, los homicidios, y todo lo que destruye nuestros miembros solo brota de un manantial corrompido. Solamente de un corazón corrupto pueden salir todo lo malo que el hombre perverso planea en su mente.

Los pensamientos de los hijos de Dios son rectitud y justicia, aunque muchas veces puedan ser tentados a pensar lo malo, pero eso no le hace caer subyugado ante el pecado, ni le hace caer de su rectitud cuando sus pensamientos son afirmados en la verdad de Cristo, “Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados” Proverbios 16:3.

Una mente sana es de un corazón puro, los pensamientos son limpios y no dañan ni hacen mal a si mismo ni al prójimo. Todo hijo de Dios sabe que tiene la mente de Cristo y por ello no puede albergar pensamientos de maldad.

Has pasado de muerte a vida en Cristo, todo lo que dañe tu relación con Él, debes echarlo fuera de tu vida aunque te duela. No llores lástima ni tristeza, hazlo sin demora para que vivas una vida en victoria, libre de todo pecado, libre de eso que por años ha tenido atada tu vida.

“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte” 2 Corintios 7:9.

El verdadero amor a Cristo te hará apartar de todo pecado sin miramientos, echando fuera de ti todo lo que a Dios no le agrada, haciendo tu presencia acepta y a fin de vivir esa vida llena de bendiciones y prosperidad, porque fiel es el que te ha llamado.

Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” 1 Tesalonicenses 5:23-24; Él es quien lo hará.

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