¿Cómo encontrar la fuerza interior para abandonar las costumbres y hábitos que nos han dañado o dominado por mucho tiempo? ¿Hay esperanzas para alguien que viviendo una vida desordenada desee enderezar su camino?
Un refrán que se repite mucho en Cuba y en algunos países de Latinoamérica pretende enseñar que no: “Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”. Tanto se repite que tiende a aceptarse como una verdad absoluta y sin remedio. Otras veces las personas porfían asegurando que: yo soy así. O peor todavía: Dios me hizo así. De esa manera insisten en que todos, incluso ellos mismos, deben aceptarse tal como son porque la posibilidad de un cambio genuino es casi inexistente.
Si bien es cierto que dejar hábitos y costumbres de vida es un proceso difícil y a veces doloroso, no hay dudas de que sí es posible. Nadie, absolutamente nadie, debe pensar que no hay posibilidad de mejorar la conducta y abandonar costumbres que han desviado la vida del buen camino. Lo que sí es cierto es que el esfuerzo propio raras veces lo logra y que hay muchas fuerzas e influencias externas que conspiran para evitar que las personas tomen el camino correcto Sin embargo, la Biblia enseña que tal transformación es posible y puede ser tan radical y definitiva que la experiencia es llamada “nacer de nuevo”. Esas palabras las usó por primera vez el Señor Jesús cuando explicaba a un hombre llamado Nicodemo de qué manera el Espíritu de Dios podía obrar en las personas para que internamente encontraran la fuerza para cambiar sus vidas y hacer la voluntad de Dios.
Millones de personas en este mundo, al arrepentirse de sus pecados y aceptar a Cristo, han iniciado un proceso que les conduce a vivir una vida diferente. Muchas de ellas tienen historias impresionantes que te contarían con agrado si te acercaras y les preguntaras.
Con frecuencia, si alguien intenta cambiar de vida es criticado o criticada. A los no creyentes les encanta decir:
—Mira para eso, hizo de todo en el mundo y ahora se mete en la iglesia.
Es interesante que a veces los mismos que reprochaban a tales personas su conducta anterior son quienes más ponen en duda la realidad de su conversión. Lo cierto es que cuando los nuevos convertidos comienzan a experimentar cómo el cambio va ocurriendo, sienten que ahora sí sus vidas tienen sentido y son muy felices con su nuevo comportamiento. Pocas experiencias en la vida son tan hermosas como la de comenzar a vivir la vida cristiana.
Nunca permitas que el paso del tiempo te haga olvidar —o dejar de valorar— todo lo que Cristo ya ha hecho en ti.
¡Dios les bendiga!