En cuanto a la oración de petición, hay varias preguntas que nos podemos hacer. La primera, ¿qué podemos pedir? Te van a decir: Tú no puedes pedir cosas naturales; Pide la voluntad de Dios, sabiduría; Pablo pedía que los ojos de nuestro entendimiento sean iluminados, y esa es la oración que tenemos que hacer. Pero, en la Biblia, hay peticiones de toda clase; Por fertilidad, por ganar una guerra, por maná, por que se abra el mar, por perdón. Puedes pedir de todo; No hay una categoría exenta. Por supuesto, tenemos que saber pedir; Pero no hay tal cosa como que puedas pedir salvación, y no una casa o libertad económica. No hay tal cosa como que es más honorable pedir sanidad, que favor y gracia para cuando tú envíes tu currículum, para un nuevo trabajo; Una petición no es más grande que otra. En la Palabra, vemos peticiones increíbles. El profeta sale a construir casa con los profetas, y dice la Biblia que el hacha de uno de ellos cae en el río, y el hombre se desespera porque era prestada; Va donde el profeta para que resuelva el problema, y el profeta tira un palo y hace que el hacha flote. Dios permite al profeta usar su poder para que un hierro flote, para construir una casa. Si fuera hoy, algún religioso cuestionaría por qué no dar dinero a los necesitados, y para qué construir. Y, muy seguramente, quien cuestiona esto no ha dado un plato de comida ni ha hecho nada por ayudar a nadie; Pero siempre es más fácil criticar. La Biblia lo que nos muestra con esto es que el poder de Dios no lo podemos limitar a un área particular, a una parte de tu vida, porque cancelas la plenitud de lo que Dios quiere que tú experimentes. El Dios al que tú le pides salvación, es el mismo que puede traer sanidad, paz, provisión. ¿Qué puedes pedir? No hay categoría excluida; Hay múltiples cosas que puedes pedir.
Segundo, ¿por qué razón tenemos que pedir? Si Dios sabe tus necesidades, ¿por qué tener que pedir? PorqueDios no se deja llevar por lo obvio. Jesús le preguntó al ciego si quería recibir la vista; Lo normal es que quiera, pero ¡qué sabes tú! Quizás tenía un hijo y prefería la sanidad de su hijo. La fe no se mueve por lo obvio; Hay que dirigirla; Por eso, tienes que pedir. No todo el mundo quiere una casa, unas vacaciones; Tú tienes que saber qué es lo que tú quieres, para que, el día que estés ante alguien que tenga acceso, te lo pueda dar; Pero, si no sabes, no puedes un día decir: Yo quería tal cosa; Porque nunca lo dijiste. No es obvio que quieras un nuevo carro; Hay gente que no le importa, y si se los dan, lo reciben, pero si les hubieran dado otra cosa, hubieran sido más felices, porque era lo que ellos querían. Si tú no sabes lo que quieres, ¿cuál es tu inspiración, tu aspiración; para dónde vas? Tú tienes que estar claro; No te puedes dejar llevar por lo obvio. Dios no se va a dejar llevar por lo obvio; Dios se deja llevar por tu fe, y tu fe es clara, precisa; Tu fe tiene que pedir porque no es por lo obvio. Además, Dios sabe tus necesidades, pero tu fe no está en si Dios sabe tus necesidades, sino en si tú sabes las provisiones que Él tiene para tu vida; Pides, no por tus necesidades, sino porque sabes las provisiones que Él tiene. Cuando tú comienzas en el Señor, tienes tantas necesidades, que necesitas tu fe; Pero llega un día que no la necesitas; Ya la experiencia te ha enseñado a trabajar, tu fe te ha llevado a poner la máquina a correr, has logrado suplir tus necesidades, y hay muchas cosas que puedes hacer sin tener fe, porque has aprendido a través de la vida; El aprendizaje fue primero por la fe, pero ahora tu fe te necesita. ¿Por qué? Porque, como ahora no necesitas de la fe, tu fe necesita que tú creas por algo. Quizás tú no necesitas una casa más, pero tu fe necesita creer por algo; Quizás tú no necesitas un trabajo nuevo o un auto nuevo, pero tu fe necesita creer por algo. Si dijeras hoy que tienes todo, pudiera ser verdad, y quizás no activarías tu fe, pero morirías, porque el justo por la fe vivirá. Lo que le agrada a Dios de tu vida es tu fe; Si está inactiva, no estás agradando a Dios. Por supuesto, te juzgan, porque cuando tú tienes cierto nivel, preguntan por qué tú estás aspirando a más, si ya tú tienes lo que ellos quieren; Pero es sencillo: Porque tu fe necesita creer por algo; De lo contrario, te mueres. Cuando tu fe alcanza lo que aspiraba, tú no puedes vivir por lo que alcanzaste; Tú vives por lo que estás creyendo. Hay que creer; Tu fe necesita que tú creas.
Tercero, ¿por qué tú necesitas pedir? Porque, cuando tú pides, demuestras dependencia de Dios. El que no pide, dice: Todo lo puedo hacer por mí mismo. Si no le pides un trabajo a Dios, estás diciendo: El trabajo lo puedo obtener por mí mismo. Todo lo que tú pides, es para demostrar tu dependencia de Dios. Tú no eres autosuficiente; Y tu petición es un acto de humildad: Señor, si voy a lograr esto, es porque tú me lo vas a dar; Este trabajo, es porque tú me lo vas a dar; Vengo a pedírtelo a ti, Señor; Me he preparado, tengo mi currículum, pero te pido a ti que me lo entregues, que tú me lo des; Yo dependo de ti. De manera tal, que cuando lo obtengas, tú le puedas decir a todos: Esto me lo dio Dios; No es por el trabajo; Fue Dios; Este carro, este trabajo, me los dio Dios; No fueron los estudios; Se lo pedí a Dios, y Él me lo entregó. Que todo lo que tú tengas, sea para la gloria de Dios.
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Santiago 4:1-3
¿Qué es lo que acaba la codicia y la envidia? El que tú te atrevas a pedir. ¿Qué le pasó al hijo mayor de la parábola del hijo prodigo? El hijo mayor se quedó en la casa, no se fue; El hijo menor se atrevió a pedir; Le dijo al papá: Dame mi herencia. Y el papá, sabiendo que la iba a botar, se la dio porque se atrevió a pedir. Se fue y la desperdició, y cuando regresó, el papá le dio más. El hijo mayor se molestó, no quiso ir a la fiesta y le dijo al papá: Él lo ha botado todo, y yo que siempre te he servido, no me has dado nada. Y el papá le dijo: Lo único que tenías que hacer era pedírmelo; Es más, todo es tuyo: Coge lo que te dé la gana. “Nunca me has dado ni un becerrito”; Todo lo mío es tuyo, le dijo el papá. Tú estás aquí peleando; Abre el corral, y coge el que quieres. Y eso es lo que hace la diferencia en tu vida: Que tú te atrevas a pedir.