FILIPENSES 3:13-14 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Cuando hablamos de un ancla nos referimos en términos generales, a un objeto diseñado para inmovilizar o mantener un barco en una posición fija al aferrarse al fondo del mar.
Pero cuando se habla de un «ANCLA» EN LA VIDA de alguien, nos referíamos a TODO AQUELLO QUE IMPIDE QUE UNA PERSONA AVANCE, CREZCA O CAMBIE POSITIVAMENTE, es decir, son factores que provocan estancamiento o limitación.
Aunque muchas veces las anclas que no nos dejan avanzar pueden ser amistades, relaciones tóxicas, personas negativas etc, hoy vamos a reflexionar sobre aquellas anclas que están en nosotros, es decir, anclas que no son externas sino que son actitudes negativas que hay dentro de nosotros y que solamente depende de nosotros poder quitarlas de nuestra vida.
VEAMOS EN LA PALABRA DE DIOS CUÁLES SON ALGUNAS DE ESAS ANCLAS QUE NO NOS DEJAN AVANZAR EN LA VIDA:
I) PRIMERA ANCLA: INCREDULIDAD
(Marcos 16:14) Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
El texto nos dice que nuestro Señor Jesucristo les reprocho a sus discípulos su incredulidad, es decir, porque no habían creído que él había resucitado. Esto nos demuestra que la incredulidad es algo que no debemos permitir en nuestra vida porque la incredulidad significa dudar de Dios, dudar de su palabra, dudar de su poder.
La incredulidad es un ancla para nuestra vida pues no nos permite agradar a Dios (Hebreos 11:6) Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Cuando somos incrédulos no avanzamos pues estamos dependiendo solamente de nuestra propia capacidad, de lo que es posible para nosotros, de los que humanamente podemos hacer o lograr, pues solamente la fe, nos permite tener acceso a lo imposible, a lo que no está a nuestro alcance sino solamente para nuestro Dios (Marcos 9:23) Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
II) SEGUNDA ANCLA: SOBERBIA
(Santiago 4:6) Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
¿Que significa que Dios RESISTE A LOS SOBERBIOS? veamos la respuesta viendo este mismo versículo en una versión diferente:
Versión Dios Habla Hoy (DHH) Pero Dios nos ayuda más con su bondad, pues la Escritura dice: DIOS SE OPONE A LOS ORGULLOSOS, pero trata con bondad a los humildes.
Nueva Biblia Viva (NBV) Pero él nos ayuda más con su favor. Por eso la Escritura dice: DIOS ESTÁ EN CONTRA DE LOS ORGULLOSOS, pero a favor de los humildes
Verdaderamente la soberbia es un ancla muy peligrosa porque ¿Cómo vamos a avanzar si Dios se opone a nosotros, si Dios está en contra de nosotros?
La soberbia no nos permite avanzar en la vida porque no nos permite reconocer nuestros errores ni nuestras debilidades o áreas de mejora, la soberbia nos engaña haciéndonos creer que tenemos la razón y que nadie nos puede corregir (Abdías 1:3) La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?.
III) TERCER ANCLA: MAL CARÁCTER
(PROVERBIOS 15:18) El hombre iracundo promueve contiendas; Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.
El mal carácter verdaderamente es un ancla porque nos puede llevar a QUEDARNOS ESTANCADOS EN COMPORTAMIENTOS NEGATIVOS, INMADUROS Y DESTRUCTIVOS, pues en lugar de reconocer nuestras malas actitudes nos enojamos, reventamos llenos de ira y no dejamos que nadie nos de su opinion o que nos aconseje
TENEMOS QUE RECONOCER QUE EL MAL NOS CIERRA PUERTAS para las oportunidades que Dios tiene para nosotros en la vida pues las personas prefieren trabajar y relacionarse con aquellos que manejan bien sus emociones, no con aquellos que promueven contiendas y pleitos con todos (Proverbios 22:24-25) No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos, 25 No sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.
Tenemos que comprender que nuestro mal carácter es un ancla que no nos permite avanzar a una relación de paz y armonia en nuestra familia, pues el mal carácter no nos permite resolver los conflictos y mucho menos si usamos violencia, pues la violencia NO RESUELVE NADA sino al contrario (Proverbios 19:19) El de grande ira llevará la pena; Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.
IV) CUARTA ANCLA: IRRESPONSABILIDAD
(Proverbios 22:1) De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro.
Verdaderamente la responsabilidad produce en las personas UN BUEN NOMBRE de ser alguien que cumple, que queda mal, es decir, una persona de confianza.
Es por eso que la irresponsabilidad es un ancla muy pesada en nuestra vida pues es todo lo contrario al buen nombre, ya que podemos tener conocimiento, experiencia, pero nos afecta grandemente ser personas irresponsables, que no cumplen, que dejan todo a medias, que no pagan, es decir, que no se puede confiar en ellas.
Tenemos que comprender que la irresponsabilidad, NO VALORAR NI CUIDAR LAS OPORTUNIDADES QUE DIOS NO DA; es un ancla también porque nos frena de las bendiciones que Dios tiene para nosotros (Mateo 25:21) Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
CONCLUSIÓN: Las anclas que no nos dejan avanzar en la vida —incredulidad, soberbia, mal carácter e irresponsabilidad, representan actitudes y comportamientos internos que frenan nuestro desarrollo espiritual, emocional y personal. Al igual que Pablo, debemos decidir «olvidar lo que queda atrás y extendernos a lo que está delante», dejando atrás esas anclas que impiden nuestro crecimiento y entregándonos al propósito de Dios para nuestras vidas. Solo así podremos alcanzar la meta que Él nos ha preparado en Cristo Jesús.