En el momento en el cual el profeta Isaías escribió estas palabra de parte de Dios para su pueblo, los Israelitas tenían más de medio siglo de estar viviendo en el exilio, pues por su rebeldía y por su idolatría Dios permitió que el imperio Babilónico y su rey Nabucodonosor destruyeran Jerusalén en el año 587 a.C. y después los llevaron exiliados a Babilonia. ISAIAS 43-1-7-
Pero cinco décadas más tarde, ya el final de su exilio se acerca, la mayoría de los exiliados ha nacido en cautiverio en Babilonia, son una generación de judíos que han enfrentando un realidad muy dura, lejos de su tierra, en cautiverio, y siendo siervos de los babilonios, en todo ese tiempo, el pueblo de Israel ha tenido mucho tiempo para reflexionar y seguramente que algunas de las preguntas que todos los judíos se hacían eran: ¿Puedo tener esperanza de algo más allá de esta realidad? ¿Seremos siervos en Babilonia para siempre? ¿Verdaderamente existe alguna esperanza de que algún día seremos libres?
REFLEXIONEMOS AHORA EN NUESTRA VIDA: Posiblemente muchos de nosotros nos podemos sentir hoy identificados con los judíos que estaban exiliados en Babilonia, quizás puedan sentirse agobiados por sus problemas, por sus deudas, por la escasez en la que están viviendo, por él abandono de su familia, y seguramente muchas personas se hacen hoy en día esa misma pregunta ¿Puedo tener esperanza de algo más allá de esta realidad que estoy viviendo?
La respuesta a esta pregunta, tanto para el pueblo judío que estaba exiliado en Babilonia, como para nosotros en la actualidad que nos sentimos angustiados y atrapados en nuestros problemas, es la misma: SÍ PUEDES TENER ESPERANZA PORQUE DIOS ES TU REDENTOR (VS 1)
Dos detalles muy importantes de este versículo eran muy conocidos por el pueblo de Israel, por eso estas palabras eran verdaderas palabras de esperanza para ellos y también para nosotros: TE REDIMI Y TE PUSE NOMBRE.
Los israelitas sabían que la redención significaba ser liberado pagando un precio, y nosotros sabemos que nuestra libertad ha sido pagada por Cristo en la cruz.
Los israelitas sabían que poner nombre o nombrar a alguien era una obra de autoridad que denotaba posesión, responsabilidad y protección, es reconocer que Dios es su padre e Israel es su hijo, nosotros hemos recibido el mejor de todos los nombres, somos hijos de Dios.
Es por eso que el Señor le dio a su pueblo que él redimió y que le puso nombre, preciosas promesas, para tener esperanza aun en medio de la realidad que estaban viviendo en Babilonia, y esas promesas son también para nosotros que hemos sido redimidos por la sangre de nuestro Señor Jesucristo y que hemos recibido un nuevo nombre de parte de nuestro Dios, son promesas preciosas para corazones angustiados como los Israelitas en Babilonia.
Veamos en el capítulo 43 de Isaías cuales son esas preciosas promesas:
I) PRIMERA PROMESA: LA PRESENCIA DE DIOS (ISAIAS 43:1a)
El pueblo de Israel dos veces estuvo frente a las aguas y a pesar de su temor tenían que cruzarlas: Cuando salieron de Egipto y llegaron frente al mar rojo, y cuando estaban a punto de entrar a la tierra prometida y llegaron frente al río Jordán.
En ambas situaciones Dios les demostró que su presencia estaba con ellos, ellos atravesaron el mar rojo y él río Jordán en seco, Dios abrió camino en medio del mar para que su pueblo pasara, donde parecía imposible pasar, Dios estaba con ellos y abrió un camino sobrenatural.
Posiblemente en este momento en nuestra vida podemos estar frente a una situación que para nosotros es como el mar rojo, parece imposible , parece que es imposible pasar en medio de esa prueba y salir victorioso, pero el Señor nos recuerda este día que su presencia está con nosotros, y así como Israel pasó en medio del mar, así para nosotros Dios hará un camino, vamos a pasar, y al otro lado cantaremos un himno de victoria.
II) SEGUNDA PROMESA: PROTECCIÓN SOBRENATURAL (ISAIAS 43b)
El Señor por medio del profeta Isaías trae a la memoria de su pueblo un acontecimiento que seguramente todos los judíos exiliados en Babilonia conocían y recordaban, el momento en el cual Sadrac, Mesac y Abed Nego, fueron lanzados vivos al horno de fuego por no adorar la imagen del rey Nabucodonosor (Daniel 3:14-21)
Pero dentro del horno de fuego ardiente Dios estuvo con ellos, en medio del fuego Dios los protegió de manera sobrenatural, y no se quemaron ni la llama ardió en ellos ni en su ropa (Daniel 3:23-27)
El Señor les estaba diciendo y recordando a su pueblo, así como estuve con ellos estaré con ustedes, así como los cuide a ellos los cuidare a ustedes, mi protección estará sobre ustedes aunque pasen por el fuego y exactamente nos dice lo mismo a nosotros, su protección sobrenatural está sobre nuestra vida todos los días.
III) TERCERA PROMESA: DIOS HARÁ COSAS NUEVAS (ISAIAS 43:16-19)
Los israelitas eran un pueblo de musica y de danza, de fiestas y regocijo, pero en Babilonia se volvieron un pueblo triste y sin esperanza, tal como lo dice el Salmo 137:1-4, ellos dejaron la música y colgaron sus arpas, y se dedicaron a llorar recordando su nación, recordando su tierra.
Es por eso que el Señor les dice, no os acordéis de las cosas pasadas ni traigáis a memoria las cosas antiguas, es decir les estaba diciendo: dejen ya de llorar por el pasado, dejen de lamentarse por lo que ya no pueden cambiar, confíen que yo tengo algo nuevo para ustedes, confíen en que hay esperanza, alegría y gozo en su mañana.
Posiblemente nuestro corazón está triste porque vivimos recordamos las cosas pasadas, en nuestra familia, en nuestro matrimonio, en nuestra economía, y quizás al igual que el pueblo de Israel hemos colgado nuestra arpa, es decir hemos perdido toda esperanza, pero hoy al igual que a Israel el Señor nos dice a cada uno de nosotros: CONFÍA EN MÍ, YO TENGO ALGO NUEVO PARA TU VIDA, YO TENGO UN NUEVO MAÑANA PARA TI.
CONCLUSIÓN: Dejemos ya de poner nuestro oído y nuestra atención en las palabras de personas que nos desaniman, que nos quitan la esperanza de nuestro corazón y pongamos toda nuestra fe y confianza en aquel que hace camino en el mar y senda en las aguas impetuosas (Isaías 43:16) confiemos en sus promesas, porque sus promesas son verdaderas y eternas y están a disposición de sus hijos que le creen.