La pobreza es resultado de diferentes circunstancias, pero mucho más de nuestras decisiones. Hay ciertas decisiones que tú tienes que tomar en tu vida para poder vivir por encima de ese nivel de pobreza financiera, emocional o espiritual.
“Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; 4 Y con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y agradable.” Proverbios 24:3-4
En aquellos tiempos, se guardaba la abundancia en cámaras, en cuartos; y esta escritura nos dice que estas cámaras se llenan de abundancia cuando el hombre tiene sabiduría, ciencia, entendimiento. Cuando carecemos de las ideas, los pensamientos, la revelación correcta; cuando no procuramos el conocimiento en todas las dimensiones, en nuestras cámaras hay escasez. Como creyentes, tenemos que tener claro que nos movemos en diferentes dimensiones; la natural, la espiritual; y tenemos que sabernos mover en ellas.
En una ocasión, Jesús dijo: ¡Cuán sagaces son los hijos de las tinieblas! En otras versiones, dice: ¡Ojalá los hijos de la luz fueran tan sagaces como los hijos de la tinieblas, y utilizaran las riquezas injustas para tener recompensas eternas! Jesús reconocía que puedes ser muy inteligente espiritualmente, pero carecer de sabiduría en lo natural. Una cosa no compensa la otra; hay sabiduría natural, y sabiduría espiritual, y tenemos que movernos en ambas.
La Biblia nos habla, en 1 Reyes, de aquella viuda que va donde el profeta y le dice: Tu siervo me dejó endeudada de tal manera que se vienen a llevar a mis hijos. Aquel era un hombre creyente; servía al profeta, por lo tanto, servía a Dios. La unción de este hombre, su contacto con el profeta, no evitó las malas decisiones que le llevaron a endeudarse; porque tenemos que ser sabios con la unción, con el poder y en el espíritu, y tenemos que ser sabios en lo natural. La cuenta de banco no se llena si no estás aprendiendo. No se trata de tener títulos universitarios. Hay gente próspera que no tiene un título universitario, y hay gente pobre que sí lo tiene. Hay gente próspera que no ha pisado una universidad, pero han sido lo suficientemente inteligentes para aprender por su cuenta acerca de negocios. El problema es que hay quien nunca busca ninguna sabiduría; no buscan cómo aprender algo nuevo, cómo progresar; muchos no buscan la sabiduría de la Palabra. La Biblia habla acerca de cómo tratar con tu jefe, con tus empleados, con momentos difíciles, con tu familia, con tus semejantes, con tus finanzas. Cuando tú comienzas a estudiar la Palabra, Dios te da revelación; por lo tanto, desaparece la pobreza de tu vida.
Cuando tú eres sabio mental y espiritualmente, y aprendes la sabiduría de Dios, tu vida económica comienza a cambiar. Hoy es un buen día para que tú decidas perseguir la sabiduría. Aspira a esto para que entiendas todo lo que Dios tiene para ti.
“ Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.” Proverbios 21:5
Una de las cosas que provoca que una persona llegue a pobreza es vivir alocadamente, sin planificación, sin la debida dirección hacia lo que tiene que hacer. Cuando tú no planificas, alguien lo hace por ti; cuando tú no estableces un plan, alguien lo va a hacer por ti.
Planificar es proyectarse hacia el futuro, establecer metas con fechas en que deben ser alcanzadas. Esta planificación te permite tomar las decisiones correctas. Si deseas bajar de peso, necesitas planificarte. La tentación de comer lo erróneo cambiaría si, de antemano, decides lo que vas a comer. Si miras el menú y preguntas por las ofertas, tu mente divaga entre estas opciones y, por no planificarte de antemano, ahora estás dirigido por el impulso.
Esto nos lleva a otra razón por la que llega pobreza: El tener prioridades incorrectas. La poca planificación te lleva a tener malas prioridades, y las malas prioridades te hacen vivir bajo impulsos emocionales.
“ Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.” Proverbios 21:17
El hombre que vive alocadamente, que no planifica, que permite que las tentaciones lo lleven de un lado a otro, que se deja llevar por los impulsos, no se enriquecerá. Toda compra es una decisión emocional. Compras comida porque tienes hambre, pero el lugar donde decides comer y lo que decides comer es emocional. No tienes que comerte el pastel; el problema es que sientes que mereces ese disfrute, por lo duro que has trabajado. Cuando permites que sean tus impulsos los que te lleven a tomar tus decisiones económicas, tu vida se distorsiona. Piensas que no lo haces así, porque todo lo compras en oferta; pero probablemente compras cosas que no necesitas, meramente porque están en oferta; eso es una decisión emocional.
Hace falta sabiduría, planificación y establecer tus prioridades correctas, para que no vivas bajo los impulsos de tu carne. Si tú quieres vivir en riqueza, en bendición, aprende estas tres cosas. El Dios al que tú le sirves quiere que tú vivas en abundancia. Busca de Él, de su sabiduría, su revelación, y experimenta esa libertad en la que Él quiere que tú vivas.