Se cuenta que una vez el diablo quiso retirarse de diabólico quehacer y puso en venta todas sus armas. En el día señalado fueron exhibidas todas sus herramientas, con el precio de cada una bien señalado. Lucas 24:13-17
Una de ellas tenía un precio mucho más alto que las demás. Le preguntaron por qué y él respondió porque era la cuña del desaliento.
Pero, ¿por qué es tan elevado su precio?
Porque es la herramienta más útil y eficaz que tengo. Mediante ella entro en la mente del hombre y una vez dentro puedo hacer mi obra. Pocos creen que me pertenece.
Según el cuento, el precio era tan alto que nadie la compro y el diablo sigue usándola.
Satanás puede tomar el más dedicado de los cristianos, a ese que ha recibido a Cristo en su vida y trata con todo empeño en servirle, y meterle el desaliento en su alma e inutilizarle por completo. Un maestro de escuela dominical no ve los resultados que quisiera y se desanima. Un nuevo creyente ve los fallos y debilidades de los demás cristianos y se desmoraliza.
Todo buen creyente que lucha y se esfuerza por la causa de Cristo puede desalentarse. Satanás puede meter el desaliento dentro de él y abrir la puerta para que entre el resto de su equipo. El puede romper la vida del mejor con la cuña del desaliento.
Por eso todo creyente debe ser capaz de vencer el desánimo, la crítica, el rechazo, la ingratitud o, de lo contrario, el diablo se aprovechara de esas circunstancias.
El Desaliento. 24:17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?
El desaliento es el sentimiento más poderoso para detener nuestro avance en la vida. No hay nada peor que una persona que ha perdido totalmente las esperanzas y no encuentra consuelo ni salida a su problema.
En la Biblia encontramos varios ejemplos de personas desalentadas por las circunstancias que le tocaron vivir.
Moisés. Nm. 11:15 «Y si así lo haces tu conmigo, yo t ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.»
Jos. 7:7 «Y Josué dijo: Ah, Señor Jehová ¿Por qué nos hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para que nos destruyan? Ojala nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán.»
Elías. 1R. 19:4 «Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.»
Job 10:1 «Esta mi alma hastiada de mi vida; daré libre curso a mi queja, hablare con amargura de mi alma.
David Sal. 42:6 «Dios mío, mi alma esta abatida en mi; me acordare, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
Y así podríamos seguir todo el día viendo ejemplos Bíblicos en cuanto al desaliento.
El desaliento puede paralizarnos y dejarnos inmóviles ante las mejores oportunidades. El desaliento no les dejo ver que era Jesús quien caminaba con ellos. El desaliento no nos deja ver las buenas cosas que suceden a nuestro alrededor.
El factor denominante que encontramos en la mayoría de estos textos es «la queja». Y podríamos decir que la queja es el primer síntoma del desaliento. Inmediatamente que nos desalentamos comenzamos a quejarnos, como los israelitas en el desierto. Cansados de caminar, dar vueltas y vueltas, pasar hambre cansancio, etc. Comenzaron a quejarse en contra de Moisés y de Dios.
Números 21:4 Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino.
21:5 Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.
Números 32:5 Por tanto, dijeron, si hallamos gracia en tus ojos, dése esta tierra a tus siervos en heredad, y no nos hagas pasar el Jordán.
32:6 Y respondió Moisés a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén: ¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y vosotros os quedaréis aquí?
32:7 ¿Y por qué desanimáis a los hijos de Israel, para que no pasen a la tierra que les ha dado Jehová?
El desaliento también es contagioso, podemos contaminar al que tenemos al lado cuando empezamos a hablar «la realidad» de las cosas. Esto es aceptable para los que no creen en Cristo, que su única esperanza está basada en las cosas que suceden en este mundo. Pero para los que creemos en Cristo hay factor que no podemos dejar afuera y es el factor sobrenatural.
Los discípulos pensaron que todo ya había terminado y esa era la realidad; Cristo había muerto y todas las esperanzas con El, pero dejaron de lado el factor sobrenatural; Jesús les había dicho que iba a resucitar y ellos no le creyeron. Pero de todas maneras Jesús cumplió, el no podía condicionarse por lo que sus discípulos pensaran o creyeran, el lo había prometido y cumplió.
Es por esto que tenemos que fijarnos bien lo que hablamos para no contaminarnos nosotros ni contaminar a los demás.
Santiago 3:5-6 «Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.»
Mat. 15:11 «No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.»
Lo que hablamos en el camino. 24:14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.
Lo más natural es que hablemos de aquello que nos afecta de una manera negativa. El tema de conversación de los discípulos era realmente desanimador: el único que podía salvar al país y a ellos había muerto «nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya es el tercer día que esto ha acontecido». (vv.21).
En esta expresión vemos que todas sus esperanzas se han desvanecido. Aquí claramente se ve que hubiera sucedido con los discípulos si Jesús no hubiera resucitado. Y que sería de nosotros si Jesús no hubiera resucitado.
Las palabras «además de todo esto» significan; a pesar de todo lo que era Jesús, y a pesar de todas nuestras esperanzas. «El tercer día» nuevo motivo de duda y tristeza, ¿seria esto un vago recuerdo de la predicción de Jesús, de que resucitaría en el tercer día?
Jesús en mas de una oportunidad les declaro que era necesario que Cristo muriese pero que resucitaría al tercer día. Pero es como que ellos se olvidaron de lo que Jesús les había dicho y en vez de proclamar Resurrección estaban proclamando muerte. Muchas veces, nosotros somos nuestros peores enemigos. Salimos y hablamos pobreza y nos quejamos porque no tenemos riquezas.
Confesamos la enfermedad todo el tiempo y nos preguntamos porque no tenemos salud.
Confesamos la derrota todo el tiempo y luego nos preguntamos por qué no tenemos la victoria.
Confesamos la debilidad y luego nos quejamos porque no tenemos fortaleza.
Debemos hablar fortaleza y la fortaleza vendrá, debemos hablar victoria y la victoria vendrá. Debemos hablar salud y la salud vendrá. Riqueza y las riquezas vendrá. Gracias a Dios debemos decirlo con nuestra boca. La Biblia dice que Dios creaba en Génesis, el espíritu de Dios se movía y Dios dijo, que fuese y fue. El crea el fruto de los labios. Nosotros creamos el mundo que nos rodea. Por las palabras que hablamos. Pero no podemos elegir cualquier palabra.
Tenemos que decir con nuestra boca las palabras que Dios habló.
¿Qué es lo que estás hablando con tu hermano mientras vamos por el camino? La Biblia no exhorta a que hablemos entre nosotros con salmos e himnos y cánticos espirituales. (Ef. 5:19).
Lo que hablamos entre nosotros puede desalentarnos o alentarnos. (Prov. 18:21)La Biblia dice, la muerte y la vida están en el poder de la lengua, yo sabía decir que: el poder de la vida y de la muerte está en la lengua. El énfasis está en el poder de la lengua. Usted puede crear en la tierra el cielo o el infierno con su boca.
Usted debe cambiar su mundo cambiando sus palabras!
Yo elijo la vida y le digo que no a la muerte cuando hablo lo que Dios habla y renuncio a hablar lo que destruye.
La Palabra lo cambia todo.
24:25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
24:26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
24:32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
En el versículo 23 los discípulos están relatando lo que sucedió cuando las mujeres fueron al sepulcro, y en todo el relato se deja ver la expresión amarga de la duda: ellos no quieren esperanzarse y entusiasmarse por las dudas que no haya pasado nada.
Aunque hay también otros discípulos que visitaron el sepulcro y lo encuentran vacío, este testimonio no vale mucho y la razón es porque: «a el no le han visto».
El desaliento anula dos testimonios que tendrían que haber alcanzado para reanimar todas las esperanzas de los discípulos. Y es por esto que viene el reproche de parte de Jesús y bien merecido.
¡Oh insensatos! Ante todo acusa su entendimiento por no asimilar las promesas que Dios ha hecho por los profetas. Pero este oscurecimiento de la inteligencia tiene una causa moral en el corazón. El corazón asiento de los sentimientos y de la voluntad, es tardo para creer, para confiar, para abandonarse a la voluntad divina.
Era necesario que pasara por los padecimientos para llegar a la gloria. Era necesario porque Dios lo había resuelto así.
El hombre no podía salvarse sino por esos sufrimientos y por esa muerte. El amor eterno de Dios, que quería la salvación del hombre, ha querido también la inmensa abnegación del Salvador, indispensable para la salvación.
Las palabras: empezando desde… y desde… significan que Jesús empezó por el Pentateuco, y paso sucesivamente a los libros de todos los profetas, para hacer otra y explicar a los discípulos lo que en ellos tenía relación con sus sufrimientos y su muerte, su resurrección y su gloria.
A medida que los discípulos adquieren la inteligencia de las escrituras, sienten que las oscuridades de su corazón desaparecen y la luz comienza a tomar lugar, y comienzan a recobrar la confianza, a esperanza comienza a florecer y el ánimo y el aliento es recobrado. Esto es lo que Jesús quería lograr al declararle la palabra.
¿No ardía nuestro corazón? Cuando la palabra tiene lugar en nuestras vidas nuestros corazones comienzan a arder. Ahora ya no tienen ninguna duda sobre su resurrección. Las escrituras estaban hasta entonces cerradas para ellos, la palabra y el Espíritu de Jesús se las habían abierto.
No dejemos que el desanimo tome lugar en nuestras vidas.
Hablemos lo que la palabra dice y digámosle a las circunstancias lo que Dios dice. En vez de proclamar lo malo de «la realidad». La palabra puede traer sanidad cuando es proclamada con fe. El salmo 107:20 dice: Envió su palabra y los sano.
El estudio y el discipulado pueden traer alivio al dolor, esperanza ante la perdida, animo ante el desaliento. No dejemos de ninguna manera, por mas difícil que sean las circunstancias que estemos viviendo, de proclamar la verdad de la palabra de Dios.
Puede que Jesús este caminando a nuestro lado y por ver las circunstancias negativas no lo veamos a El.