Pasábamos por un periodo de cambios de todo tipo en la empresa en donde trabajaba.
Las nuevas jefaturas estaban en un intento por aplicar sus nuevas políticas. Muchos eran afectados tanto de forma negativa como positiva y uno de mis compañeros estaba siendo afectado negativamente.
Estaba reclamando sus derechos y esto le causaba problemas, pero a pesar de todo no logro ninguna respuesta a su favor.
Yo como todo buen ser humano, sentía que era injusto lo que le sucedía, y en algún momento, debo confesarlo, sude un poco la calentura ajena.
Pero Dios en su amor siempre nos detiene a tiempo, y nos enseña a conectar la lengua con el cerebro (Siempre y cuando se lo permitamos).
En el libro de Proverbios 3:30 encontramos: “No tengas pleito con nadie sin razón, si no te han hecho agravio.”
NO DEBEMOS DEJARNOS LLEVAR POR LAS OPINIONES DE LOS DEMÁS, TENEMOS QUE TENER NUESTRO PROPIO CRITERIO. En resumidas cuentas: NO DEBEMOS SUDAR CALENTURA AJENA, es decir no puedo tener pleito o una mala actitud con alguien que no me ha hecho nada, posiblemente hayan personas que tienen pleito con alguien, que no tienen una buena relación, pero eso no significa que también yo tengo que tener esa misma actitud, necesitamos tener nuestro propio criterio, tenemos que ser maduros para relacionarnos con los demás.
Sudar calentura ajena no es ser empático.
Así que le aconseje a mí compañero:
Trabaja más con la boca callada mientras buscas otro trabajo. No te sueltes de una rama mientras no tengas otra agarrada, pero hazlo con la boca callada, de forma diligente para que no te la corten antes de tiempo.
Quizá no lo entienda al no ser cristiano, pero esto nos deja a nosotros otro principio que a veces se nos olvida:
“Cuando hagan cualquier trabajo, háganlo de todo corazón, como si estuvieran trabajando para el Señor y no para los seres humanos.” (Colosenses 3:23).