Todos estamos esperando el cumplimiento de las promesas que Dios nos ha dado, y ante un año de alumbramiento, septiembre marcará un nuevo tiempo. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que, la Biblia nos relata cómo cada vez que el Señor estaba a punto de hacer grandes cosas entre Su Pueblo, les decía que se santificaran. El Señor está a punto de moverse nuevamente entre nosotros de una manera poderosa, y tal como lo hicieron Moisés y Josué, hemos sido llamados a conquistar y caminar con señales, maravillas y milagros. Somos parte de una generación que caminará en Su autoridad y poder, demostrando el Reino de Dios en la tierra. Pero necesitamos santificarnos.
Dios está limpiándonos y este proceso puede verse como un trabajo de preparación para los nuevos comienzos. Por ejemplo, si usted va a pintar un cuadro, primero limpia la superficie, si usted va a comer, no pone su comida en un plato sucio del día anterior, si compra ropa nueva, primero se baña antes de usarla. De igual manera es con Dios.
No podemos ser partícipes de las bendiciones si permanecemos participando de las atracciones que el mundo nos ofrece. Con esto en su mente y su corazón, le comparto esta palabra de Patricia King. Es tiempo de defender la santidad y la justicia. Es tiempo de venir ante Su altar con arrepentimiento. La obra que El comenzó en nosotros la perfeccionará.
2 Timoteo 2:20-21 Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra. Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra.
EL DIOS DE LA BONDAD Y LA SEVERIDAD
“Dios es misericordioso y bueno. ¡EL ES AMOR! Su presencia es hermosa y Sus caminos son excelentes. Debemos seguirlo y obedecer Su Palabra. Debemos vivir de manera rectamente y moralmente. Esta es una respuesta normal que viene al ser tocado y lleno de Su amor. Debemos ser santos como Él es santo. La mayoría de los líderes y amigos creyentes que conozco viven vidas justas delante de Dios, no se entregan a los deseos de la carne ni a los caminos del mundo. Lo aman apasionadamente, reflejan su naturaleza y buscan Su rostro.
ALGUNOS ESTAN ESCLAVIZADOS AL PECADO
Desafortunadamente, hay algunos que no han cuidado sus corazones y han sido esclavizados por el pecado. Como resultado, se han lastimado a sí mismos y a otros. Nuestras acciones siempre afectan a los demás para bien o para mal. Tristemente, descubrimos una tendencia creciente en el Cuerpo de Cristo que apoya la aceptación de los comportamientos que la Biblia aborda como pecado (es decir, pecado sexual, borracheras, lenguaje impuro, atracciones del mismo sexo, etc.). Los líderes muchas veces tienen miedo de abordar el pecado y aplicar disciplina por temor a que puedan ser vistos como «RELIGIOSOS».
En el ejemplo de Elí y sus hijos, encontramos que Elí, el líder, no abordó los problemas del pecado en la vida de sus hijos que eran sacerdotes en la Casa del Señor. Cuando llegó el juicio, no fueron solo sus hijos los afectados, sino Eli; sus hijos y toda la nación pagaron las consecuencias. La severidad de Dios fue implementada para tratar con la negligencia de sus caminos. (1 Samuel 2:12-36)
1 Samuel 2:30 Por tanto, el Señor, Dios de Israel, declara: “Ciertamente yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí para siempre”; pero ahora el Señor declara: “Lejos esté esto de mí, porque yo honraré a los que me honran, y los que me menosprecian serán tenidos en poco”.
Dios está limpiando su casa en esta hora: ha mostrado mucha misericordia esperando que seamos llevados al arrepentimiento, pero ahora, también veremos Su severidad. Si respondemos a Su misericordia con arrepentimiento, no habrá necesidad de severidad. Tenemos que tomar decisiones serias. Los líderes deben ser amorosamente valientes y audaces en esta hora y velar por la «CASA», confrontando con valentía el pecado cuando sea necesario, si no lo han hecho anteriormente.
EL CAMINO MISERICORDIOSO DE DIOS
Dios siempre desea que caminemos en la luz como Él está en la luz, y si pecamos, nos ha mostrado un camino misericordioso: debemos arrepentirnos, apartarnos de nuestros pecados y recibir perdón y limpieza, (1 Juan 1:9) pero no debemos permanecer intencionalmente en el pecado después de haber sido perdonados.
Proverbios 28:13 El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Dios continuará convenciéndonos de nuestras conductas nocivas y formas pecaminosas porque nos ama, y debemos tener cuidado de no endurecer nuestros corazones cuando amorosamente aborde los problemas en nuestras vidas: debemos apoyarnos en Su amor y ser transformados.
LA SEVERIDAD DE DIOS
Cuando ignoramos Sus convicciones y nos resistimos al arrepentimiento, Dios continuará extendiéndose una y otra vez, pero llegará un momento en que cosecharemos lo que hemos sembrado y lo que está oculto será gritado desde los tejados. En algunos casos, se encontrarán con graves consecuencias por falta de arrepentimiento. Si la bondad de Dios no nos liberta, su severidad lo hará. Nos ama demasiado para dejarnos en peligro. Vemos ejemplos de la severidad de Dios en el Nuevo Testamento, como Ananías y Safira (Hechos 5) y la disciplina de Pablo que se encuentra en 1 Corintios 5: 1-5.
UN GRAN DERRAMAMIENTO ESTA A LA MANO
El Espíritu de temor del Señor, las fuertes convicciones del Espíritu y la severidad de Dios se manifestarán en los días venideros a medida que Dios limpia amorosamente Su casa, y luego veremos el mayor derramamiento del Espíritu, la cosecha más grande jamás vista. Abracemos tanto la bondad como la severidad de Dios. Alineémonos, llenemos el corazón de Dios de placer, Amémoslo, amémonos a nosotros mismos y a los demás caminando en rectitud.
1 Pedro 4:17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?
Hebreos 10: 26-27 Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados. Solo queda una terrible expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios.
Isaías 1: 18 -20 Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! ¿Están ustedes dispuestos a obedecer? ¡Comerán lo mejor de la tierra! ¿Se niegan y se rebelan? ¡Serán devorados por la espada! El Señor mismo lo ha dicho.
Con amor y oraciones,