“La oración de guerra” compuesta por el teólogo alemán Matthews Henry, que vivió en el siglo XVIII, quien escribio un comentario biblico de toda la biblia y que hasta el dia de hoy grandes siervos lo siguen usando, ha probado ser de gran bendición para muchos que la han leído. Yo la recomiendo para todos aquellos que están apenas conociendo su posición en Cristo. Pero de manera especial para los que están afrontando una lucha espiritual o un mal demoníaco. El diablo odia esta oración. Si usted tiene un problema serio en su vida espiritual, use esta oración diariamente, leyéndola en voz alta en tu tiempo de oración. Por favor no la tomes como un rezo, sino medítala, créela y declárala con todo su corazón.
Padre celestial, me inclino en adoración y alabanza ante ti. Me cubro con la sangre del Señor Jesucristo como mi protección durante este tiempo de oración. Me rindo a ti completamente y sin reservas contra todas las obras de Satanás que me dificultan en este tiempo de oración y me dirijo solamente al Dios vivo y verdadero, rehusando cualquier participación de Satanás en mi oración.
Satanás, sal de mi presencia con todos tus demonios, en el nombre del Señor Jesucristo y pongo la sangre del Señor Jesucristo entre nosotros.
Padre Celestial, te adoro y te alabo. Reconozco que tú eres digno de recibir toda la gloria, honor y alabanza. Renuevo mi obediencia a Ti y te pido que el bendito Espíritu Santo me capacite en este tiempo de oración. Te doy las gracias, Padre Celestial, porque me has amado desde la eternidad, porque enviaste al Señor Jesucristo al mundo para morir como mi sustituto para que yo fuera redimido. Te doy las gracias porque el Señor Jesucristo vino en representación mía, y que a través de Él, Tú me has perdonado por completo; me has dado vida eterna; me has dado la justicia perfecta del Señor Jesucristo y ahora estoy justificado. Gracias porque en Él Tú me has hecho completo, y te has ofrecido a mí como mi ayuda y fortaleza diaria.
Padre Celestial, abre mis ojos para que pueda ver lo grande que eres y lo completa que es tu provisión para este nuevo día. En el nombre del Señor Jesucristo ocupo mi lugar con Cristo en los lugares celestiales con todos los principados y poderes debajo de mis pies. (Poderes de las tinieblas y espíritus malignos) Gracias por la victoria que el Señor Jesucristo ganó para mí y porque estoy sentado con Él en los lugares celestiales; por lo tanto, declaro que todos los principados y poderes y todos los espíritus malignos están sujetos a mí en el nombre del Señor Jesucristo.
Gracias por la armadura que Tú has provisto, me pongo el cinto de la verdad, la coraza de justicia, los calzados de la paz, y el yelmo de la salvación. Elevo el escudo de la fe contra todos los dardos e fuego del enemigo, y en mi mano tomo la espada del Espíritu, la Palabra de Dios, y uso tu Palabra contra todas las fuerzas del mal en mi vida; me pongo esta armadura y vivo y oro en completa dependencia de ti, bendito Espíritu Santo.
Gracias, Padre Celestial, porque el Señor Jesucristo despojó todos los principados y poderes y los mostró abiertamente triunfando sobre ellos en la cruz. Reclamo toda esa victoria para mi vida hoy. Arrojo de mi vida todas las insinuaciones, acusaciones y tentaciones de Satanás. Afirmo que la Palabra de Dios es verdad y decido vivir hoy a la luz de la Palabra de Dios.
Decido, Padre Celestial, vivir en obediencia a ti y en comunión contigo. Abre mis ojos y muéstrame las áreas de mi vida que no te agradan. Obra en mi vida para que no haya ningún lugar en que Satanás pueda poner su pie. Muéstrame cualquier área de debilidad. Muéstrame cualquier área de mi vida en la que deba intervenir para que pueda agradarte. Estoy contigo y con el ministerio del Espíritu Santo en mi vida.
Por fe, y dependiendo de Ti, desecho al viejo hombre y permanezco en la victoria de la crucifixión, donde el Señor Jesucristo proveyó limpieza de la vieja naturaleza. Me visto del nuevo hombre y me afirmo en la victoria de la resurrección y la provisión que Él hizo por mí allí para vivir por encima del pecado. Por consiguiente, en este día, desecho al viejo hombre con su egoísmo y me visto de la nueva naturaleza con su amor. Desecho la vieja naturaleza con su temor y me visto con la nueva naturaleza con su valor, desecho la vieja naturaleza con su debilidad y me visto de la nueva con su fortaleza. Desecho hoy la vieja naturaleza con todos sus deseos engañosos y con sus vicios, me visto de la nueva con toda su justicia y pureza.
Permanezco en la victoria de la ascensión y glorificación de Cristo, el Hijo de Dios, donde todos los principados y poderes fueron sometidos a Él y reclamo mi lugar en Cristo, victorioso con Él, sobre todos los enemigos de mi alma. Bendito Espíritu Santo, te pido que me llenes. Ven a mi vida, rompe cada ídolo y arroja cada enemigo.
Gracias, Padre Celestial, por la expresión de tu voluntad en mi vida diaria como me has mostrado en tu Palabra. Por lo tanto, reclamo la voluntad de Dios para hoy. Gracias, porque me has bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Jesucristo. Gracias, porque me has hecho renacer a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos. Gracias porque has hecho una provisión para que yo pueda vivir hoy lleno del Espíritu de Dios con amor y gozo y autocontrol en mi de Dios con amor y gozo y autocontrol en mi vida. Reconozco que ésta es tu voluntad para mí, y por consiguiente rechazo y resisto todos los esfuerzos de Satanás y de sus demonios de robarme la voluntad de Dios. Rehúso en este día a creer en mis sentimientos, y levanto el escudo de la fe contra todas las acusaciones y contra todas las insinuaciones que Satanás ponga en mi mente. Reclamo la plenitud de la voluntad de Dios para hoy.
En el Nombre del Señor Jesucristo, me rindo completamente a Ti, Padre Celestial, como un sacrificio vivo. Decido no conformarme a este mundo. Decido ser transformado por el Espíritu Santo para la renovación de mi mente, y te pido que me muestres tu voluntad y me capacites para caminar hoy en toda plenitud de la voluntad de Dios.
Gracias, Padre Celestial, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, para el derribo de argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, para llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia al Señor Jesucristo. Por esto, desarmo hoy en mi vida las fortalezas de Satanás, y destruyo los planes que Satanás tenga y haya planeado contra mí. Destruyo las fortalezas de Satanás contra mi mente y rindo mi mente a Ti, bendito Espíritu Santo. Afirmo, Padre Celestial, que no me has dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio. Rompo y aplasto las fortalezas que Satanás ha formado hoy contra mis emociones, y las entrego a Ti, Espíritu Santo, y decido hacer las correctas decisiones de fe. Destruyo las fortalezas que Satanás haya formado hoy contra mi cuerpo, y entrego a Ti, Espíritu Santo mi cuerpo, reconociendo que soy tu templo; y me regocijo en tu misericordia y en tu bondad.
Padre Celestial, te pido ahora que a través de este día Tú me vivifiques; muéstrame la forma en que Satanás está obstaculizando, tentando, mintiendo, falsificando y distorsionando la verdad en mi vida. Capacítame para ser enérgico en la oración. Capacítame para pensar tus pensamientos, y darte el lugar que Tú mereces en mi vida.
De nuevo me cubro con la Sangre del Señor Jesucristo y pido que Tú, bendito Espíritu Santo, traigas hoy a mi vida la obra de la crucifixión, toda la obra de la resurrección, la obra de la glorificación de Cristo y la obra de Pentecostés del Espíritu Santo. Me entrego a Ti Rehúso ser desalentado. Eres el Dios de toda esperanza. Has mostrado tu poder resucitando a Jesucristo de entre los muertos y reclamo tu victoria sobre todas las fuerzas satánicas activas en mi vida, y rechazo estas fuerzas; te pido todo en el nombre del Señor Jesucristo y te doy las gracias. Amén.