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Porque Caemos y Cómo nos Levantamos

PROVERBIOS 24:16 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal.

Este texto tan conocido no está enfocado en dar un número exacto de caídas que los hijos de Dios podemos tener, sino en mostrarnos una verdad que aplica tanto a inconversos como a cristianos: TODOS PODEMOS CAER, PERO LOS CRISTIANOS TENEMOS QUE LEVANTARNOS. 

Pero antes de reflexionar sobre cómo podemos levantarnos y seguir adelante después de una caída, primeramente vamos a reflexionar en la palabra de Dios para responder a una pregunta muy importante: ¿POR QUÉ CAEMOS? 

VEAMOS LO QUE NOS ENSEÑA LA PALABRA DEL SEÑOR:

I) CAEMOS PRINCIPALMENTE CUANDO LA SOBERBIA NOS VUELVE NECIOS (1 TIMOTEO 2:21-22) Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. 22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.

Nuestro Señor Jesucristo quiere que cada uno de nosotros seamos instrumentos limpios y útiles para que podamos estar dispuestos para toda buena obra, para ser instrumentos de bendición para la iglesia y para nuestros prójimos. 

Pero lastimosamente no hacemos lo que nos dice el versículo 22 “Huye también de las pasiones juveniles….” Nuestro corazón se vuelve soberbio cuando pensamos NECIAMENTE que eso no lo necesitamos hacer nosotros, que nosotros no vamos a caer, que nosotros si seremos astutos y sabremos hacer lo malo de una buena manera para que nadie lo note, pensamos que podemos pecar y vivir mal y que aun así nos irá bien (Deuteronomio 29:19) y suceda que al oír las palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza de mi corazón, a fin de que con la embriaguez quite la sed. Pero no es así. 

Por lo tanto caemos porque la soberbia nos engaña y nos lleva a la desobediencia y esa desobediencia nos roba la bendición, no nos permite ser agradables al Señor. 

No podemos ser SOBERBIOS Y CONFIADOS CON EL PECADO, no podemos darle lugar al enemigo en nuestra vida, no debemos darle ni la más pequeña oportunidad al enemigo pues hay una ley en nuestro cuerpo: EL PECADO ESTÁ EN NOSOTROS Y SIEMPRE NOS LLEVARÁ A HACER LO QUE NO QUEREMOS (Romanos 7:18-21) yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Tenemos que ser humildes y comprender que todos podemos caer, pues la palabra de Dios y la historia nos muestra que aun los hombres más fuertes y valientes han caído a causa del pecado. 

Y no debemos pensar que solamente podemos caer en pecados sexuales, sino que también podemos caer en avaricia, en el amor al dinero, en los afanes y el engaño de las riquezas, en odio, en rencor, en deseos de venganza, y en todo aquello que el enemigo usa para hacernos caer. 

PERO AUN SI HEMOS CAÍDO LA PALABRA DE DIOS NOS DA PALABRAS DE ESPERANZA PARA QUE NOS LEVANTEMOS: (Salmos 37:24) Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.

AHORA RESPONDAMOS ¿COMO PODEMOS LEVANTARNOS? Para poder levantarnos, para poder dejar aquello que nos hace caer y seguir adelante necesitamos DOS PALABRAS INSEPARABLES: ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN (HECHOS 3:19) Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

II) EL ARREPENTIMIENTO ES UN CAMBIO EN NUESTRA MENTE, EN NUESTROS PENSAMIENTOS Y EN NUESTRAS DECISIONES (EFESIOS 4:22-24) En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

El arrepentimiento es el dolor en nuestro corazón por fallarle a nuestro Dios, pero el verdadero arrepentimiento no es solamente derramar lágrimas o sentirnos tristes, sino primeramente un reconocimiento de nuestro pecado, es decir, dejar de justificar nuestro pecado y dejar de buscar o señalar culpables, es reconocer con sinceridad NUESTRA CULPABILIDAD, es reconocer que NOSOTROS hemos fallado, que NOSOTROS hemos ofendido al Señor. 

Pero no solamente es un reconocimiento sino también un anhelo de cambiar, una decisión en nuestra mente de cambiar el camino que llevamos, es la decisión de levantarnos de donde hemos caído y ya no seguir en el camino equivocado que hemos llevado, es por eso que la palabra arrepentimiento es en el original la palabra griega “Metanoia” que significa “CAMBIO DE MENTE O DE DIRECCIÓN. como lo vemos en la decisión que tomó el hijo pródigo (Lucas 15:17-19) Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

II) LA CONVERSIÓN ES LA ACCIÓN DE VOLVER AL SEÑOR, DE DARLE LA ESPALDA A LO QUE NOS HA HECHO CAER Y VOLVER NUESTRA VIDA A DIOS (JEREMÍAS 4:1-3) Si te volvieres, oh Israel, dice Jehová, vuélvete a mí. Y si quitares de delante de mí tus abominaciones, y no anduvieres de acá para allá, 2 y jurares: Vive Jehová, en verdad, en juicio y en justicia, entonces las naciones serán benditas en él, y en él se gloriarán. 3 Porque así dice Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos.

No hay verdadero arrepentimiento sin conversión, si solamente hay tristeza en nuestro corazón por el pecado pero no hay cambio, entonces no es arrepentimiento sino REMORDIMIENTO.

Pero cuando hay verdadero arrepentimiento en nuestro vida, cuando de corazón hemos decidido cambiar, cuando en verdad hemos reflexionado y meditado en nuestros errores y en las consecuencias que él pecado ha traído a nuestra vida y vemos a donde hemos caído, entonces TIENE QUE HABER UN CAMBIO EN NUESTRAS ACCIONES, entonces hacemos lo que nos dice el versículo que hemos leído: “Volvernos al Señor y ya no seguir en aquello que no le agrada a Dios” 

Si de verdad queremos levantarnos de donde hemos caído tenemos que “DEJAR DE SEMBRAR ENTRE ESPINOS” (Vs 3) Porque así dice Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos. Es decir, dejar de invertir nuestro tiempo, nuestra vida, en aquello que no producirá nada bueno, que no dará los frutos que agradan a Dios, en todo aquello que lo único que produce en nuestra vida son heridas, dolor y amargura. 

La conversión de nuestra vida significa no solamente decidir hacer algo, sino HACERLO (Lucas 15:20) Y LEVANTÁNDOSE, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

No podremos levantarnos si seguimos con las mismas amistades que nos llevan al pecado, si seguimos enredados en una relación sentimental que no es agradable a Dios, si seguimos sin hacer cambios en nuestras prioridades, si seguimos dejando nuestra relación con Dios solamente para cuando “Nos queda tiempo”, TENEMOS QUE LEVANTARNOS, VOLVERNOS AL SEÑOR Y DEJAR ATRÁS TODAS AQUELLAS COSAS QUE NOS HAN HECHO CAER. 

CAER ES OPCIONAL… PERO LEVANTARSE, ES OBLIGATORIO!! (Filipenses 4:13) Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

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