Hace unos días meditaba en una situación que suele darse muy a menudo, se trata de los exámenes que en el ámbito de educación se imparten. Estas pruebas, independientemente del grado, buscan confirmar que el estudiante ha aprendido, captado o retenido un mínimo de un 70% (método antiguo) de lo que el instructor, docente o profesor le enseñó.
Me preguntaba, ¿Por qué se repiten las pruebas?… Al parecer, el educador busca dar una nueva oportunidad a aquel alumno que por la razón que sea no logró alcanzar el mínimo para aprobar el examen que lo encaminará a acumular la calificación necesaria para no repetir una determinada materia que según su nivel académico puede aprobar.
Tal vez, quien realiza la instrucción busca que el alumno, al ver que tiene una segunda oportunidad, se refugie en las herramientas necesarias para prepararse y alcanzar la meta de aprobar la prueba y por ende la materia.
Mientras el alumno se roza con el material de estudios, descubre cosas que no había visto antes y asume una actitud diferente porque ha logrado aprender cosas que también son diferentes; esta situación lo lleva a sentirse a otro nivel, preparado para el momento de enfrentarse a aquel examen donde tendrá la oportunidad de demostrar que está listo, que ha crecido, que ha aprendido lo que el maestro quiso enseñarle.
Una vez este discípulo adiestrado adquiere esta nueva posición, es capaz de enfrentarse a cuantas pruebas puedan venir, porque supo aprovechar la instrucción de su maestro, tomo la forma que este quería que tomara a tal punto que puede ayudar o instruir a otros. Este alumno confía más en su profesor y hasta se parece un poco a él.
Has pensado alguna vez por qué se están repitiendo en tu vida las mismas pruebas? Será que no estás aprendiendo de tu maestro? Has interpretado lo que espera de ti tu instructor?
La Biblia dice en 1ra. Co. 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.
El Señor, tu hacedor, no busca que te quemes con las pruebas, sino que crezcas; que conozcas más de El, que te parezcas más a El y que te alistes para ayudar a otros.
“Evita repetir la prueba, aprende todo lo que quiere tu maestro desde la primera vez que entres en contacto con El”.
