Para mucha gente adorar a Dios es algo que se hace porque es parte de su cultura o porque así se ha hecho en la familia como una costumbre de toda la vida. Pero también hay muchos que no quieren adorar a Dios porque no creen en Él y rechazan la verdad de Su existencia.
Pero los que nos llamamos cristianos, si adoramos a un Dios vivo. El creyente reconoce que Dios merece toda la adoración por el hecho de que un día aceptó en su vida a Cristo como Señor y Salvador. Cuando entendemos el sacrificio que Cristo hizo en la cruz para lograr esta salvación, cada creyente va a adorar a Dios con toda su alma, cuerpo y mente.
La Palabra de Dios nos dice que es Su voluntad que todo creyente le dé a Dios toda la adoración que Él merece.
«Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.» Efesios 5:17-20
Cada persona debe adorar a Dios porque en el principio Dios creó los cielos y la tierra y puso orden en el mundo y después creó la luz.
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz.» Génesis 1:1-3
Adoramos a Dios por el hecho de Su grandeza en la creación. La creación refleja la grandeza de Dios. Cuando todo ser viviente ve la creación eso ya es suficiente prueba que existe un Dios y que debemos darle toda nuestra adoración.
«Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia.» Salmo 104:1
Y esa luz después vino por medio de Su Hijo Cristo Jesús para dar salvación a todos. Dios desea que todos reciban a Cristo Jesús como Salvador de sus vidas. Pero hay muchos en el mundo que rechazan esa luz y no quieren conocer a Cristo como Dios el creador de este mundo. Para tener la salvación eterna tenemos que creer y recibir a Cristo Jesús en nuestras vidas.
«En el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios.» Juan 1:1-13
Adoramos a Dios aun cuando pasamos por medio de pruebas y aflicciones. Vivimos en días malos y con mucho temor en el mundo de hoy. Pero a pesar de todo esto, podemos adorar a Dios con un corazón lleno de paz y de sumo gozo, confiados en que Él está en control de todas las cosas que estamos pasando aun en las malas situaciones.
«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.» Santiago 1:2-4
Ahora cuando vienen esas diversas pruebas y aflicciones a nuestras vidas; podemos siempre contar e ir a Dios para ser consolados. Las cosas alrededor de nosotros pueden cambiar, pero las certezas que Dios proclama en Su Palabra nunca cambian.
Dios está en control de nuestras vidas y circunstancias siempre.
Dios nunca nos dejará solos, siempre está con nosotros.
Dios nos da dirección y ayuda en medio de las pruebas.
Dios siempre provee y suple todas nuestras necesidades.
Dios nos da ánimo y es nuestro pronto auxilio cuando estamos pasando por esas diversas pruebas.
Podemos adorar a Dios en las buenas y en las malas situaciones que vienen a nuestras vidas. Recordad que la adoración a Dios trae gozo a nuestras vidas. Debemos entregar a Dios toda nuestra vida y dadle toda nuestra adoración.
«Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.» Filipenses 4:4-7
¡Comparta las buenas nuevas de Cristo con alguien hoy!