“ Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron. Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte y entregarte en mano de los filisteos. Y Sansón les respondió: Juradme que vosotros no me mataréis.” Jueces 15:9-20
En los momentos más difíciles, Dios es experto en utilizar cosas ordinarias para dar victorias extraordinarias. ¿Quién hubiera pensado que con una quijada de asno tú puedes matar a mil hombres? En tu vida, tú vas a ver cómo con algo ordinario Dios te va a dar victorias extraordinarias. Una de las peores cosas que le pasa a la gente es que, en los momentos difíciles, pensamos que problemas grandes requieren soluciones grandes; pero problemas grandes lo que requieren es la fe suficiente para creerle a Dios que con algo ordinario tú puedes lograr algo extraordinario. Tú has perdido cosas, has estado pasando por momentos difíciles, pero la quijada de asno que tienes en tu mano es la que Dios va a usar para darte la más grande victoria que tú has experimentado.
No menosprecies lo que tienes en la mano, porque de algo ordinario Dios va a hacer algo extraordinario.
Dios es experto en eso. Él tomó a Moisés con una vara, y esa vara se convirtió en serpiente, con esa vara se abrió el mar Rojo. Dios tomó a un joven con una onda y una piedrecita y con eso mató a Goliat. Dios tomó 5 panes y 2 peces y alimentó a toda una multitud. El Dios al que tú le sirves es el Dios que puede tomar algo ordinario y hacer de eso algo extraordinario.
“ Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.” Jueces 15:11
A Sansón lo fueron a buscar 3,000 hombres de Judá. Él mató a 1,000 filisteos. La pregunta es por qué esos 3,000 no se unieron contra los 1,000. El mundo se acostumbra a vivir dominado, en esclavitud. Estos 3,000 hombres se habían acostumbrado a ser dominados por los filisteos, les tenían miedo; siendo más, no se atrevían a hacer la diferencia. Por eso es que las grandes victorias no están en las multitudes, sino en los que creen, en aquellos que piensan que ellos solos pueden vencer a un ejército completo.
Lo menos que debió hacer aquella gente fue decirle a Sansón: Tú eres nuestro líder, ve de frente en la batalla, nosotros vamos contigo. Pero la gente afuera está acostumbrada a vivir dominada por la opresión, por los problemas; se subestiman, llegan a un punto donde no ven la ventaja que tienen. Peor aún es cuando la masa de gente apresa a aquel que es su única solución.
Sansón hace algo muy curioso, les dice a sus amigos: No me maten, amárrenme. Y sus amigos lo amarran. Pero, aunque Sansón estaba amarrado, los que estaban atados realmente eran sus amigos, aquellos 3,000. Sansón pidió que lo amarraran por amor. Aquello era un acto de amor. Hay gente en tu vida que tú eres la solución de ellos, pero te amarran, quieren acabar contigo. Sansón les dijo que no lo mataran porque, si ellos empezaban a pelear con Sansón, él iba a tener que defenderse, y tendría que matarlos. Prefirió entregarse antes que lastimarlos. Y hay gente en tu vida que, siendo tú su solución, tú vas a tener que dejarte amarrar de ellos, simplemente por amor.
Aquel era un acto de fe; aquello decía que Sansón no tenía miedo ni a su situación ni a su enemigo. Sansón decía: Amarrado o no, puedo tener la victoria. Los amigos de Sansón eran los que realmente estaban amarrados. No importa si te han amarrado, si tú vives en amor, y vives en fe, no hay nada que te pueda detener.
En medio de tu crisis, tienes que mantener el amor. Amárrate, sabiendo que tú eres la solución. No importa que estés amarrado, Dios te va a levantar y te va a usar para darles una grande victoria.
Sansón, por amor y por fe, se dejó amarrar. Y es muy triste cuando son las personas que amamos las que nos amarran. En momentos de crisis, en vez de ir a pelear con los filisteos, vienen a amarrarte a ti. Pero el Dios al que tú le sirves, a pesar de todos esos te da la victoria en el nombre de Jesús.
Para tener grandes victorias, hay que vivir en amor y en fe.