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Persecución Cristiana

Una de las señales de estos tiempos que nos ha tocado vivir es precisamente la persecución a los cristianos que estén dispuestos a defender su fe,  lo que  se producirá de manera acelerada, antes del arrebatamiento de la Iglesia de Cristo, compuesta por personas  arrepentidas de sus pecados y nacidas de nuevo espiritualmente, al recibir al Hijo de Dios, como su Señor y Salvador, al tiempo que se resisten aceptar las aberraciones sexuales. 

Por el simple  hecho de no aceptar los matrimonios entre homosexuales,  los cristianos si protestan públicamente por esa aberración, serían acusados de discriminación y pasibles  de ser perseguidos, llevados a la justicia y condenados a pagar multas o encarcelados,  lo que está ocurriendo  en varios países europeos, y ahora en Estados Unidos, donde se ha aprobado el matrimonio entre parejas del mismo sexo, mediante una la ley sancionada por la Corte Suprema de Justicia. 

La situación se agudizará aún más, cuando otros  países que imitan a los norteamericanos,  en esta inversión de valores,  de que también pedirán a sus respectivos gobiernos aprobar  el matrimonio entre los homosexuales como un supuesto  ”triunfo histórico de las libertades” de los seres humanos y fortalecimiento de la democracia. 

Cuando la Iglesia de Cristo sea levantada, lo cual no tardará, entonces se agudizará la persecución  contra los cristianos que no quieran identificarse con el ecuminismo religioso, sectas satánicas y paganas, ni con esas aberraciones sexuales, encabezados por el anticristo, el cual “del Dios de sus padres no hará caso, ni del AMOR DE LAS MUJERES; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá”, (Daniel 11:37). 

La persecución cristiana es una evidencia dramática que apoya a la Iglesia primitiva y comenzó con Jesús mismo. Se le preguntó directamente en un juicio: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios?» Jesús no dio lugar a ambigüedades – Sus primeras palabras fueron «Yo soy.» 

La élite de la religión en Jerusalén sabía lo que Jesús estaba diciendo. Estaba muy claro para ellos que Jesús estaba afirmando ser Dios. Por esto, Jesús fue sentenciado a morir en una cruz romana por el crimen de blasfemia, convirtiéndose así en el primer mártir de lo que llegaría a ser la iglesia cristiana. 

La persecución cristiana fue una parte dramática de la historia de la iglesia primitiva. Cualquiera que crea que la vida, muerte y resurrección de Jesucristo fue un engaño creado por hombres y conjurado por un grupo de discípulos, debería chequear el legado del martirio. Once de los doce apóstoles, y muchos de los otros primeros discípulos, murieron por su adherencia a esta historia. 

Esto es dramático, ya que todos presenciaron los presuntos eventos de Jesús y aún así defendieron su fe hasta la muerte. ¿Por qué es esto dramático, cuando muchos a lo largo de la historia han muerto como mártires por creencias religiosas? Porque la gente no muere por una mentira. Eche un vistazo a la naturaleza humana en toda la historia. Ninguna conspiración puede ser mantenida cuando la vida o la libertad están en juego. Morir por una creencia es una cosa, pero numerosos testigos oculares muriendo por una mentira es otra muy diferente. 

Los dispcípulos, testigos de la vida de Jesús, fueron los primeros mártires. He aquí un registro de la primera persecución cristiana, recopilada de numerosas fuentes fuera de la Biblia, siendo la más famosa Mártires Cristianos del Mundo de Fox: 

Alrededor del 34 D.C., un año después de la crucifixión de Jesús, Esteban fue arrojado fuera de Jerusalén y apedreado hasta morir. Aproximadamente 2.000 cristianos sufrieron martirio en Jerusalén durante este período. 

Alrededor de 10 años después, Jacobo, el hijo de Zebedeo y hermano mayor de Juan, fue asesinado cuando Herodes Agripa llegó a ser gobernador de Judea. Agripa detestaba a la secta cristiana de los judíos, y muchos de los primeros discípulos fueron martirizados bajo su gobierno, incluyendo Timón y Parmenas.

Alrededor del 54 D.C., Felipe, un discípulo de Betsaida, en Galilea, fue martirizado en Heliópolis, en Frigia. Fue azotado, arrojado en prisión, y luego crucificado. Alrededor de seis años después, Mateo, el recaudador de impuestos de Nazaret, quien escribió el evangelio en hebreo, estaba predicando en Etiopía cuando fue martirizado con espada. 

Santiago, el hermano de Jesús, administraba la iglesia primitiva en Jerusalén y fue el autor de una Epístola que lleva su nombre. A la edad de 94 años fue golpeado y apedreado, y finalmente le sacaron los sesos a golpes con un palo usado para golpear lana. 

Matías fue el apóstol que ocupó el lugar de Judas. Fue apedreado en Jerusalén y luego decapitado. Andrés, era el hermano de Pedro, que predicó el evangelio a lo largo de Asia. A su llegada a Edesa, fue arrestado y crucificado en una cruz en forma de aspa, dos puntas de la cual estaban puestas en forma transversa en el suelo (de allí el término: La Cruz de San Andrés). 

Marcos fue convertido al cristianismo por Pedro, y luego transcribió el relato de Pedro sobre Jesús en su Evangelio. Marcos fue arrastrado hasta morir por la gente de Alejandría frente a Serapis, su ídolo pagano. Al parecer Pedro fue condenado a muerte y crucificado en Roma.

Jerónimo afirma que Pedro fue crucificado al revés, por pedido propio, porque decía que no era digno de ser crucificado de la misma manera que su Señor. Pablo sufrió en la primera persecución bajo Nerón. La fe de Pablo era tan dramática frente al martirio que las autoridades le llevaron a un lugar privado para su ejecución con espada. 

Alrededor del 72 D.C., Judas, el hermano de Jacobo, comúnmente llamado Tadeo, fue crucificado en Edesa. Bartolomé predicó en varias ciudades y tradujo el Evangelio de Mateo al lenguaje de la India. Fue golpeado cruelmente y luego crucificado allí por idólatras. Tomás, llamado Dídimo, predicó el Evangelio en Partos e India, donde provocó la ira de los sacerdotes paganos, quienes lo martirizaron atravesándolo con una lanza. 

Lucas fue el autor del evangelio de su mismo nombre. Viajó con Pablo a través de varios países y se cree que fue ahorcado en un árbol de olivo por sacerdotes idólatras en Grecia. Barnabás, de Chipre, fue asesinado alrededor del 73 D.C., no se conocen muchos detalles. Simón, apodado Zelote, predicó el Evangelio en Mauritania, África, y hasta en Inglaterra, donde fue crucificado cerca del 74 D.C. 

Juan, el «discípulo amado,» era el hermano de Jacobo. De Éfeso fue enviado a Roma, donde se afirma que fue arrojado en un caldero de aceite hirviendo. Escapó de milagro sin ser herido. Después, Domiciano lo desterró a la Isla de Patmos, donde escribió el Libro del Apocalipsis. Fue el único apóstol que escapó una muerte violenta.

La persecución no desaceleró el crecimiento de la fe cristiana durante los primeros siglos después de Cristo. Aún cuando sus líderes tuvieron muertes horribles, el cristianismo floreció por todo el Imperio Romano. Cómo puede este registro histórico de martirio ser visto de otra manera, sino como dramática evidencia a favor de la absoluta verdad de la fe cristiana.

Los cristianos, consciente de esta situación, saben que sufrirán, al  querer  rechazar el pecado y  obedecer a Dios,  Jesús dijo: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5:10-12).

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