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Permanece en la nave

“13 Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14 Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón.” Hechos 27:13-14

Esta gente zarpa porque todas las cosas están a su favor. Todos, en un momento dado, comenzamos ciertas cosas porque vemos que los tiempos están a nuestro favor. Pero, igualmente, a todos nos ha pasado que los vientos cambian; ahora, lo que estaba a nuestro favor, está en contra. Entonces, comenzaron a dejarse llevar por el viento, y a arrojar la carga de la embarcación. La tempestad azotaba al punto que perdieron toda esperanza de salvación. 

“22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.” Hechos 27:22-24

Así mismo, tú puedes declarar hoy que todo el que navega contigo no va a perder su vida. Tú vas a llegar a puerto seguro, sin importar las circunstancias. Tu vida no se va a perder.

“30 Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. 31 Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros.” Hechos 27:30-31

Si te bajas de la nave, no te pueden salvar. En medio de las crisis, de las peores cosas que tú puedes hacer es salirte del lugar que, aunque parece que está en peligro, es el lugar más seguro que tú tienes. Jesús y los discípulos también tuvieron varias tormentas; y, mientras Jesús estuviera en el barco, aquel barco no se iba a hundir. Era más seguro estar dentro del barco que fuera de él, aunque la tormenta estuviera afuera. En Génesis, Noé estaba dentro del barco, dentro del arca. No podía ser tan cómodo estar dentro del arca. Allí no había ventana para mirar hacia afuera, aquello estaba oscuro. Todos aquellos animales hacían sus necesidades dentro del arca, por lo que el hedor ha de haber sido insoportable. Dentro del arca apestaba, pero si estabas dentro del arca no te hundías. Fuera del arca no apestaba, pero el que estaba fuera se estaba ahogando.

En la iglesia, a veces es como en el arca. A veces, hiede; siempre va a haber alguien que pruebe tu paciencia de una u otra manera. No es un lugar perfecto, es un lugar que hiede, pero no te estás hundiendo. Los que permanecen en el arca, saben que están en un lugar donde no todo es perfecto, pero saben que tienen una palabra de que van a llegar a puerto seguro. Lamentablemente, aquellos que se tiran por la borda pensando que es mejor estar fuera que dentro, o pueden ser salvados. Si tú, hoy, permaneces, Dios te ha prometido que vas a llegar a puerto seguro. Tu vida se va a salvar. No te puedes tirar.

Hay personas a tu lado que no entienden que la bendición que tienen es por ti; porque están contigo es que están bien; el día que se separan, caminan por un tiempo solos, pero no están seguros como cuando están contigo. Tú no puedes reaccionar tirándote del barco porque, aunque la cosa se vea difícil, el Dios al que tú le sirves te ha prometido la victoria.

La razón por la que la gente que estaba en el barco iba a sobrevivir, no es porque el barco fuera tan bueno –porque eventualmente se iba a destruir – sino porque estaban con un hombre que tenía fe, buen ánimo, y había tenido una experiencia con Dios. Aquel hombre tenía propósito, fe y buen ánimo. Lo que hace que tú te tires del barco y te ahogues, es que te rodeas de gente que no tienen una experiencia con Dios, no tienen buen ánimo, fe ni propósito. Mientras tú sigas oyendo a todo el que está pensando tirarse, tú también estarás pensando en tirarte. Si tú quieres llegar a puerto seguro, tienes que rodearte de gente que hayan tenido una experiencia con Dios, que estén tirando las anclas que tengan que tirar, gente que no está pensando que la tormenta se va a calmar; no, la tormenta viene, la dificultad viene; pero, en medio de la crisis, Dios te ha dado una palabra, tú sabes que tienes propósito, tienes fe y buen ánimo de que el Dios al que tú le sirves te va a dar la victoria; y todo el que se quede contigo en el barco, va a caminar contigo en esa misma bendición.

Tú debes ser un Pablo. Que todo el que se arrime a ti, lo que vea en ti sea fe, buen ánimo, propósito. Tú no puedes asegurar que el barco vaya a sobrevivir, pero sí que vas a llegar al otro lado, que Dios te va a dar la victoria. Olvida a todo el que se quiere tirar. Rodéate de la gente correcta.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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