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Periodismo imparcial, responsable y positivo

Los pormenores del amplio porcentaje de informaciones que, se recogen, a diario, en los principales medios de comunicación oral y escrita de nuestro país tienden a empañar la real situación que se vive en los diferentes sectores de la sociedad.

Esto ha de constituir una motivación propicia para editorializar sobre la urgente necesidad de incrementar una opinión pública sincera que se cree, con fidelidad, la meta de poner al desnudo, la imagen de la convivencia que se practica en todo el ámbito nacional.

El contraste se torna tan relevante que, a todas luces, nos invita a pensar muy en serio sobre las consecuencias que podría traer la opacidad del verdadero accionar de nuestra gente en los diversos escenarios sociales.

Casi todo el panorama informativo de nuestros medios parece estar recorriendo una trayectoria en una sola dirección: la exhibición de acontecimientos poco positivos tales como crímenes, drogas, atracos, insalubridad, desasosiego familiar, situación de miseria, prostitución en lugares públicos, elevación del índice de deserción en nuestras escuelas, aumento del número de niñas adolescentes embarazadas; en fin, todo cuanto pueda ser considerado negativo.

En realidad, hay que crear una prensa mucho más positiva, porque, de no ser así, estaremos abriendo una peligrosa brecha para que se justifique la existencia de un círculo vicioso en el engranaje que hace girar la estructura del desarrollo social de nuestra nación.

Resulta alarmante la pérdida de valores morales y, sobre todo, la indiferencia que demuestran tener quienes han de jugar un rol preponderante en la tarea de resarcir los males derivados de esa carencia de moralidad de que adolecen los integrantes de nuestras comunidades.

Es imprescindible que hagamos un esfuerzo y reflexionemos con carácter permanente acerca de la importancia que tiene la concreción de una intención fructífera en la emisión de nuestros criterios. al redactar las informaciones noticiosas.

No basta con limitarnos a brindar una información, con el simple propósito de revelarla; sino que precisa que se rebase el límite de esa finalidad, y se adopte la actitud responsable del redactor, con miras a concienciar a sus hipotéticos lectores sobre la peligrosidad que dicha información pueda proporcionar para el feliz compartimiento de la vida en comunidad.

Asimismo, no sería suficiente con dar a conocer la existencia de un determinado problema, sino que habría también que plantear su posible solución ̶̶ y más aún la forma de como prevenirlo, sin temor a que, por su opinión pueda ser afectado en el ejercicio de su profesión periodística, con unadialéctica que se caracterice por forjar en quienes lo ejerzan una especie de baluarte de positividad; y especialmente, una dinámica que le permita ser un verdadero intérprete de los mensajes que redunden en beneficio del feliz desenvolvimiento de la sociedad, en todos los órdenes.

Hay un gran número de comunicadores que no son suficientemente imparciales y, a veces, hasta llegar a congraciarse con las aspiraciones políticas de determinados líderes con el propósito de ser favorecidos en el plano material, sin importar cuánto daño pudiere ocasionar a la sociedad de la que ellos mismos forman parte.

Esto contribuye enormemente al deterioro de lo que, en esencia, hemos querido inculcar en los planteamientos que se han hecho en este editorial, y que responden al ideal de perfilar un real trasfondo para resaltar la imparcialidad y la positividad en la aplicación de una dinámica eficaz para el ejercicio de un periodismo ético en nuestro país.

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