“6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. 8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. 9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.” Filipenses 4:6-9
Estos versos están conectados con el principio de la paz. Te habla de la paz que sobrepasa todo entendimiento; te dice que no estés ansioso, que ores y tendrás esta paz. Luego te dice en qué debes pensar, te dice: Imita mi fe, y entonces, Dios te va a guardar. Claramente, el apóstol Pablo dice que hay que tener paz en dos niveles: En el corazón y en la mente. No estamos hablando de tener paz con Dios, sino de tener la paz de Dios. Teológicamente, hay una gran diferencia. Cuando el hombre está en pecado, el hombre es enemigo de Dios, no está en paz con Dios. El hecho de que una persona esté en paz con Dios, no le asegura tener la paz de Dios. Tú puedes tener paz con Dios, haber aceptado el sacrificio de Jesús, ser libre de pecado, tener una relación con el Señor, vivir una relación cristiana con el Señor, tener la salvación y la vida eterna aseguradas, y aun así no disfrutar de la paz de Dios. La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, es aquella que guarda tu interior, que guarda tu ser, tu mundo interno. El barco necesita agua, pero la necesita afuera. Un barco sin agua, no es barco; lo que pasa es que el agua tiene que permanecer fuera. El día que el agua se mete dentro del barco es cuando hay problemas. Tú vas a tener dificultades, situaciones; los problemas son necesarios, son parte de la vida, pero mientras no se metan en tu interior, todo va a estar bien.
Para algunos, paz es un estado donde no existen conflictos y guerras. Pero eso no es cierto. La paz va por encima de todo conflicto, guerra, batalla a tu alrededor. Paz es la libertad del corazón que nos permite que ningún disturbio estorbe la tranquilidad y la seguridad en el interior. Paz no es la ausencia de problemas, de dificultades, de situaciones; es la libertad que disfruta una persona en su corazón, en su interior, que le permite que nada a su alrededor estorbe la tranquilidad y la seguridad que debe experimentar.
Hay varias premisas que hay que establecer con este aspecto, y cómo el apóstol Pablo dice que se tiene que alcanzar:
- Abraza la incertidumbre como parte de la vida de fe. Esto para tener paz en tu vida. Tu nivel de fe siempre está ligado al grado de incertidumbre que tú puedas manejar en tu vida. Tú no puedes decir que tienes fe, si no manejas un grado de incertidumbre. Sí dice la Biblia que la fe es la convicción y la certeza de lo que se espera, de lo que no se ve; o sea, que Abraham estaba plenamente convencido. Sí, estaba plenamente convencido de la promesa de Dios, pero en el mundo natural, nada le aseguraba que lo que Dios había dicho se iba a cumplir. El convencimiento de la fe es interno, es de tu espíritu, es la seguridad que hay dentro de ti, que tú sabes que Dios va a cumplir, que Él lo va a hacer, que te dio una palabra, que tienes seguridad en Él; pero en el mundo exterior, realmente no hay nada que te indique que realmente es posible, que se va a dar. Tu capacidad de tener incertidumbre a tu alrededor, saber que hay cosas que van a pasar que tú no puedes controlar, manejar, cosas que hoy están y mañana no, esta es una de las cosas que determina con cuánta fe tú te puedes mover y cuánta paz tú puedes experimentar en tu vida. Todo el que quiere tenerlo todo seguro a su alrededor, nunca tendrá paz.
- Ten un espíritu explorador. La Biblia dice en Efesios 12:19 “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”. Este verso nos habla de la seguridad que tenemos en nuestro interior de nuestra relación con el Señor, pero hace referencia a un hombre de fe que tuvo que caminar por la tierra, siendo un explorador. Abraham se nos describe como el eterno explorador. Este hombre comenzó a caminar en la tierra que Dios le prometió, explorando toda la tierra, conquistándola, sin tener un lugar seguro donde estar. Lo único que él sabía era una sola cosa: Que Dios era el arquitecto de la ciudad que le había prometido. Si tú no tienes un espíritu de explorar en la vida, de mirar cosas nuevas, de probar cosas nuevas, nunca podrás tener realmente paz en tu corazón. Si tú no buscas salir a explorar nuevas oportunidades, no quiere decir que los problemas no van a llegar a tu vida; van a llegar comoquiera, pero tú tienes que tener la capacidad de explorar, de atreverte a hacer cosas que nunca habías hecho. El hombre que celebramos como el padre de la fe, era un hombre que caminaba sin saber para dónde iba; vivía de día en día, con una instrucción de parte del Señor, caminando, sabiendo que Dios lo iba a llevar a un lugar de bendición.
- Disponte a las sorpresas. En la vida hay dos elementos que todos necesitamos: Certidumbre e incertidumbre. Una matrimonio es aburrido, si todo es seguro. Para que un matrimonio sea divertido, tiene que haber seguridad y tiene que haber un grado de sorpresa. McDonald’s perfeccionó el secreto de la famosa sorpresita. Cada semana era una nueva sorpresa. Entendieron que no funcionan haciendo la misma hamburguesa, sin el elemento de algo distinto que te atraiga. En la vida no se tiene disfrute, teniendo todas las cosas seguras. Tiene que estar el elemento de la sorpresa, de la incertidumbre. El problema es que no puedes estar deseoso de tener sorpresas, únicamente buenas. La vida te va a dar sorpresas, y tienes que estar dispuesto a ser sorprendido en la vida. Si no tienes espíritu de explorador y de sorpresas, tu vida va a ser aburrida. Estos elementos tienen que estar presentes. Tienes que hacer la plataforma en tu interior, en tu corazón, para que Dios te sorprenda. Dios le dice a Josué que le diga al pueblo: Mañana haré maravillas con ustedes, prepárense. Dios les tenía una sorpresa al otro lado. Tienes que tener un espíritu dispuesto a experimentar sorpresas en tu vida.