Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. Isaías 41:17
La esperanza está frente a frente a la nada y la impotencia total del hombre sobre la grandeza y el poder infinito de Dios. Años atrás, muchos de nosotros buscamos agua en envases recorriendo kilometros y no encontrabamos nada; estuvimos sedientos, parecía un desierto, no dimos con agua porque sencillamente no había nada. La frustración expresó impotencia en muchos de nosotros por la situación que era irreversible. Pero esta situación tiene remedio, porque Dios responde y promete no desamparar a su pueblo.
La intención sana y pura de Jehová es transformar nuestro desierto en un verdadero paraíso, provocando vida y abundancia donde no había. La medida de la esperanza está en proporción a la medida del poder de Dios; pero en el Señor nada hay imposibles, la esperanza no tiene límites. Una acción de este nivel de transformar el desierto en paraíso es inimaginable y sobrenatural, que todo el que la vea no tendrá más remedio que reconocer que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.
La Palabra nos cuestiona una vez más sobre nuestra fe, que grado tenemos en creer. Dios no pone simples curas pasajeras, lo propio de su acción es crear, levantar algo enteramente nuevo, hacer surgir vida donde no existía. Ahora bien, ¿hasta dónde espero? nuestra esperanza no debe tener límites, pues es precisamente nuestra falta de esperanza y fe la que pone frenos al poder sobrenatural de Dios… Jehová te bendiga en amor y gracia para este día, Amén.