“Dicen que vino del desierto y que iluminó al pueblo en plena madrugada. Dicen que las flores estallaban por donde pasaba y las casas se embellecían con los colores más amorosos. Que el humo de las chimeneas era perfumado. Que a su paso se abrían todas las ventanas y todos misteriosamente cantaban la misma canción. Dicen que el Comisario salió a la calle con el corazón en la mano para ofrecérselo q cualquiera, él que odiaba a todos. Hay quien dice que todavía olía a aquella vieja y lejana carpintería de la que hablan los libros sagrados. Hay quien asegura que era un ángel y es posible porque sólo un ángel podría sacar peces del río seco y multiplicar los panes con una mirada. Dicen que se fue caminando sobre las aguas. Tres años después los marineros nos contaron que del otro lado del mar no lo entendieron, por eso fue crucificado. Yo sólo se que nada fue igual desde aquella noche en mi querido pueblo”.
Que en estas navidades recordemos que celebramos un hecho maravilloso y sublime: el nacimiento de aquel, que por amor entregó todo por nuestra salvación.
Ojalá podamos ser cada día más dignos de ser sus discípulos por medio del ejercicio de la fe, la esperanza, la caridad y el amor, y que seamos Sal de la Tierra y Luz del Mundo, per maiorem gloriam Dei (A la mayor gloria de Dios.)
Estos son los deseos de Néstor Saviñón
