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Para que una pareja sea feliz se necesitan dos personas saludables

Es muy importante que nosotros sanemos nuestro concepto de nosotros mismos y que nos veamos aceptos en Dios. Por eso es que fallan tantos matrimonios: Dos personas inseguras se encuentran y creen que el uno va a satisfacer el hambre de validación del otro. O uno inseguro se encuentra con una persona bastante segura y el inseguro quiere que esa segura lo cubre y le sane su herida y le diga: “Tu vales” y que mire a través de sus ojos y que le traiga las pantuflas al final del día cuando regresa del trabajo, y que le haga su comida favorita todos los días, y quiere convertir a esa persona en su adoradora porque es una inseguridad que lo está matando, porque no se acepta a si mismo.

Para que una pareja sea feliz se necesitan dos personas saludables. Se habla del concepto de ‘mi media naranja’; lo que se necesita es dos naranjas que hagan jugo juntas, completas. Porque dos medias naranjas, si usted trata de unirlas, no hay dos naranjas que estén hechas iguales; si usted trata de unirlas se va a ver la juntura. Yo creo que al matrimonio tienen que venir dos naranjas saludables, enteras que se bendigan en su salud una en el otro. Dos naranjas, un hombre y una mujer seguros en Dios, sólidos en Dios, con un ego sanado, saludable de “Yo soy como soy, y Dios me ama así. Soy contrahecho, quizás un poco feíto, más chiquito de lo que quisiera o más flaco pero Dios me ama”, y entonces con su salud bendice a su mujer y su mujer lo bendice a el.

Tenemos que pedirle al Señor, Señor sáname emocionalmente. Que yo me pueda aceptar como yo soy, con mis virtudes y mis defectos, con mi pasado, con mis errores, con mis desperfectos, con las cosas que me hicieron, con mis heridas y decir eso es lo que hace una vida. Nadie en este lugar puede decirme a mi que no ha tenido heridas en su vida, que no ha recibido maltrato, que no ha cometido graves errores, que no tiene defectos físicos o emocionales o espirituales. Todos estamos en la misma situación y la única diferencia está en que algunos encuentran balance en eso y otros viven distorsionados y desbalanceados, porque no han encontrado esa capacidad de aceptarse como Dios los acepta. Por eso entonces, muchas veces nuestras relaciones humanas siempre están siendo heridas y distorsionadas porque un ser desbalanceado y enfermizo daña todo lo que toca y esa inseguridad nos lleva entonces a, en cualquier pequeña ofensa o error de nuestros amigos, enseguida vemos algo de magnitud imperdonables, y somos hipersensibles. Siempre estamos esperando que nos van a meter el cuchillo por la espalda porque esa es nuestra visión de la gente, y eso hace que se cumpla la profecía porque tarde o temprano nos hacen lo que esperamos que nos hagan. Mientras que cuando la persona se acerca a las relaciones con soltura, con salud, con expectativa de bendición, con naturalidad, la gente descubre que hay muchas cosas buenas en los demás.

Por qué hay tanta gente que fracasa en las relaciones humanas? Porque esperan fracasar o porque hay alguna inseguridad en ellos que los lleva a hacer daño y a hacerse daño. Mientras que hay otros que con naturalidad se acercan a la vida y tratan a los demás y salen ilesos de las peores situaciones porque son saludables dentro de ellos, y cogen la vida y lo tumban y se levantan porque están hechos de goma. Son como esos niñitos fuertes que se meten a jugar y se dan un codazo, se arañan el codo pero vuelven otra vez, y se meten otra vez a brincar tarea porque son saludables.

Acéptate a ti mismo, busca tu salud en Dios y piensa de ti mismo con cordura. Es importante que nos aceptemos tal y como somos.

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