«Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?» (Salmos 56:3-4).
De tanto en tanto, pero cada vez menos, me vienen unos miedos inexplicables. Algunos dicen que puede ser por fatiga, cansancio mental, ansiedad, el encierro pandémico, incertidumbre al futuro (o falta de oración); pero cuando eso sucede recuerdo el salmo que encabeza este devocional. Lo leo en voz alta -o más bien lo repito porque me lo sé de memoria- y el temor, cualquiera sea, desaparece al instante… ¡así de poderosa es Su palabra!
Les invito a leer la Biblia con hambre, aprender las promesas allí plasmadas y recitarlas con fe cuando vuestra embarcación quiera zozobrar. Les prometo que ‘la mar se calmará’.