“ Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.” Juan 2:3-5
Esta escritura nos narra el momento en que, estando Jesús en las bodas de Caná de Galilea, se acaba el vino, y su madre, María, le dice que tiene que hacer algo. Jesús dice “no ha llegado mi hora”, y ya tiene discípulos, ya había sido bautizado; él ya había comenzado a caminar en el llamado de Dios para su vida. María no hizo caso a las palabras de Jesús, y Jesús hizo el milagro; el agua se convirtió en vino, y aquel fue el mejor vino.
“ Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.” Juan 2:11
Jesús había comenzado ya su ministerio, ya tenía discípulos. Sin embargo, se encuentra con esta situación, y resulta que, según él, no era su hora. En cierta forma, fue forzado a hacer algo que provocó que se diera el inicio de las señales. Una persona puede tener un llamado y un ministerio, y no ver las señales de ese ministerio. Puedes tener el llamado a ser empresario, tener el deseo de serlo, de alcanzarlo, puedes ser llamado para serlo, y no ver las señales. Y lo grande es que hay gente que te admira, que te sigue, pero solo van a creer cuando vean las señales; y, para que las vean, tiene que haber un inicio, tiene que entrarse en un tiempo para que se comience ahora a acelerar el llamado al que entraste.
Jesús se bautiza; Dios dice: Este es mi Hijo amado; comienza su ministerio, busca a sus discípulos, y es invitado a las bodas de Caná de Galilea. Todavía no había hecho milagros, ninguna señal; le seguían porque habían visto algo en especial en él, pero no habían visto las señales necesarias para que el ministerio comenzara a moverse a otra dimensión. Así que hay un espacio de tiempo entre el llamado, la unción para hacer algo, y el inicio rápido o acelerado del cumplimiento de tu llamado. Muchos se cuestionan si han sido llamados para algo, para esto; se preguntan por qué no se mueven con rapidez. Y es que tiene que haber un inicio de señales que provoque que aquello para lo que tú fuiste llamado comience a moverse aceleradamente en tu vida. Tiene que haber algo que debe ocurrir en tu mente, en tu corazón, para que ahora se dé el inicio acelerado de eso para lo cual fuiste llamado.
Ester llega a ser reina en un momento crucial; Procuraban acabar con el pueblo de Israel, y Ester se casa con el rey, ganando un certamen de belleza, convirtiéndose en la reina. Su tío, Mardoqueo, la preparó para ese momento, no para que fuera reina de belleza, sino porque él conocía lo que ella haría en un momento preciso; aprovechó las circunstancias para que, cuando llegara el tiempo, aquello se cumpliera. El pueblo de Israel estaba en problemas, y Mardoqueo busca a su sobrina, Ester, y le dice: Tienes que hablarle al rey de lo que está pasando; es la única manera que seremos libertados de esto. Y Ester comienza a vacilar en el asunto; tiene miedo porque ella no podía entrar a la recámara del rey sin permiso.
“ Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” Ester 4:12-14
Mardoqueo dice a su sobrina, Ester: Ten por cierto que, si tú no haces nada, Dios nos va a librar en este tiempo, respiro y alivio vendrán de algún lugar; ¿no te habrá puesto Dios en ese lugar para este tiempo?
Si contrastamos estas dos historias, vemos dos personas que están batallando con el tiempo y las circunstancias. Dios no se mueve por circunstancias, sino por tiempo, por lo que Él quiere hacer en un tiempo específico. Lamentablemente, la mente del hombre, muchas veces, está limitada por sus circunstancias. Algunos dicen que fuimos creados para batallar con los problemas que enfrentamos; pero fuimos creados para un tiempo, que sí tiene ciertas situaciones, ciertos retos; pero estas circunstancias han existido a través de los tiempos. Dios te trajo en este tiempo que tiene estas circunstancias; pero tu enfoque no puede ser tú ver a Dios en medio de tus circunstancias, sino ver a Dios en este tiempo en tu vida. Dios no es un Dios circunstancial, es un Dios de tiempo. En el principio, el hombre se movía en la eternidad; Dios establece el tiempo cuando el hombre peca, para poder redimir al hombre en un tiempo específico. Dios tiene que establecer el tiempo para poder ponerle fecha de expiración al pecado del hombre. Dios se iba a manifestar, no por una circunstancia, sino en un tiempo señalado, preciso, para redimir al hombre.
Tú no fuiste creado para unas circunstancias, para un lugar geográfico, sino para un tiempo, para lo que Dios quiere hacer en este tiempo en tu país y en tu familia. En vez de estar viendo la limitación de tus circunstancias, lo que tienes que estar viendo es en qué tiempo del destino de Dios para tu vida tú te encuentras, para comenzar a ver la mano poderosa de Dios y puedas entender las circunstancias que estás viviendo porque Él te posicionó –no en estas circunstancias, sino – en este tiempo, para hacer algo.
Tú lo que estás es batallando con el problema, con las circunstancias; y esto te agobia, te limita, te paraliza, te detiene, no sabes qué hacer. Pero el poder de Dios está determinado para este tiempo en tu vida para vencer cualquier circunstancia. Dios lo que asigna son los tiempos al destino de cada hombre para que pueda entrar en lo que Dios estableció. Si tú eres capaz de irte por encima y más allá de las circunstancias que estás viviendo, vas a poder entrar en el tiempo de Dios.