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Orar y persistir en la Oración

Hemos aprendido a sumergir a las personas en oración, a persistir en oración por ellas, diciendo: «Dale más, Señor. Dale más».La intimidad lleva tiempo, con Dios sucede lo mismo.

No recibimos todo lo que Dios tiene para nosotros con un toquecito rápido. Nuestros equipos oran por las personas mientras están de pie y siguen orando por ellas cuando han comenzado a reír o a temblar y aún cuando han caído al suelo. Las personas que caen generalmente comienzan a pensar que deben ponerse de pie. Pero les decimos que no se paren enseguida, si no que sigan allí y reciban otra oleada del Espíritu.

Mientras los equipos continúan orando por las personas, son guiados por el Espíritu en cuanto a por qué tema orar para cada persona. Entonces oran para que lo que Dios quiere que entre en la persona, entre, y lo que el quiere que salga, salga. Puede que salgan dolor, temor, heridas, depresión, pecados, aún demonios. Paz, gozo, amor, frescura, pueden entrar. Esto es el reino de Dios: algunas cosas entran, otras salen. El resultado es que somos fortalecidos.

A este proceso de oración continuada le llamamos «sumergir» a una persona. La persona es sumergida en oración y en el Espíritu Santo. Puede durar diez minutos o dos horas. Esta «oración de inmersión» aparentemente ayuda a las personas a recibir cada vez más de Dios. Queremos «marinarlas»en el Espíritu Santo.

Algunos se sorprenden cuando les pido que no oren en inglés (ni en otro idioma), ni en lenguas, mientras están siendo empapados o inmersos en oración. Se preguntan porqué pido esto. La oración es un ministerio de dar. Es difícil derramar hacia fuera cuando el Espíritu está vertiéndose en nuestro interior.

«Hemos aprendido a sumergir a las personas en oración, a persistir en oración por ellas, diciendo: «Dale más, Señor. Dale más».

Cuando las personas oran en lenguas mientras oramos por ellas, es poco probable que reciban más de Dios, porque cuando están concentradas en dar, no reciben. Es difícil derramar hacia fuera (orar) y dejar que Dios vierta en nuestro interior al mismo tiempo, así como es difícil beber y hablar. Recibe primero, luego ora.

Un pator de Columbia Británica aprendió esto en una de nuestras reuniones en mayo de 1994. John Overholt, pastor de la Iglesia Cuadrangular de Willow Point, en Campbell River; me envió una carta por fax contándome su experiencia. Vino con hambre, esperando de Dios, pero se dio cuenta que era muy duro para recibir. Uno de los miembros de nuestro equipo de ministración lo alentó a relajarse y, por el momento, dejar de orar en lenguas. John relata:

Entonces comencé a darme cuenta de toda mi resistencia y mi lucha. También sentí la presencia del Señor tan palpable que podía cortársela con un cuchillo. Yo estaba decidido a que, si algo me conmovía, fuera de Dios y no del hombre. No pasó mucho tiempoantes de que mis rodillas comenzaran a temblar y quedé postrado de espaldas sintiendo algo como olas del Espíritu Santo que me pasaban por encima, pero al mismo tiempo siniéndome muy tranquilo.

Entonces el Señor comenzó a mostrarme cosas sobre mí mismo: mi naturaleza controladora, mi competitividad, mi actitud de juicio hacia otras iglesias. Así que me arrepentí de esas cosas. Comprendo que el Espíritu Santo es verdaderamente un maravilloso Consejero. Luego de unas horas en el suelo comencé a enamorarme más y más del Señor y a tener una mayor pasión por buscar más de él.

Muchas veces necesitamos esta preparación de ser inmersos en oración para recibir todo lo que Dios tiene para nosotros. Jesús nos comparó con odres que llevan vino nuevo.

Y nadie hecha vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se deramará, y los odres se perderán. Más el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan 9 Lucas 5:37, 38).

¿Qué es un odre? En la antigüedad, la gente tomaba una piel de carnero y la convertía en una bolsa de cuero. Trabajaban y preparaban el cuero, y luego lo llanaban con vino nuevo. El vino, por supuesto, estaba fermentado; por lo tanto, estiraba la bolsa. Cuando la bolsa se vaciaba, se la aplastaba y se la guardaba.

¿Qué le sucede a una bolsa de cuero que generalmente está húmeda, cuando se la dobla y se la guarda en algún lugar? Se vuelve seca y rígida. La bolsa de cuero debe ser renovada sumergiéndola en agua, sumergiéndola profundamente.

Esto es lo que el Espíritu Santo está haciendo con algunos de nosotros: ¡ nos está sumergiendo! Por eso creemos en sumergirnos en oración.

Después de que ese odre era sumergido, se suavizaba nuevamente. Entonces lo inflaban , lo frotaban con aceite de oliva, y se volvía impermeable otra vez. Estaba listo para recibir el vino nuevo.

Cuando nacimos de nuevo nos convertimos en odres. Quizá algunos de nosotros participamos de la renovación carismática hace 25 años. Pero así como la iglesia de Efeso había perdido su primer amor, algunos de nosotros también lo perdimos. Nuestros odres se secaron y se volvieron rígidos. Ahora Dios lo está renovando.

He observado a muchas clases de personas. Para algunas, al principio, es como se hubiera formado «ese lecho del río»en sus corazones; la unción no puede fluir. Otros están tan secos que la unción parece que se pierde al pricipio. Pero mientras siguen sumeridos , se forma el lecho del río en sus corazones, y se abre más y más hasta que comienza a fluir. Cuando sumergimos a las personas en oración, es casi como si sus corazones se abrieran cada vez más, mientras fluyen más de la presencia y la frescura de Dios.

Cuando «sumergimos» a las personas en oración, normalmente observamos dos fases del mover de Dios en ellas. Primero, sienten la frescura y la sanidad y vuelven a enamorarse de Jesús. Luego, muchas veces, esto prepara la transición para una etapa de mayor poder para el ministerio.

El Espíritu Santo trae paz, gozo, limpieza, transformación y sanidad. Luego viene el poder. Después puede venir el hablar en lenguas. El poder puede ser para profetizar, sanar o evangelizar. Muchas veces viene acompañado de un gran temblor en la persona, a medida que un poder tremendo fluye en su interior y a través de ella.

Hemos observado que con este nuevo mover del Espíritu Santo, nuestra capacidad de recibir de Dios ha crecido tremendamente. Antes, sólo unos pocos recibían algo profundo en el Espíritu. Ahora, muchos reciben una experiencia espiritual de mucho poder que hace que ellos nos pidan a nosotros que les expliquemos qué es lo que sucedió. Se sorprenden por la intensidad del poder del Espíritu Santo.

Dios quiere que seamos continuamente llenos del Espíritu… y que lo sepamos. Quiere que ministremos con el exceso en vez de tener nuestros tanques espirituales casi vacios. Por eso seguimos orando: «Más , Señor» Y él sigue dándonos más de su Espíritu en forma muy íntima.

¿Por qué no orar unos por otros en casa? Pon tu música de de adoración preferida y deja que tu corazón se impregne de la presencia del Señor. ¡ Qué maravillosa forma de pasar una hora o más con el Señor! Permítele que él te llene una y otra vez.

Fuente:
Pastor John Arnott

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