En los últimos días he visto a varios usuarios invitando a orar por Jerusalén, capital de Israel (pero también lo es de Palestina, al menos Jerusalén del este). Lo hacen de buena fe, sé que así es, por lo que este post no tiene intención alguna de avergonzar a nadie, humillar, denostar o ir en contra de una creencia tan arraigada en la fe evangélica como lo es ésta… orar por el pueblo de Dios, entiéndase Israel. Por lo que dada esta aclaración -y lo no menos importante señalar que no pelearé con nadie que esté en contra de este enuncio-, procederé a explicar mi punto de vista que, espero esté acorde a una correcta interpretación de la Biblia.
La mayoría de quienes animan a orar por Israel se basan en el Salmo 122, específicamente en los versos 6 y 7 que en la versión popular Reina Valera 1960 dice así: “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios”.
EL SALMO
El Salmo 122 lleva por título, ‘la canción de los peregrinos’. De David. Es una de las cuatro canciones de los peregrinos que son específicamente atribuidas al rey David. Él lo escribió tanto para lo que Jerusalén era en sus días, y para lo que se convertiría bajo el gobierno de su hijo y sucesor (Salomón). David probablemente nunca hizo una peregrinación de algún lugar lejano o desde una gran distancia a alguna de las celebraciones, pero él escribió el Salmo 122 en la voz de uno que lo hacía, y que había llegado a la ciudad santa.
EL PROPÓSITO
“David lo escribió para que el pueblo lo cantara en los tiempos en los que subía a los festivales santos en Jerusalén. Nos llega como el tercero de la serie, y parece ser apropiado para cantar cuando las personas habían entrado por las puertas, y sus pies estaban dentro de la ciudad.” (Charles Spurgeon).
INTERPRETACIÓN
El Salmo debe ser entendido como aplicable -de manera literal- a los antiguos judíos que peregrinaban desde sus ciudades hacia Jerusalén para celebrar allí las tres fiestas más importantes de los judíos: La Pascua, Pentecostés, Los tabernáculos. Ese salmo servía como ‘alimento para el espíritu’ a los viajeros cansados quienes al atravesar las puertas de la ciudad comenzaban a recitar este salmo, de memoria y conmovidos profundamente.
Querer endosar este salmo a los cristianos ‘gentiles’ (aquellos que no somos judíos) es forzar el texto, es aplicarlo de manera incorrecta. La exigencia de orar por Jerusalén (ni siquiera se dice que se debe orar por todo el país) es para los propios judíos; pero eso no significa que el salmo deba ser descartado para los practicantes de la fe cristiana. Orar por todas las ciudades, por la paz de los países, por una sociedad más justa de manera transversal tanto en Medio Oriente como acá en América Latina debería ser la consigna de todo cristiano. De hecho, en el libro de Jeremías vemos a Dios ordenándoles a los judíos exiliados orar por Babilonia, la ciudad donde residían… ‘porque en su paz vosotros tendréis también paz’ (Jer. 29:7).
ENTONCES, ¿ES BUENO ORAR O NO POR JERUSALÉN?
Claro que es bueno, es parte de las plegarias que debemos hacer. Pero también debemos orar por Palestina, por Colombia, por Chile y por toda la humanidad pues a fin de cuentas el Dios al que servimos no tiene hijos favoritos, sino hijos más cercanos a Él, pero no por preferencia divina, sino porque algunos hijos hacen el esfuerzo de estar más cerquita de Papá Dios, y estos pueden ser tanto occidentales como orientales. Si usted decide acercarse a Dios, así no sea judío, tenga por seguro que el Señor lo recibirá con los brazos abiertos… y sus oraciones no serán más escuchadas si las hace en el Muro de los Lamentos como si las hace en el clósed de su casa.
Me despido, espero no haber herido susceptibilidades, pero de ser así escapa de mi control. Escribo no para convencer, pelear o ser famoso, sino para enseñar a quienes deseen ser enseñados.
ORACIÓN
Señor mi Dios, oro a ti en este día por el conflicto en Oriente Medio -Israel y Palestina-, te pido por ambas naciones, sobre todo por los inocentes de ambos lados, por los niños, las mujeres embarazadas, los ancianos, y todos aquellos que sufren por la violencia del hombre. Ayúdalos Padre, socórreles, haz que su dolor mengüe, que sus espantos por la maldad puedan sanar… sí, que tu Nombre sea ensalzado allí en esos países en guerra. Dame la sensibilidad de orar por todas aquellas sociedades enfermas, ya sean ‘de aquí o de allá’, ayúdame a no partidarizarme sino a creer que Tú amas a todos por igual. Amén.
“En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos” (1ª Timoteo 2:1).