Pasando revista a las costumbres o tradiciones de nuestro país, que rememoran cómo era la Semana Santa décadas atrás y la forma en que ese período se vive hoy día, llegamos a la conclusión que hay una diferencia abismal.
La Semana Santa, en términos conceptuales y religiosas nos llama al recogimiento de lo carnal y acercarnos a Dios, recordando los valores de la crucifixión y muerte de la pasión de Cristo, quien resucitó al tercer día.
Sin embargo, lo que debería ser un momento para acercarse a Dios y escudriñar su obra y misericordia para con su pueblo, se ha convertido en espacio para disfrutar de todo, incluso, ha aumentado considerablemente el consumo de carne en esa época, donde la gastronomía ha tenido un cambio considerable, dejando de lado el tradicional menú con pescado que en épocas anteriores no faltaba en la mesa de los dominicanos para Semana Santa.
A esto se agrega el deseo carnal que muestran hombres y mujeres, quienes se pasean en playas balnearios y centros de diversión, dando rienda al placer de la carne.
El recogimiento espiritual y el seguimiento a la vida de Cristo para esta época se ha cambiado por el morbo y las fiestas. Pero si algo todavía no ha perdido su esencia son las tradicionales habichuelas con dulces, visitas de los parientes a sus diferentes campos o ciudades, a pesar de la pandemia del COVID -19 que nos afecta.
También hay que destacar el importantísimo rol que han jugado todas las iglesias, tanto en República Dominicana como en otras partes del mundo, que han continuado predicando, aún en medio del encierro la Palabra de Dios, mensaje que llegará a todos los que nos quedamos en nuestros hogares.
Ese banquete de la Palabra viva y eficaz lo recibiremos a través de las distintas plataformas que tienen disponibles las iglesias y a través de los medios digitales.
En esta semana de recogimiento espiritual, la que muchos aprovecharemos para reflexionar sobre la esencia de Dios, debemos procurar ser sabios, comprensivos, y abrir nuestro entendimiento, en procura de preservar la armonía en la familia, la iglesia y la nación.
Orar, clamar y honrar el nombre de nuestro Señor salvador por todos los medios que nos sean posibles nos permitirá mejorar nuestra forma de vivir, para el bienestar de todo el conglomerado.
Aprovechemos el retiro espiritual, no seamos necios, sino entendidos sobre la voluntad de Dios. Seguiremos anunciando el mensaje de la salvación para que los que no están en los caminos del Señor salgan del camino oscuro y ablanden su corazón, para que avancemos todos juntos sin mirar atrás.
Vivamos en obediencia para que Dios no aparte sus ojos y su misericordia de nosotros. Hoy más que nunca debemos buscar su rostro para vivir cada día con nuevas fuerzas, mejor ánimo, nuevas esperanzas, se incremente nuestra fe y el amor hacia el prójimo.
Elevemos una oración por el necesitado y llenémonos de humildad, pero sobre todo aboguemos por la unión que tanta falta hace en nuestros corazones.
Con la palabra de Dios debemos ser diligentes y seguir dando testimonio sobre el amor de Cristo para con su pueblo. Porqué Dios es amor. Ese debe ser nuestro papel aquí en la Tierra, abonar diligentemente ese jardín de amor que Dios nos regala constantemente y nos brinda a través de su Palabra, con las herramientas necesarias para que podamos realizar su obra a plenitud.
Que nuestras vacaciones o retiro espiritual este fin de semana se transformen en encuentros felices, siguiendo el orden establecido por Dios, para que podamos disfrutar de las bondades que nos da la vida, con la seguridad de que nuestro Padre Celestial nos acompañará siempre y podamos regresar de nuestros destinos bajo las alas y la Paz de Dios.