A veces pareciera que no tenemos claro el concepto de oración puesto que usamos constantemente una ya estructurada y repetitiva oración, a veces llenas de palabras que realmente no sentimos en nuestro corazón pero que repetimos creyendo que ello nos conllevará a conseguir de una forma más rápida el favor de Dios.
Otros han hecho de la oración nada más un medio para pedir y se olvidan de lo importante que es agradecer por lo que ya se tiene, a veces usamos la oración solo a través de la necesidad y mientras no tengamos una necesidad urgente no nos disponemos a orar.
Si cada uno de nosotros entendiera lo importante que es la oración y que ésta no solo se usa para pedir sino para comunicarnos con Dios y agradecer lo bueno que siempre es, podríamos hacer de ella un instrumento que nos ayudaría mucho en la vida cristiana, pero lastimosamente además de no saber orar, también la usamos mal.
Jesús aconsejo a sus discípulos diciéndoles: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Mateo 6:7 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
Las palabrerías o las repeticiones no harán que Dios nos escuche o nos conteste más rápido, y es que Dios no solo escucha sino que en su omnisciencia también conoce las intenciones de nuestro corazón sobre lo que pedimos y la disposición y fe con que lo hacemos. Puedes repetir mil veces que tienes fe en Él, pero si realmente dentro de ti no hay fe, Dios lo conoce; puedes repetir muchas veces que confías en él, pero Dios que conoce nuestro interior puede ver si es cierto o no.
El mejor momento para orar es en cualquier momento, no solo cuando estamos pasando por situaciones difíciles, sino también cuando todo va bien. La mejor forma de orar es siendo sincero, provocando que las palabras que de nuestra boca salgan, sean las que dentro de nosotros realmente sentimos. Las mejores palabras que podemos ocupar no son aquellas de las cuales no sabemos el significado, sino aquellas que describen con total humildad y sinceridad lo que en ese momento estamos sintiendo.
Orar es hablar con Dios y al hablar con Él solo cuenta la sinceridad porque por más que quisiéramos ganar su favor a base de palabras bellas que realmente no creemos o no sentimos no lo lograremos, la única forma de llamar la atención de Dios y recibir una respuesta es siendo humildes, sinceros y teniendo verdadera fe en nuestro corazón que al hablar con Él, Él nos está escuchando y nos ha de responder.
Orar es agradecer a Dios por todo lo bueno que ha sido y por todo lo que nos ha dado que en suma es mucho, no veamos solo lo malo que estamos enfrentando, sino que veamos lo bueno que por mucho tiempo hemos tenido y que en muchas ocasiones no hemos valorado.
Hablemos con Dios no solo en los momentos de necesidad, sino en todo tiempo, que mantengamos viva y fluida la comunicación con Dios, que nuestra vida este confiada en Él, que nuestra mente no se deje influenciar por lo que nuestros ojos humanos ven, que a través de la fe y la oración podamos hacer que nuestros ojos vean lo que nuestra fe en Dios puede hacer.
Dejemos de usar vanas repeticiones, hagamos a un lado la mucha palabrería y en su lugar seamos sinceros y humildes con Dios, dispongamos todo nuestro ser y que de nuestra boca solo salgan palabras sinceras y llenas de fe que muevan el favor de Dios hacia nosotros.
¡Oremos en todo tiempo con humildad y sencillez!
“Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.” Efesios 6:18