
Al acercarnos al final del 2025, nuestros corazones se alinean con una verdad eterna: Dios sigue guiando la historia con manos de misericordia y propósito. Este año, marcado por desafíos, victorias silenciosas y milagros visibles, nos invita a hacer una pausa sagrada y contemplar todo lo que el Señor ha hecho en nosotros y a través de nosotros.
Isaías 51-11 nos recuerda que “los redimidos de Jehová volverán… y vendrán con alegría; y el gozo eterno será sobre sus cabezas.”
Ese es el sello que el cielo coloca sobre su pueblo en tiempos como estos: un óleo de gozo que no se agota y una alegría que ninguna circunstancia puede extinguir.
Hoy abrazamos la fe con un beso de esperanza, reconociendo que cada paso dado en este año fue sostenido por la gracia. Nos preparamos para cerrar este ciclo celebrando bajo el sonido de victoria que Dios ha decretado sobre sus hijos. Que este resumen del 2025 esté perfumado con ese aceite fresco que restaura ánimos, renueva fuerzas y enciende corazones.
La Palabra Profética para el Tabernáculo
Este año, el Señor entregó una palabra clara al Tabernáculo:
“Cierren este 2025 con gozo y con alabanza.”
No con quejas, no con temor, no con cansancio… sino con gozo que desciende del cielo y alabanza que rompe cadenas.
Dios nos llamó a sellar diciembre con un cántico nuevo, con manos levantadas, con celebración espiritual, porque la atmósfera que levantamos en la adoración determina la victoria que veremos en el año por venir.
Ese llamado no fue solo una instrucción; fue una promesa.
Cuando el pueblo obedece adorando, Dios pelea, restaura, sana y abre caminos. Por eso, este cierre de año no es común: es un cierre profético. Es un acto de fe que declara que el 2026 no se abrirá con dolor ni temor, sino con gloria y propósito.
Un Llamado Final
Pedimos sanidad para los enfermos, consuelo para los que lloran y fortaleza para los que se han mantenido en la brecha. Que el amor de Cristo sea el hilo que cose las heridas del alma; que la alegría del Espíritu nos sostenga; y que la paz de Dios cubra nuestras casas, iglesias y naciones.
El óleo de gozo está descendiendo.
La alegría está volviendo al camino.
Y los redimidos avanzamos con la convicción de que lo que viene será mayor que lo que quedó atrás.