Articulos

Octubre de Reforma. Un Llamado a Volver a la Esencia del Evangenlio

Estamos celebrando el mes de la Reforma. Cada octubre, en especial el día 31, recordamos que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del castillo de Wittenberg, en Alemania. Este acto se considera el desencadenante de todos los eventos que darían lugar a la Reforma protestante.

He escrito muchos artículos, predicado y enseñado muchos octubres sobre los eventos principales de la Reforma y sus consecuencias en su tiempo y para los cristianos actuales que nos consideramos herederos de los reformadores. Pero hoy quisiera hacer algo diferente. Te invito a ver a Martín Lutero en una faceta más personal a través de los registros de las conversaciones de sobremesa que mantenía con sus amigos y estudiantes, y que fueron recopilados por Antony Lauterbach y John Aurifaber, sus amigos y discípulos cercanos.

El cálculo especulativo en la predicación nunca dará en el blanco de la realidad y, sin aplicación, se perderá y no valdrá nada

Ellos tomaron notas y nos dejaron mucho de la colorida elocuencia del reformador, sus pensamientos y preocupaciones sobre temas muy diversos, pero todos relacionados con el quehacer de la iglesia, su gran pasión. La primera recopilación fue publicada unos veinte años después de su muerte y fue titulada Colloquia Mensalia (Charlas de sobremesa) en 1566.

Consejos, opiniones y latigazos de Lutero para los predicadores
Siempre tuve mucha curiosidad por saber qué opinión tenían los reformadores sobre los predicadores y la predicación en general. Es cierto que nos centramos en sus enseñanzas reformadas para establecer los parámetros de la predicación. Sin embargo, me suelo quedar con los fundamentos y me falta, se podría decir, un poco más de sustancia o un enfoque más práctico, un llamado de atención más específico o un consejo sabio oportuno.

La sección «sobre los predicadores y la predicación», en Charlas de sobremesa, es sumamente variada. Las frases de Lutero están divididas por números romanos y tocan sin mayor orden un sinnúmero de tópicos seleccionados alrededor del tema general. Trataré de seguir un argumento, pero me gustó mucho ser sorprendido por sus apreciaciones y hasta por sus exabruptos tan oportunos.

Esta es una selección de diez tesis de Lutero para los predicadores:

1. Basta de especulaciones
Su primer consejo es más que importante: La predicación «consiste en uso y práctica, no en especulaciones» (cccxci). Lutero da el ejemplo de un hombre de negocios que no podrá saber si realmente tendrá ganancias en el año si solo se basa en especulaciones y no pone nada en práctica.

Eso mismo pasa con la especulación de las cosas divinas. Lutero observaba, incluso por su propia experiencia, que parece que los predicadores teorizan demasiado sin aterrizar o mostrar la aplicación directa de sus dichos. Lutero encontraba que, como el negociante especulador, el cálculo especulativo en la predicación nunca dará en el blanco de la realidad y, sin aplicación, se perderá y no valdrá nada.

2. Maneja con precisión la Palabra de verdad
Lutero exhorta a los jóvenes que lo escuchan a que estén listos para seguir aprendiendo las Sagradas Escrituras y estar siempre listos para ministrar. Él señala que habrá múltiples oportunidades para ministrar, porque siempre habrá espacios vacíos que necesitarán de un predicador.

Saber distinguir un tema, definirlo, describirlo y mostrarlo con las Escrituras suena fácil, pero es una tarea que requiere de destreza, tiempo y sudor.

Si ellos están realmente preparados, pueden ofrecer su servicio con una conciencia tranquila. Lo que condena es que los jóvenes anden entrometiéndose o expulsando a otros para ocupar sus lugares. Los jóvenes deben ser como Isaías, siempre dispuestos a decir, «Heme aquí, envíame a mí» si oyen que realmente se necesita un predicador (cccxciii).

3. Sé prudente y discreto
Copio un consejo corto pero contundente: «No quisiera que los predicadores atormentaran a sus oyentes ni los retuvieron con predicaciones largas y tediosas, pues con ello se desvanece el deleite de escuchar y los predicadores se perjudican a sí mismos» (cccxcv).

Los que tenemos el síndrome de Eutico (Hch 20:7-12) debemos aprender que la brevedad y la discreción también son valores homiléticos válidos para Lutero.

4. Predica con sencillez
En el mismo sentido, a veces llegamos a pensar que la complejidad en la argumentación es un signo de profundidad, pero Lutero no piensa así: «Predicar con sencillez es un gran arte: Cristo mismo habla de labranza, de la semilla de mostaza, etc.; usó símiles sencillos y cotidianos» (ccccx). No se queda en esa idea, sino que añade algo que a muchos predicadores no nos gustará oír y que citaré en extenso porque pinta de cuerpo entero el corazón de Lutero para con los predicadores y no requiere mayor explicación:

No quisiera que los predicadores usarán hebreo, griego ni idiomas extranjeros en sus sermones, pues en la iglesia debemos hablar como lo hacemos en casa, la lengua materna sencilla, que todos conocemos.

Se permite que cortesanos, abogados, procuradores, etc. usen palabras curiosas y peculiares. El doctor Staupitz es un hombre muy erudito, pero un predicador muy fastidioso; y la gente prefiere escuchar a un hermano sencillo, que transmite sus palabras con sencillez, que a él.

En las iglesias no se deben buscar alabanzas ni elogios. San Pablo nunca usó palabras tan elevadas y solemnes como Demóstenes y Cicerón, sino que habló con propiedad y claridad, palabras que significaban y mostraban asuntos elevados y solemnes, y lo hizo bien» (ccccxii).

5. Presenta bien tus argumentos y aplicaciones
Ya que entramos en los sermones, encontré que también Lutero da buenos consejos homileticos sobre cómo debe ordenarse un buen mensaje para que sea efectivo en fondo y forma:

Un predicador debe ser lógico y retórico, es decir, debe ser capaz de enseñar y amonestar. Al predicar sobre un tema, primero debe distinguirlo. Segundo, debe definirlo, describirlo y mostrarlo. Tercero, debe extraer sentencias de las Escrituras para probarlo y fortalecerlo. Cuarto, debe explicarlo y declararlo con ejemplos. Quinto, debe adornarlo con semejanzas; y, por último, debe amonestar y animar a los perezosos, reprender con vehemencia a todos los desobedientes, toda falsa doctrina ya sus autores; sin embargo, no por malicia ni envidia, sino solo para honrar a Dios y para el beneficio y la salud del pueblo (ccccxxii).

La predicación sigue siendo un arte, pero también una forma de enseñanza y exhortación que debe desarrollarse con el fin de guiar el entendimiento de los oyentes al mensaje de la Palabra de Dios. Saber distinguir un tema, definirlo, describirlo y mostrarlo con las Escrituras suena fácil, pero es una tarea que requiere de destreza, tiempo y sudor. Sin embargo, no es un ejercicio meramente intelectual y el corazón pastoral de Lutero sale a relucir al resaltar al final que lo que se busca es la honra de Dios y la salud de Su pueblo. ¡Amén!

6. Desarrolla virtudes y valentía
De seguro quisiéramos saber cuáles era para Lutero las características de un buen predicador:

Debe poseer estas cualidades y virtudes: primero, enseñar sistemáticamente; segundo, ser ingenioso; tercero, ser elocuente; cuarto, tener buena voz; quinto, buena memoria; sexto, saber cuándo concluir; séptimo, estar seguro de su doctrina; octavo, arriesgarse y comprometer cuerpo y sangre, riqueza y honor en la Palabra; noveno, permitir que todos se burlen de él (cccc).

Las primeras pueden ser sustanciales y algunas más de forma que de fondo, pero la octava y la novena me humillan profundamente porque todas las otras cualidades se desvanecerán ante mi cobardía por no defender el evangelio hasta el final y por cuidar o suavizar mi mensaje para evitar el desdén público.

Los pastores debemos cuidar a las ovejas con verdadero alimento espiritual que las edifica a la semejanza de Jesucristo

Me acordé de las palabras de ánimo de Pablo a Timoteo: «Porque no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Ti 1:7). Lutero insiste en la valentía de un buen predicador y señala:

Un predicador debe ser a la vez soldado y pastor. Debe nutrir, defender y enseñar, pero debe tener dientes en la boca y ser capaz de morder y pelear. Hay muchos predicadores que hablan, pero no hay en ellos nada más que palabras; pueden hablar mucho, pero no enseñan nada con rectitud. El mundo siempre ha tenido tales Thrasos [la personificación griega de la impudencia envalentonada], tales pregoneros jactanciosos (cccciii).

Los pastores y predicadores debemos demostrar que estamos cuidando a las ovejas con verdadero alimento espiritual que realmente las edifica a la semejanza de Jesucristo.

7. Aprende de la naturaleza humana
Lutero entiende que la predicación no es solo enseñar a otros, sino también aprender uno mismo. Los que tenemos años en este oficio sabemos por experiencia propia que el llamado a predicar involucra adentrarnos en temas desconocidos que requieren ser entendidos para que el tema o el pasaje a predicar puedan ser compartido con propiedad. Pero no solo se trata de entender los grandes temas teológicos, políticos o sociológicos, sino que también la predicación nos ayuda a entender mucho mejor la naturaleza humana.

Estas son las palabras de la propia experiencia de Lutero:
Predicando aprendo a conocer el mundo, la carne, la malicia y la perversidad del diablo, todo lo cual era desconocido antes de que el evangelio fuera revelado y predicado, pues hasta entonces creía que no había más pecados que la incontinencia y la lujuria (cccxxv).

8. Predica por amor a Dios
Un consejo fascinante de Lutero fue que los predicadores debían amar a las ovejas y ser motivados únicamente por el amor al Señor, no por la respuesta amorosa de las ovejas. Fue Jesús quien le dijo a Pedro, «¿Me amas?», y ante la respuesta afirmativa del discípulo, el mandato del Señor fue «Pastorea mis ovejas» (Jn 21:16).

Los predicadores deben amar a las ovejas y ser motivados solo por el amor al Señor, no por la respuesta amorosa de las ovejas

Lutero parafrasea esa referencia evangélica como si Jesús hubiera dicho: «Pedro, si quieres ser un pastor recto y cuidadoso con las almas, debes amarme; de lo contrario, te es imposible ser un pastor recto y cuidadoso; tu amor por mí debe ser la clave» (ccxiv).

9. Sé un pastor sencillo
Lutero se convirtió en un hombre famoso en sus días. Sin embargo, nunca perdió la sencillez de un pastor y predicador que no se dejó engañar y embriagar por las luces y el poder. Las siguientes palabras son duras, pero también son sumamente amorosas y sensibles, mostrando un corazón que quiere agradar al Señor y servir a los suyos:

Malditos sean todos los predicadores que en la iglesia aspiran a cosas elevadas y difíciles, y, descuidando la salud salvadora de la gente pobre e ignorante, buscan su propio honor y alabanza, y con ello complacer a una o dos personas ambiciosas.

Cuando predico, me hundo en lo más profundo. No tengo en cuenta a los doctores ni a los magistrados, de los cuales hay más de cuarenta aquí en esta iglesia; pero tengo en cuenta a la multitud de jóvenes, niños y sirvientes, que son más de dos mil. Predico a estos, dirigiéndome a quienes lo necesitan. ¿Acaso los demás no me escucharán? La puerta está abierta para ellos; pueden irse. Veo que la ambición de los predicadores crece y aumenta; esto causará el mayor daño en la iglesia y producirá gran inquietud y discordia; porque necesariamente enseñarán cosas elevadas sobre asuntos de estado, buscando así la alabanza y el honor; complacerá a los sabios mundanos, y mientras tanto descuidarán a la multitud sencilla y común (cccxxvii).

10. El orgullo no tiene lugar en los predicadores
Lutero tiene palabras muy duras contra el orgullo y la falsa ambición en los predicadores. Hay predicadores que se perciben a sí mismos como el único Elías en Israel y a todos los demás predicadores como nada menos que sacerdotes de Baal. Lutero nos advierte contra el orgullo destructivo: «Hay personas que se adulan y se creen sabias; desprecian y ridiculizan las opiniones de los demás; solo aceptan lo que les agrada» (ccccxvi).

Lutero presenta el antídoto al hacer una afirmación reveladora que nos despierta a la realidad de nuestra propia temporalidad:

La ambición es el veneno más repugnante para la iglesia cuando se posesiona de los predicadores. Es un fuego consumidor. La Sagrada Escritura fue dada para destruir los deseos de la carne; por lo tanto, no debemos buscar en ella el honor temporal. Me asombra mucho por qué la gente es orgullosa y altiva; nacemos en pecado y estamos en constante peligro de muerte. ¿Estamos orgullosos de nuestras costras y escaldaduras? Nosotros, que somos completamente impuros.

Sus palabras hacen eco de las palabras sumamente clarificadoras de Pablo con respecto a la realidad de nuestros propios ministerios:

Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere además de los administradores es que cada uno sea hallado fiel…

Esto, hermanos, lo he aplicado en sentido figurado a mí mismo y a Apolos por amor a ustedes, para que nosotros aprendamos a no sobrepasar lo que está escrito, para que ninguno de ustedes se vuelva arrogante a favor del uno contra el otro. Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido? (1 Co 4:1-2, 6-7).

Estamos celebrando 508 años de la Reforma protestante. Medio milenio no es poco tiempo para un movimiento que sigue vivo y buscando glorificar a Dios con la proclamación de la verdad del evangelio. Lutero empezó su ministerio cuando tenía unos 34 años con la presentación de las 95 tesis en 1517, y predicó su último sermón tres días antes de morir a los 62 años, el 18 de febrero de 1546. Su ministerio duró un poco menos de 30 años, pero su impacto permanece hasta nuestros días.

Reflexionar sobre sus enseñanzas sobre la predicación y los predicadores es simplemente volver a estar con este gran maestro y sentarnos a la mesa para oír sus experiencias que siguen siendo útiles para nosotros cinco siglos después.

Fuente:
Pastor José “Pepe” Mendoza

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba