El Rev. Reynaldo Franco Aquino hace un llamado a la población a ser radical con la prudencia y al mismo tiempo levantar una cadena nacional de oración y sintonizar sus oídos con la voz de Dios que habla a través de los eventos y experiencias humanas.
El presidente de la Asociación de Iglesias Pentecostales de Jesucristo (IPJ) y de la Comunidad Apostólica Internacional (COAPIN) dijo que las iglesias han desplegado amplias iniciativas de apoyo solidarios en todo el país, con acompañamiento de ayuda espiritual, humana, psicológica, social y material. A mayores, enfermos y vulnerables, ofreciendo lo que somos y lo que tenemos.
Franco Aquino llamó a los pastores, al liderazgo político y empresarial a seguir brindando acompañamiento a los que sufren, golpeados por sentimientos de miedo, ansiedad, incertidumbre y diversas situaciones ya quela emergencia del COVID-19 ha puesto a prueba la resistencia física, mental y social, causando una profunda crisis de salud que ha puesto a la economía mundial de rodillas.
Manifestó que debemos pensar en las familias que viven en la pobreza, los ancianos, los presos, las personas sin hogar y los inmigrantes. Un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que debe reverdecer más en estos días.
Enfatizó a las autoridades salientes como a las entrantes a escribir la historia presente y futura activando la capacidad de dar respuesta adecuada al dolor y la pobreza de los marginados y los «invisibles» hay que seguir aplicando medidas de desarrollo genuino, integral y sostenible. Solo se puede resistir a esta pandemia con la ayuda divina y los anticuerpos de la solidaridad.
Llamó a todos los dominicanos a cultivar activamente una relación vital con Cristo, humillarse delante de Él, con arrepentimiento y ayuno, abrazar la fe, eso nos garantizará poder afrontar con valentía los desafíos del presente y del futuro, es tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia el Señor, y hacia los demás.