Parafraseando a un excelente escritor y teólogo cristiano, Dios nunca te va a llevar a situaciones y circunstancias donde su gracia no te alcance. Por difícil que parezca, ante las aparentes adversidades y la sucesión de eventos incomprensibles para el entendimiento humano, «la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 11.1) es crucial para seguir adelante, si obedecemos los términos de la voluntad divina. La presencia de Dios es definitivamente la mayor expresión de su gracia. Nuestra obediencia la mejor manifestación de amor a nuestro Padre celestial.
Josué tenía “la certeza de lo que se espera” (Hebreos 11.1) y confiaba en la promesa del Altísimo de acompañarlo en la empresa difícil de cruzar el Jordán y tomar la ciudad amurallada de Jericó. Dios había ordenado a Josué que el Arca del Pacto, símbolo de la presencia de Dios, fuera delante del pueblo de mano de los sacerdotes. Dios es el líder máximo de la conquista, quien va delante de su pueblo, el que realiza el milagro de detener las aguas del Jordán para que el pueblo cruzara en pos de la tierra prometida. Josué es el siervo obediente que instruye las órdenes de Dios al pueblo para que la empresa llegue a feliz término. La obediencia no sólo trae bendición, sino también prepara el terreno para que Dios se manifiesta milagrosamente en nuestras vidas.
Miren, el arca del pacto del Señor de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de ustedes.
Josué 3:11
Hermosas y necesarias lecciones para el cristiano de hoy, para el cuerpo de Cristo. Primero, poner a Dios delante de todo lo que hacemos. Si él es el líder y guía, él nos conducirá a la victoria y contendrá las aguas que intentan detenernos. Él puede hacer el milagro si seguimos sus instrucciones y obedecemos sin dudar. El milagro de un alma que se rinda a sus pies porque hemos clamado para que suceda, el milagro de sanidad cuando el hombre ya perdió las esperanzas desde la perspectiva humana, el milagro de provisión cuando las alacenas abundantes del mundo te niegan el abastecimiento. Las despensas de Dios son ricas y cuantiosas. Su gracia no permitirá que cualquier Jordán nos arrastre en sus corrientes revueltas y nos separe de su presencia.
Obediencia incondicional, fidelidad a toda prueba, confianza en que si Él es con nosotros, no hay Jordán que detenga el avance de su Reino y el cumplimiento de las promesas que fluyen de su soberanía. Para ver su mano sobre nosotros, él también exige santidad para poder experimentar su gracia en toda su plenitud. Él espera obediencia, él promete y siempre cumple.
¡Dios bendiga su Palabra!
Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia.
1 Pedro 1:14