2 CORINTIOS 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
La palabra de Dios nos enseña que toda persona que está en Cristo es una nueva criatura, y podemos dejar el pasado atrás y comenzar una vida completamente diferente con la ayuda y el respaldo de nuestro Dios.
Entonces en muchos de nosotros puede surgir la pregunta: ¿Entonces por qué mi vida no cambia? ¿Por qué sigo en lo mismo? ¿Por qué sigo viviendo igual? y la respuesta la encontramos en la palabra de nuestro Dios, HAY CUATRO RAZONES POR LAS CUALES NUESTRA VIDA NO CAMBIA PARA BIEN a pesar de que somos hijos de Dios.
I) PRIMERA RAZÓN: PORQUE OÍMOS, PERO NO HACEMOS
(SANTIAGO 1:21-22) Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Tenemos que reconocer que una de las principales razones por las cuales no hay cambios positivos y de bendición en nuestra vida es porque somos buenos oidores de la palabra de Dios, nos gustan los mensajes, nos impactan, muchas veces nos hacen llorar pues el Señor habla directamente a nuestro corazón.
Pero lastimosamente lo que escuchamos, lo que Dios nos ha hablado a nuestra vida NO LO HACEMOS, no lo llevamos a la práctica, y tenemos que comprender que OÍR, RECONOCER Y NO HACER SE LLAMA REBELDÍA. y la rebeldía NO PERMITE que nos vaya bien en nuestra vida (Salmo 107:11-12) Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová, y aborrecieron el consejo del Altísimo. 12 Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones; Cayeron, y no hubo quien los ayudase.
II) SEGUNDA RAZÓN: PORQUE DECIMOS, PERO NO HACEMOS
(MATEO 21:28-21) Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
Tenemos que comprender que LA OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DE DIOS REPRESENTA BENDICIÓN PARA NUESTRA VIDA, pero lastimosamente muchos cristianos somos como el segundo hijo: “DECIMOS, PERO HACEMOS”.
Cuánto tiempo llevamos diciendo que vamos a CAMBIAR, DEJAR O CORTAR cosas de nuestra vida que no agradan a Dios, ¡PERO NO LO HACEMOS!, seguimos en lo mismo, seguimos viviendo una vida desordenada delante del Señor.
Hace cuando tiempo dijimos que nos íbamos a bautizar, hace cuando tiempo venimos diciendo que vamos a poner nuestro matrimonio bajo la bendición de Dios, ¡Pero no lo hemos hecho!
Tenemos que comprender que nuestro Dios no solamente quiere que estemos dispuestos a hacer su voluntad, que solamente tengamos la intención, ¡ÉL QUIERE QUE LA HAGAMOS! si verdaderamente queremos que nuestra vida cambie para bien tenemos que OBEDECER LA VOLUNTAD DE NUESTRO DIOS (1 Samuel 15:22) Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.
III) TERCERA RAZÓN: PORQUE SABEMOS, PERO NO HACEMOS
(SANTIAGO 4:16-17) Pero ahora os jactéis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; 17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Tenemos que comprender que muchas veces nuestra vida no cambia para bien porque como cristianos tenemos conocimiento de la palabra de Dios, conocemos lo que agrada a Dios y lo que le desagrada, sabemos perfectamente lo que es bueno y que traerá bendición a nuestra vida, PERO NO LO HACEMOS.
Sabemos perfectamente que debemos congregarnos con constancia, sabemos que debemos leer la palabra de Dios todos los días, sabemos que como cristianos debemos tener comunión a diario con nuestro Dios por medio de la oración, TODO ESTO LO SABEMOS ¡PERO NO LO HACEMOS!
Nos preguntamos porque nos va mal, nos preguntamos porque nuestra vida no cambia para bien, nos preguntamos porque no recibimos las bendiciones que el Señor tiene para nosotros, nos vivimos lamentando, pero no nos lamentamos por nuestra actitud de saber hacer lo bueno, pero no hacerlo (Lamentaciones 3:39) ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Lamentase el hombre por su pecado.
IV) CUARTA RAZÓN: PORQUE PROMETEMOS PERO NO CUMPLIMOS
(ECLESIASTÉS 5:4-6) Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?.
La palabra de Dios nos muestra que el Señor no nos pide que le prometamos nada, de hecho, su palabra nos dice que NO NOS APRESUREMOS A HABLAR delante de él (Eclesiastés 5:2) No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
Pero debemos tener bien claro que si le hemos prometido algo a nuestro Dios ¡LO TENEMOS QUE CUMPLIR! Hagamos una reflexión en nuestro corazón y recordemos las cosas que le hemos prometido a nuestro Dios en tiempos de angustia, en momentos de aflicción y reconozcamos si hemos cumplido lo que le hemos prometido, si no hemos cumplido, HEMOS PECADO CONTRA DIOS CON NUESTRA BOCA y si queremos que nos vaya bien tenemos que arrepentirnos de corazón por no haber cumplido lo que hemos prometido, y procurar cumplir con lo que nos hemos comprometido.
CONCLUSIÓN: Nuestra vida no cambia porque, aunque estamos en Cristo, no estamos viviendo plenamente la transformación que Él nos ofrece. Oímos la Palabra, pero no la practicamos; decimos que haremos su voluntad, pero no la obedecemos; sabemos lo que es correcto, pero no lo hacemos; y prometemos, pero no cumplimos. Para experimentar una verdadera transformación, necesitamos actuar conforme a lo que Dios nos ha hablado, cumplir con lo que hemos prometido, y ser obedientes en cada área de nuestra vida. Solo así podremos ver un cambio real y experimentar las bendiciones de Dios.