TITO 3:3 Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.}
Muchas veces como cristianos llegan momentos de desánimo, de desgano o enfriamiento espiritual, y eso nos pasa cuando se nos olvida como anduvimos en otro tiempo, se nos olvida cómo era nuestra vida antes de conocer al Señor.
Es por eso que es muy importante que NUNCA se nos olvide cómo vivíamos antes que el Señor viniera a nuestra vida, que reconozcamos que nosotros también en otro tiempo fuimos, como lo dice el texto que hemos leído, insensatos, rebeldes, esclavos de concupiscencias, y éramos aborrecibles.
Hoy y siempre debemos reconocer que:
I) NOSOTROS TAMBIÉN FUIMOS UN DIA COMO AQUEL LEPROSO QUE VINO A JESÚS (LUCAS 5:12-13) Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 13 entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.
La lepra en los tiempos de Jesús era una enfermedad incurable, que afectaba no solamente la salud de la persona, sino también su vida entera, lo volvía una persona rechazada por la sociedad, marginado, y que poco a poco se iba deteriorando hasta terminar totalmente irreconocible y al final morir.
La lepra comenzaba con una pequeña llaga que poco a poco iba avanzando hasta cubrir todo el cuerpo, la lepra afecta las terminaciones nerviosas y eso produce insensibilidad, es decir que la persona se va destruyendo poco a poco sin darse cuenta, sin sentir que su piel, sus dedos, su nariz, sus párpados, etc se van destruyendo.
Es por eso que la lepra se compara perfectamente con el pecado de nuestra vida, que nos vuelve insensibles, que nos va destruyendo sin darnos cuenta, y que desfigura nuestra vida, nos vuelve personas rechazadas y marginadas hasta por nuestra propia familia, y comienza con algo que parece tan inofensivo como una tentación.
Nosotros NUNCA debemos olvidar que un día vinimos, así como aquel leproso delante de nuestro Dios, llenos de pecado, incurables, sin que nadie nos pudiera ayudar, pues nadie podía perdonar ni limpiar nuestros pecados, solamente nuestro Dios. Si en algún momento viene a nuestra mente la intención de volver atrás en nuestra vida cristiana, debemos recordar todo lo que el pecado había hecho en nuestra vida, la esclavitud en la que vivíamos, y todo lo que habíamos perdido por causa de nuestros pecados.
y NUNCA debemos olvidar que nuestro Señor Jesucristo nos tocó con su gracia, nos dio palabras de vida eterna, y ahora somos hijos de Dios (Vs 13) Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.
II) NOSOTROS TAMBIÉN FUIMOS UN DIA COMO AQUEL CIEGO AL QUE JESÚS LE DIO LA VISTA (MARCOS 10:46-52) Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ¡ten misericordia de mí! 49 entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 el entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
Uno de los regalos más maravillosos que Dios nos ha dado es la vista, y uno de los momentos más duros para alguien es perder su visión, pues cuando no podemos ver podemos tropezar, podemos lastimarnos, podemos perdernos, etc.
Es por eso que ese hombre llamado Bartimeo cuando oyó que Jesús iba pasando cerca de él comenzó a clamar, y porque él sabía que él único que podía darle la vista era Jesús.
Nosotros quizás no éramos ciegos físicamente, sino que sufríamos de una ceguera aún peor, éramos ciegos espiritualmente, (Proverbios 4:19) El camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué tropiezan. Y esas tinieblas en las que vivíamos, esa ceguera espiritual, no nos permitía ver como estábamos destruyendo nuestra vida a causa del pecado, de los vicios, de las adicciones, no nos dábamos cuenta del daño que le estábamos causando a nuestra familia, con el adulterio, con el alcoholismo, con la violencia, con nuestro mal carácter, ni tampoco nos dábamos cuenta del desorden, moral, sentimental, financiero, etc., en el que vivíamos
Hasta que nosotros también al igual que Bartimeo pudimos reconocer que necesitábamos la ayuda del Señor, y clamamos por su misericordia, y cuando Cristo vino a nuestra vida su luz iluminó nuestro corazón, y pudimos darnos cuenta de nuestros pecados, de nuestros malos caminos y del desorden que había en nuestra vida, y ahora podemos caminar en su luz, y vemos claramente el camino correcto que debemos seguir (2 Corintios 4:6) Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
III) NOSOTROS TAMBIEN UN DIA ESTUVIMOS MUERTOS Y SIN ESPERANZA COMO LÁZARO Y EL SEÑOR NOS DIO VIDA (JUAN 11:38-40) Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?
Jesús llegó a una casa donde había una persona que no tenía ninguna esperanza, tenía cuatro días de haber muerto, estaba en una tumba y el olor de la muerte ya se sentía, pero Jesús llegó y aquel hombre que tenía cuatro de haber muerto, RESUCITÓ.
Nosotros no debemos NUNCA olvidar que nosotros también estuvimos muertos, no por cuatro días, sino por años, estuvimos muertos en delitos y pecados, muertos espiritualmente, sin esperanza, destinados a la condenación eterna, hasta que Cristo vino a nuestra vida y nos dio vida, y VIDA ETERNA (Efesios 2:1) Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
En el momento que venga a nuestra vida el desánimo, y queramos volver atrás debemos recordar que nosotros estuvimos muertos, sin esperanza, sin que nadie pudiera ayudarnos, y camino a la condenación eterna en el infierno, hasta que él nos llamó por nuestro nombre y nos dio palabras de vida eterna (Juan 5:24) De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida.
CONCLUSIÓN: Hoy podemos reconocer lo bueno y maravilloso que el Señor ha sido con nosotros, podemos reconocer su amor y misericordia en nuestra vida, y en lugar de sentirnos desanimados o con deseos de abandonar su camino y volver atrás, tenemos que tener un corazón agradecido y decirle como un día dijo Josué (Josué 24:15) Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.