CON MI ATENCIÓN CENTRADA EN DIOS, YO SOY LIBRE.
La libertad es mi identidad sagrada y el cántico gozoso de mi corazón. No necesito de un esfuerzo externo para liberarme. Al aceptar mi ser auténtico —mi identidad divina— celebro que yo soy único en Dios. Saber esta verdad me lleva gozosamente a mi estado verdadero y soy libre.
Tengo una mente creativa, un corazón dispuesto, un espíritu alegre y una imaginación fuerte. Al reclamar, utilizar y compartir mis dones espirituales, encuentro una manera de expresarme de manera única —la cual me permite compartir libremente dichos dones. Mi naturaleza verdadera es revelada como un alma confiada, poderosa y amorosa, como una expresión perfecta de Dios. Acojo con fe mi estado natural de libertad.