Desde el principio Dios proveyó para el hombre todo cuanto necesitaba para vivir, lo colocó en un espacio donde tuviera alimentos para sostener su cuerpo, tareas para ocupar su mente y sentirse productivo, compañía para eliminar la soledad y sentirse amado; parecía estar todo perfecto; sin embargo, el pecado le visitó y se produjo un cambio drástico en su estilo de vida que ha llevado al hombre al afán continuo.
Actualmente hemos seguido fielmente el método adánico; no nos conformamos con todo cuanto nuestro hacedor ha provisto, sino que creemos absolutamente en las palabras que el tentador ha ensayado para nosotros, haciéndonos creer que nuestra vida será diferente a partir de probar esto o aquello.
Si meditamos un poquito sobre las cosas que tenemos probablemente lleguemos a la conclusión de que son buenas, en gran manera, y que la mayoría de ellas no han sido producto de nuestras propias fuerzas, sino por la misericordia de Dios.
No os afanéis por nuestra vida, que habéis de comer o que habéis de beber; ni por nuestro cuerpo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:25-27).
Si invertimos tiempo idealizando aquellas cosas que no tenemos y nos envolvemos en el afán constante y la ansiedad desmedida por alcanzarlas utilizando nuestros propios métodos, sin darnos cuenta se producirá un espacio donde se alojará la duda, que es enemiga de la fe y nos distancia de Dios, produciendo desconfianza y cansancio extremo.
Valoremos lo que tenemos y agradezcamos a Dios por ello, sabiendo que El en su voluntad y a su tiempo nos dará aquellas cosas que pedimos en oración y que El considera será para bien y para glorificarlo, como consecuencia tendremos una vida plena, ocupándonos de los asuntos de Dios y Él se ocupará de los nuestros.
No os afanéis por el día de mañana…, No temas!, descansa, Dios está en control .
Emilia De la Cruz