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No te olvides de confiar en Él

Sentimientos de soledad acompañados de melancolía son los que actualmente gobiernan tu vida y es que pasar por las situaciones que estas pasando te ha llevado a sentirte de esta forma.

Quizá al ver la magnitud de los problemas has llegado a creer que Dios se ha apartado de ti o que guarda un silencio demasiado prolongado. Y es que a veces quisieras ver a Dios actuar instantáneamente en eso que te ha robado la paz.

Sé lo difícil que es creer cuando todo pinta mal, sé lo difícil que es mantener la fe intacta a pesar de las presiones de la vida, pero ¿Quien más que Dios para ayudarnos en esos momentos de incertidumbre?

Y es que los momentos más difíciles de la vida son los que más ameritan que activemos nuestra fe. La única manera de salir adelante de una manera satisfactoria de esas situaciones es confiando en Dios, seguir creyendo en su intervención divina, porque si de algo tienes que estar seguro es que Dios no ha perdido detalle alguno de todo lo que a tu alrededor esta ocurriendo.

Hoy quiero invitarte en medio de todo sentimiento negativo a que puedas volver tu mirada al Señor, a que no dirijas tu mirada solamente en lo malo que pueda estarte sucediendo, sino a que por un momento vuelvas tu mirada a Dios, al único Dios que siempre ha estado contigo y siempre lo estará.

Vas a salir de esta como has salido de muchas, la intervención divina sucederá cuando comiences a confiar plenamente en Dios sin dudar, sin tener ninguna pizca de incredulidad, que las circunstancias que te rodean no te hagan menguar en tu fe, sino que al contrario, por más difícil que sea ese problema, más y más debes de confiar en Dios, pues solo él tiene la ultima palabra en esa situación.

¡Vamos! Vuelve tu mirada a Dios, confía en Él porque Él hará maravillas y te sorprenderás en la forma en la cual actuará, de ti solo demanda fe, todo lo demás lo hará Él.

¡Dios no se ha olvidado de ti, no te olvides tú de confiar en Él!

“Cuando siento miedo,
confío en ti, mi Dios,
y te alabo por tus promesas;
Confío en ti, mi Dios,
y ya no siento miedo.
¡Nadie podrá
hacerme daño jamás!”

Salmos 56:3-4 (Traducción en lenguaje actual)

Fuente:
Pastor Enrique Monterroza | El Salvador, Centroamérica

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