En Puerto Rico, hemos estado viviendo tiempos difíciles, especialmente luego del paso del huracán María por nuestra Isla hace 1 año. Nuestra iglesia, por ejemplo, perdió su templo. Es importante, en tiempos como este, creerle a Dios por que la mala temporada se termine. En el mundo, hay países que viven momentos de grandes dificultades económicas; pero también hay otros que logran salir. Estados Unidos ha experimentado sus épocas de dificultad; Puerto Rico ha estado viviendo una de ellas. Aun nuestro ministerio, en un momento dado, lo vivió; pero Dios ha dicho: Hasta aquí. Llegó el momento de que todo cambie. Estamos orando, creyendo que las malas temporadas, esas temporadas donde todo va para atrás, se terminan en tu vida hoy.
Queremos orar por ti. Nuestra iglesia se prepara para presentarse a Dios con una ofrenda especial; una ofrenda de fe para levantar nuestro nuevo templo. Queremos incluirte, orando específicamente por que la mala racha acabe en tu vida, en el nombre de Jesús.
En Jueces 6, se nos narra el momento en que los madianitas y los amalecitas vinieron contra el pueblo de Israel; el pueblo clamó a Dios, y la respuesta de Dios fue enviar un profeta. Quizás ellos pensaban que Dios les diría: Voy a consumir a sus enemigos. Pero Dios envió un hombre de Dios. Tienes un problema, pides a Dios que haga algo, y lo que ves es un predicador. Este hombre de Dios hizo 2 cosas: Les recuerda que Dios les libró en el pasado – y si lo hizo con aquellos, estos serían nada–; y les recuerda que tienen que obedecer. El problema es que el pueblo no había obedecido; y todo lo que Dios está buscando es alguien que obedezca. Cuanto tú te levantas y obedeces, por encima de tu razonamiento, tu vida y la de todos los tuyos, cambia.
Lo próximo que hizo Dios fue enviar un ángel a encontrarse con Gedeón. ¿No serás tú ese Gedeón? Tú estás esperando que la respuesta venga de afuera, pero Dios está buscando alguien que reciba la palabra; y puede ser que tú seas el Gedeón de tu familia, de la empresa. Hoy el ángel te dice como a Gedeón: Varón esforzado y valiente, levántate.
Dios primero envió un profeta, luego un ángel, y luego dice que el mismo Dios le habló a Gedeón. El pueblo estaba en dificultades, clamó a Dios, y Él envía un profeta; cuando el profeta declara la palabra, aparece el ángel, que va buscando a alguien que reciba la palabra, y cuando encuentra a Gedeón, Jehová le habla, y le dice: ¿No te envío yo? Le dice: No vas a ir con mis fuerzas, sino con las tuyas, con tus capacidades, con tus habilidades, y yo te voy a dar la victoria porque yo te envío.
Tú has estado esperando la libertad económica sobre tu vida, has esperado que la respuesta venga de afuera, y Dios ha estado esperando por ti, ha estado esperando que vayas con los recursos y las fuerzas que tienes para seguir hacia adelante.
Dios le habló a Gedeón, y ahora Gedeón tiene que responderle. Tú has estado orando, preguntándole al Señor qué va a pasar, y Él te ha enviado un profeta para recordarte que Él te libró en el pasado, y que tú tienes que obedecer. Y ahora el ángel se para delante de ti.
“13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.” Jueces 6:13
La respuesta de Gedeón es la respuesta normal: Si Dios me quiere próspero, bendecido, ¿por qué estoy en este problema económico, en esta dificultad? Me siento desamparado por Dios. Muchos nos escriben diciendo esto mismo: He luchado; me siento abandonado por Dios, siento que no me escucha. El pueblo de Israel llevaba 7 años en el mismo problema; aquella era la respuesta lógica. El primer cuestionamiento ante lo que Dios nos dice que tenemos que hacer, es: ¿Para qué? Mira todo lo que me está pasando.
El pueblo de Israel, cuando clamó, probablemente no esperaba la respuesta que recibió. No esperaban un profeta, un mensaje; necesitaban que les solucionaran el problema. Más aún, el pueblo esperaba que viniera alguien de afuera a socorrerles. Tienes un problema económico, y tú estás esperando que venga alguien con dinero a resolverte, alguien de afuera. En vez de comportarnos como gente de fe, nos comportamos como mendigos; extendemos la mano para pedir, sin entender que Dios lo que está es buscando alguien que reciba el mensaje y que se atreva a ir enviado por Jehová.
El profeta habló al pueblo, el ángel buscó a Gedeón; cuando Gedeón reaccionó, Dios le dijo: Ve con tus fuerzas. Y la pregunta es: ¿No te envío yo? En otras palabras: ¿No conozco yo quien tú eres? ¿No conozco yo hasta dónde tú puedes llegar? ¿No conozco tus límites? ¿No conozco yo tu dificultad? Tú vas a ir con tus fuerzas, pero con mi autoridad.
Entiende hoy que la respuesta a tu problema, a tu crisis, a tu dificultad, no viene de afuera, sino de que Dios te levante a ti; y tú vas a ir con tus fuerzas, con lo que tú tienes; pero vas a decir: Dios me envió. Eso pasó con Moisés, que preguntó a Dios: ¿A nombre de quién yo voy? Y, cuando Moisés entendió que él iba en el nombre del gran Yo Soy, la cosa cambió. Cuando tú sabes en nombre de quién tú vas, te das cuenta que no son tus fuerzas, son las fuerzas de Dios. David derrotó a Goliat porque sabía que aquel gigante venía contra él con espada y jabalina, mas él iba en nombre del Dios de Israel, a quien Goliat había provocado.
Tú vas a ir con tus fuerzas, con tu talento; Moisés fue con una vara; David, con una onda. Sea cual sea tu talento, tú vas a ir como un enviado de Dios, le vas a creer a Dios, y tus enemigos van a caer delante de ti. Tu vida va a ser cambiada, transformada. El tiempo de mala racha se acaba, los 7 años de maldición terminan, en el nombre poderoso de Jesús, porque Dios te envía.