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No somos huérfanos

No se justifica que un cristiano proclame que se siente huérfano de afectos, cariño y amor, ignorando que tiene a su disposición a nuestro Señor Jesús y  el poder del Espíritu Santo, que es el que nos consuela, que produce en nuestra vida gozo, paz y el amoroso deseo de servirle de todo corazón.

No somos huérfanos, tenemos un padre que es Dios, que se manifestó a este mundo  en la persona de su Hijo amado, nuestro Señor y salvador Jesucristo, quien nunca nos abandona, cuando lo recibimos por fe y nacemos de nuevo espiritualmente.

La orfandad es la pandemia más antigua de la humanidad, según manifestó  Alexander Dorado Albán, educador, escritor, consultor empresarial, consejo de familia, guía espiritual en peregrinaciones a Tierra Santa.

Cuando visitamos una iglesia y un orfanato,  vemos algo en común, algunos rostros tristes,  lo que nos produce, sin lugar a dudas, gran preocupación, por verlos así, porque aparentan estar huérfanos de Dios.

La pandemia más antigua de la humanidad, es la orfandad espiritual, en los cristianos es por no orar lo suficiente y  leer poco  la Biblia, la Palabra de Dios.

¿Qué es la orfandad?  Es la condición de vulnerabilidad física, emocional y espiritual que tiene una persona que carece de padres o personas que asuman una paternidad responsable. La peor orfandad que sufren los inconversos  es no tener a Dios como Padre celestial.

Esta carencia, no se debe únicamente a la muerte perdida de los padres, sino al abandono del hogar, de la familia, de lo hijos por parte de sus progenitores, humanamente hablando.

La minoría de niños sin padres están en los orfanatos, una inmensa e inmedible mayoría viven con su madre, parientes, y algunos en la calle.

Este asunto de la orfandad espiritual  es tan terrible, que cuando los discípulos de Cristo supieron que él se iba con destino para el que lo envió a este mundo, es decir, al Padre celestial, se sintieron muy tristes porque sufrirían  la orfandad espiritual.

Jesús dijo a sus discípulos: “Pero ahora voy al que me envió: y ninguno me pregunta: ¿A dónde vas?  Antes porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón”, Juan 16:5-6.

Y añadió: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si así no fuera, el Consolador no vendrá a vosotros; mas si me fuere, os enviare. Y cuando venga, convencerá el mundo de pecado, de justicia y de juicio”,  Juan 16:7-8.

Jesús conoció que los discípulos querían preguntarle algo, y les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que vosotros llorareis y lamentareis, y el mundo se alegrara; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en  gozo”, Juan 16:19-20.

Nuestro Señor y Salvador Jesucristo desea que vivamos bajo un estado de alegría,  y como dice el apóstol Pablo: “Estad siempre gozosos”, 1 Tesalonicenses 5:17. Así que no vivamos como si fuéramos huérfanos.

Al respecto, el apóstol Pablo dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucito, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en el. Por lo cual decimos esto en Palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, precederemos a los que durmieron.

Gocémonos porque no somos huérfanos, “porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitaran primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. 1 Tesalonicenses 4:14-18.

Queridos hermanos, no somos huérfanos, tenemos un Padre en los cielos que nos espera, con anhelo y los brazos abiertos, para recibirnos a fin de que disfrutemos eternamente de su indescriptible  presencia y de increíbles  galardones.

Muchas bendición.

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