En la Palabra, el término raíces es uno muy poderoso. Hay muchos versos que nos dejan saber lo necesario de tener cuidado dónde están tus raíces.
“12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.” Hebreos 12:12
El cojo se sana en el camino, así que tienes que enderezar las veredas para que, el que esté cojo, camine bien; o sea, que no se trata de que estés cojo, es que el camino está mal; y, si el camino está mal, la gente no se sana. Dios le dice que arregle el camino para que, el que esté cojo, se sane. Pero queremos arreglar la cojera, sin arreglar el camino. Arregla el camino, y pon a la gente en el camino, y el que esté cojo se va a arreglar.
“14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.” Hebreos 12:14-17
Esaú era el hermano mayor de Jacob, y la Biblia nos muestra que menospreció el hecho de ser mayor, y vendió su primogenitura a Jacob por un plato de lentejas, menospreciando así quien él era para su padre. La Biblia nos dice: Mira bien que no brote ninguna raíz de amargura que os estorbe la gracia. Por lo general, ese verso se usa para explicar la importancia de ser libre del resentimiento, de la amargura del corazón; se usa para decir que tienes que limpiar tu corazón de la amargura para no estorbar la gracia de Dios sobre ti. Pero hay algo más profundo que eso en ese verso. Dios está diciendo que hay gente que se convierte en una raíz de amargura para otros, que estorban la gracia de Dios en otros. Su corazón se corrompe, se daña, comienza a menospreciar las cosas poderosas de Dios, como Esaú, que menospreció lo que era por derecho y bendición, por causa de un coraje. Esaú menosprecia la primogenitura, quien él era, quien era su padre para él, y los derechos que eso conllevaba. Esaú representa a la gente en la iglesia que se les daña el corazón y se convierten en raíz de amargura para otros. Por supuesto, tú no te conviertes en raíz de amargura, si no tienes amargura dentro; pero el punto es que tú debes procurar no convertirte en la raíz de amargura de alguien; que tu cinismo, tu sarcasmo, tus problemas, no te hagan estorbar lo que Dios quiere hacer con otros.
Muchas veces, en la iglesia, nos volvemos tan sarcásticos, tan cínicos, por cosas que nos han pasado; vamos a la casa del Señor, y con nuestras malas actitudes estorbamos el favor y la gracia de Dios sobre otros. Si tú estás molesto porque a ti no te ha funcionado, eso es problema tuyo, pero no te conviertas en la raíz de amargura para estorbar lo que Dios quiere hacer con alguien que sí quiere alcanzar lo que tú has menospreciado.
La diferencia entre Jacob y Esaú es sencilla: Esaú tenía algo que era por derecho, pero Jacob lo apreciaba, lo quería; y la iglesia está llena de Jacobs, pero hay unos cuantos Esaús, que menosprecian lo que Jacob quiere. Pero tú no estás aquí para detener lo que Dios va a hacer en la vida de otro, así que quítate tu coraje o salte del camino, pero no vengas a estorbar lo que Dios quiere hacer con alguien que ha llegado creyendo y esperando algo de parte del Señor.
Quítate tu religiosidad, todo lo que tú sabes; no vengas a meterle cosas en la cabeza a nadie porque a ti no te ha funcionado, a decirle que no pida tanto milagro porque no todo lo que pida Dios lo va a hacer; ese no es tu problema. ¿Por qué, con tu amargura, estás estorbando lo que otro está creyendo? ¿Qué te da derecho a ti a estorbar la gracia de Dios en la vida de otro porque tú has menospreciado lo que Dios te ha dado a ti por derecho?
En Marcos 5, se nos habla de la mujer de flujo de sangre. Había pasado doce años en problemas, lo había gastado todo en médicos y aún le iba peor. Esta mujer, por doce años, había buscado su solución. Y así deberías ser tú. Esa mujer no tenía a nadie, estaba sola, le iba mal, y seguía pagando y buscando, gastando. Cuando tenías flujo de sangre, eras condenada, la silla en la que te sentabas había que botarla; no podía entrar al templo, lo había perdido todo. Pero aquella mujer seguía y seguía, hasta que un día Cristo pasó delante de ella y, por sí sola –nadie la motivó, todo lo contrario, le decían que se saliera, la pisoteaban, la estorbaron pero – por sí misma, tuvo la perseverancia, hasta tocar el borde del manto del Maestro y quedar sana. Gloria a Dios por personas como esa, que no necesitan que nadie los motive, que no importa que se les diga que no, ellas siguen. Ojalá hubiera gente así en tu país, pero la verdad es que no somos así. Muchas veces, lo que vemos es lo peor, pensamos que las cosas se van a poner más difíciles, no tenemos ese empuje que deberíamos tener.
Tú paísnecesita gente diferente. No seas estorbo;sé como la mujer del flujo de sangre; persevera, hasta alcanzar todo lo queDios tiene para ti.