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No se trata del diezmo

Las iglesias avanzan y crecen por medio de la gente generosa de corazón. Se han hecho muchos estudios acerca de las iglesias, y se ha descubierto un principio que gobierna generalmente en muchas otras áreas de la humanidad. Se trata del principio 20-80. En el caso de las iglesias es el siguiente: En la mayoría de las iglesias, el 20% de la gente da el 80% del dinero. De igual manera, el 20% hace el 80% del trabajo, etc.

Hay un grupo de personas que se destacan por ser generosos. Muchas veces, esa gente ha sido bendecida financieramente. A veces uno se pregunta: “¿Qué viene primero, el huevo o la gallina?” ¿Son bendecidos porque han sido generosos, o son generosos porque han sido bendecidos? Yo creo que generalmente la persona generosa va a ser bendecida. Y yo he visto eso continuamente, que en la iglesia hay una correlación: Dios bendice a las personas que son desprendidas, que son dadivosas, que siempre son los primeros en decir presente cuando hay una necesidad en la iglesia, o cuando surge un proyecto que se va a llevar a cabo.

No esperes a ser bendecido para dar. Da, e inevitablemente serás bendecido.

Sé tú de ese veinte por ciento escogido. No te recuestes sobre la generosidad de los demás. Da según tu capacidad, y da inclusive más allá de tu capacidad.

En la Biblia, en Segunda de Corintios, capítulo 8 habla acerca de los creyentes de Macedonia. En el versículo 1, dice, “…Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia”.

Mire eso, la gracia de Dios cayó sobre estos creyentes y por lo tanto dieron. El dar es una gracia, un favor, inclusive, que viene de parte de Dios. “…. Que en grande prueba de tribulación la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad”.

Hay personas que dicen, “Yo soy demasiado pobre para diezmar. Yo tengo demasiada necesidad. Eso lo puede hacer la gente que tiene dinero”. No estás entendiendo lo más importante, si razonas de esa manera. Lo que Dios pide es que des el 10% de lo que tienes, no de lo que no tienes. El que tiene mucho da un 10% de lo mucho que tiene. El que tiene muy poco da un 10% de lo muy poco que tiene. De esa manera, ambos dan, y ambos son bendecidos.

Y esta gente, los macedonios, dieron, no porque eran ricos, sino, dice, “que de su profunda pobreza abundaron en riquezas de generosidad”.

Observe qué alabanza tan grande recibe esta gente. Dice, “… pues doy testimonio de que con agrado…”. La Biblia declara que Dios ama al dador alegre. Cuando tú des, no des mirando ese dinerito que se te va de las manos con una tristeza terrible, viendo los pesos cobrar alas e irse. Da con un corazón alegre. Da con un corazón atrevido. Da un grito de, ¡Aleluya!, porque Dios te está permitiendo ser su colaborador aquí en la tierra, y porque Él promete desatar su bendición sobre tus finanzas, tu trabajo y todos los demás aspectos de tu vida.

“…Han dado conforme a sus fuerzas, con agrado, y aún más allá de sus fuerzas”. La gente dice “Bueno, ¿Qué es esto del diezmo? ¿Hay que dar o no?” Otros dicen: “Yo no creo en el diezmo porque eso es del Antiguo Testamento. Bajo la Gracia, no es necesario dar el diezmo”. Bueno, pongamos por un momento que sea así, que el diezmo fuera solamente para el Antiguo Testamento. Lo que yo veo en el Nuevo Testamento es que siempre se alaba a los que dan sacrificialmente, los que dan más allá de sus fuerzas. Por eso Jesús alabó a la viuda; por eso alabó a los macedonios; por eso se alaba a la mujer que ungió a Jesús con un perfume costosísimo; por eso se alaba a Jesucristo en Filipenses 2.

Siempre que Dios alaba a alguien que da, alaba a la persona generosa, extravagante.

Pablo dice “el que siembra generosamente, cosechará generosamente”. La pregunta no es si debemos dar el diezmo. La verdadera pregunta es si le estamos dando al Señor generosamente, extravagantemente. Si tú no crees en el diezmo entonces te voy a proponer algo: Da como dice la Biblia, según tus fuerzas y más allá de tus fuerzas. ¿Y sabes qué? Entonces tendrás que dar más que el diezmo. Yo prefiero mejor quedarme con el diezmo que tener que dar más allá de mis fuerzas continuamente. Escoge lo que tú quieras, sin embargo. Escoge dar según el diezmo o siempre dar más allá de tus fuerzas.

Lo que Dios quiere es que seamos generosos con El, que seamos alegres en dar, que seamos casi imprudentes en nuestra generosidad para con Él. Cuando hacemos así, abrimos el corazón de Dios, y Él hace llover la bendición hasta que sobreabunde sobre nuestras vidas.

Fuente:
PREDICAS.ORG

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