Todos nos arrepentimos en algún momento de algunas decisiones que tomamos, decisiones que pudiéramos llamar momentos de locura. Y el problema de estas decisiones son sus consecuencias. Evita tomar una decisión irracional en un momento de locura. Ese momento puede hacerte perder cosas que ni imaginas. Pero Dios es un Dios de oportunidades.
Un día tendrás que tomar otra decisión también radical para tornar el error que una vez cometiste de modo que te lleve a alcanzar aquello que en un principio Dios quería darte y que tú creíste perdido por un estado de locura.
Lo que parece una locura espiritual, puede cambiar una locura terrenal y transformar tu vida.
Dios se le aparece a Moisés en 3 ocasiones: en la zarza ardiendo, en el monte Sinaí y en el tabernáculo. De un hombre, se convierte en una nación. Dios se le aparece a un hombre, y en todas esas apariciones, Dios va construyendo una nación. Pero Moisés construyó el tabernáculo en el desierto, y el tabernáculo nunca fue para el desierto, sino para la tierra prometida. Así que tiene que aparecérsele a Josué para que el tabernáculo entre a la tierra prometida, donde Dios quería llevar la nación.
Lo que Dios quiere hacer en el futuro en todo el mundo, lo va a comenzar haciendo con un hombre o con una mujer que crea.
No podemos cambiar la nación, si primero no tenemos un Abraham y una Sarah que crean. No podemos cambiar el mundo, si primero no tenemos hombres y mujeres responsables, que tengan una experiencia con Dios. No puedes tener una ciudad transformada, si no comienzas por tu casa; no puedes pretender cambiar al mundo, si no has cambiado tu vida. Y lo que cambia tu vida es una experiencia con Dios. De ahí puedes ver a Dios progresivamente trabajando en la nación. Pero este mensaje no les gusta a muchos, porque es uno de responsabilidad personal.
Vimos el encuentro de Dios con Jacob. Fue Dios quien interrumpió el sueño de Jacob porque cuando Él tiene un pacto con alguien no lo deja tranquilo hasta que lo cumpla; batalló con él hasta que rayaba el alma, hasta que Jacob despertó a lo que Dios tenía que decirle.
Jacob le pregunta al ángel: ¿cuál es tu nombre? Y Dios le dice: no te voy a decir, no tienes que saberlo. Interesantemente, Moisés le pregunta a Dios su nombre, y Dios se lo da. Esto nos muestra cómo la revelación de Dios es progresiva. Dios va trabajando poco a poco en las generaciones hasta que construye lo que Él quiere construir.
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.” Éxodo 3:1-8
Moisés está huyendo en el desierto; de extraordinario se convierte en ordinario. Tuvo un nacimiento diferente; estaban matando a los niños menores de dos años, y Dios lo guardó, lo llevó a manos de la hija de Faraón, estudia en las mejores escuelas, escribió los primeros libros de la Biblia porque fue enseñado por los egipcios; hablaba varios idiomas y luego se vuelve tartamudo en el desierto; comió las mejores comidas, fue criado por su madre, conocía la tradición judía, la Palabra; era una persona educada. Un día ve un egipcio maltratando a un judío, mata al egipcio y termina dando vueltas en el desierto. Qué triste cuando una decisión de locura te lleva a cuarenta años de dar vueltas.
No tiene que ser así. Pon filtros en tu vida para procesar tus emociones. No tomes decisiones permanentes a problemas temporeros; no tomes decisiones emocionales. De lo contrario, luego pagarás las consecuencias. Airaos, pero no pequéis, dice la Biblia. Todos nos molestamos, pero no te descontroles porque un momento de locura puede marcar tu vida por mucho tiempo y llevarte a dar vueltas en un desierto en el que tú no tenías que estar.
Un momento de locura se cambia con otro momento de locura.
Es locura hablar con un árbol. Pero un momento de locura natural, se cambia con un momento de locura espiritual donde, de repente, en el espíritu, ves algo que no habías visto y reaccionas espiritualmente, cambiando para siempre tu decisión del pasado.
Sin importar las locuras que tú hayas hecho en el pasado, que te han tenido dando vueltas en el desierto día tras día, hoy, una zarza arde delante de ti y tú, en el espíritu, reaccionas y tu vida toma un nuevo rumbo.
Préstale atención a la palabra de Dios. Es la locura del Evangelio lo que salva tu vida. Es la locura de la fe en que Cristo murió por ti en la cruz del Calvario, la que te hace vivir en vida eterna y tener esperanza.